FEEL LIKE GOING HOME

El blues según Martin Scorsese

No sólo de jazz vive el hombre que firma estas líneas. Entre las numerosas manfiestaciones ruidosas que ambientan la banda sonora de mi vida está el blues, por poner un ejemplo. No se le dedican aquí más artículos porque esto es un blog de jazz y porque ya hay numerosos (y algunos muy buenos) blogs de aficionados al blues. Sin embargo, he comenzado a ver la serie documental The Blues de Martin Scorsese y me he quedado impresionado por la calidad tanto documental como cinematográfica del primer capítulo, titulado Feel Like Going Home, que firma el propio firma Scorsese, que ya dirigió otros filmes centrados en la música (The Last Waltz, Shine a Light).


El blues es la raíz. Todo lo demás son los frutos.
(Willie Dixon)


El guión de Feel Like Going Home es de Peter Guralnick y cuenta con el músico Corey Harris como conductor. Harris, a propósito de John Lee Hooker, comenta al comienzo del documental: "Qué sonido, que sensibilidad. Mi abuelo la llamaba música de pecadores; otros la denominaban música del diablo.[...] Escuchándola, llegas a sentir la sangre y el fango del Mississipi." Con este espíritu, Harris viaja a lo largo de este río, cuna del blues, entrevistando a músicos y entendidos, desvelando las raíces de esta música negra fundamental. Algunos músicos y sus testimonios recuerdan cómo era la vida en el campo en su juventud, anterior a la II Guerra Mundial, avalando la esencia de su música con el poder de un testimonio de miseria, incertidumbre y esa rara forma que adquirió la esclavitud en América cuando ya (legalmente) estaba abolida. Algunos de ellos fueron filmados interpretando blues expresamente para el documental: Keb' Mo', Taj Mahal, Willie King, Salif Keita... mientras que otros aparecen en imágenes de archivo igualmente valiosas (John Lee Hooker, Muddy Waters, Son House, Lead Belly...).



Valdría la pena hablar de blues aunque sólo fuera porque es una de las bases en las que se asienta el jazz, pero tiene tantos puntos en común que en muchos casos los límites se difuminan. La raíz esencial, el sentimiento negro, con todo el significado que esto puede tener, es un concepto más amplio de lo que parece. El sufrimiento es el ingrediente fundamental de esta música que, como cita el autor, nació en los húmedos campos de Norteamérica, en esquinas polvorientas y en los bares de carretera del Sur profundo. 
La palabra "blues" se ha usado durante siglos [en inglés, obviamente] como un sinónimo de melancolía o depresión. La música de blues, como escribe el crítico Albert Murray, es algo completamente distinto: "Con todas sus llamadas notas tristes y su sobrecarga de tristeza, la música de blues en su naturaleza y función no es otra cosa más que una forma de diversión". No importa cómo de sombrío sea el contenido de una canción de blues, si habla de dolor, pérdida, ansiedad, miedos, la canción es una afirmación de la vida, no un lamento. (1)
Tengo que visionar el resto de los episodios. Algunos de ellos están dirigidos por cineastas (Wim Wenders, Clint Eastwood, Mike Figgis). Tengo que verlos para profundizar en la raíz del jazz, porque el blues tiene un componente sentimental y de vivencia personal que se pierde en muchos estilos de jazz, porque también es, por encima de todo, música de narradores de historias, música documental.

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(1) La cita es del libro Jazz, The Great American Art de Gene Seymour. La referencia a Albert Murray corresponde a su libro Stomping The Blues. 

* En la web oficial de la serie podrán encontrar una interesante lección sobre el blues de 12 compases, otra de las músicas fundamentales del jazz:  www.pbs.org/theblues/classroom/essays12bar.html

JAZZ EN HUELVA

KST MUSICA JAZZ FESTIVAL 2012


En el fantástico marco de las cocheras del puerto de Huelva, un espacio remodelado a partir de antiguos almacenes y tinglados, junto a la ría y al parque, se presenta el primer ciclo de jazz organizado por KST Música. Comenzará el día 20 con el espectacular bajista de jazz-funk Pepe Bao. También estarán Vicky Luna con su particular forma de interpretar standards, la fusión jazz-world music de Candelaria y los onubenses Banda Kastaña y Pablo Vázquez, una oportunidad para oír buena música en este rincón de España donde raramente se escuchan ritmos sincopados.


20 abril
PEPE BAO JAZZ TRIO 22:00 h
21 abril
BANDA KASTAÑA 22:00 h
26 abril
PABLO VAZQUEZ TRIO 21:00 h





27 abril
CHEZ LUNA  
22:00 h

28 abril
CANDELARIA
22:00 h



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* Más info en la web de KST Música.

** Foto de Pepe Bao: Diario La Voz de Utrera.

PROFANOS Y EXTRATERRESTRES

ACORDES Y DESACUERDOS (XIII)


Según la Wikipedia, el dixieland es la versión blanca del jazz de Nueva Orleans. Esta especie de discriminación, que no se basa inicialmente en cuestiones estilísticas, adquiere según quien la use tonos despectivos. La pregunta sigue ahí después de un siglo, ¿pueden los blancos hacer jazz? La invención de las vanguardias, del jazz moderno, del jazz electrónico y de ciertos experimentos europeos hacen pensar a este escribe que, en muchas ocasiones, lo que se vende como "jazz" no es más que una etiqueta vacía.

No, no se trata de un juicio genérico. Hay en las tiendas de discos, en el apartado donde siempre busco, más de un profano y más de un extraterrestre. Pero habría que marcar los ejemplos con lupa. Hay muchos tipos de jazz. Creo que los he probado todos. Sin embargo, hay algo que no perdono y es la falta de swing. Otro de los síntomas que padecen los sucedáneos de jazz blanco es la ausencia de síncopa, el exceso melódico, la falta de emoción que esto conlleva... sin añadir la enorme lista de músicos europeos que desconocen la quinta disminuida.

Encontrados los errores, diré en descarga de los músicos que hay mucho "infliltrado blanco" que ha sabido captar el sonido de Nueva Orleans (porque sí, para mí el jazz más auténtico es el hot) y esto es de celebrar. Para comenzar, el término dixieland nació de la Original Dixieland Jass Band, la banda blanca de Nick LaRocca, quien trataría de convencer años después a William Claxton de que "los blancos inventaron el jazz".
 
Otro ejemplo en contra: en Jazz at The Philarmonic tocaban músicos negros y músicos blancos. De Art Pepper, sin embargo, se reían sus propios músicos negros cuando les daba la espalda para hacer sus solos. Dave Liebman, por su parte, se sentía cohibido al ser el único blanco en la banda de Miles a comienzos de los 70. Cada uno en su estilo y en su época, Benny Goodman, Dave Brubeck, Gerry Mulligan y genios más actuales como Scott Hamilton, Joe Lovano o Tete Montoliu pueden codearse con sus colegas negros. ¿Dónde está entonces la polémica? Cada cual tendrá su opinión.

Saliéndome por la tangente, no me tiembla la voz al decir que la mayor parte de las músicas que se escuchan hoy en día parten de una raíz negra. Uno de mis músicos favoritos fuera del jazz es Sting, que camina habitualmente sobre una delgada línea entre estilos y que ha versionado una docena de standards, desde "My Funny Valentine" hasta "Someone to Watch Over Me". Estoy terminando de leer su biografía, titulada Broken music. En un capítulo, explica cómo fueron sus primeros contactos con el jazz, contactos que marcarían su forma de ver la música:
Escuchaba exhaustivamente a Dylan [...] También aprendí a apreciar el jazz a pelo. Entablé amistad con unos chicos del colegio mayores que yo que entendían lo serias que eran mis obsesiones musicales. Uno de ellos me dejó dos elepés de Thelonius Monk: Monk in Paris, live at The Olympia y Solo Monk. Al principio, me desconcertaron la complejidad angular de las melodías y la densidad de las armonías subyacentes, pero tenía el presentimiento de que había dado con algo importante. Seguí insistiendo [...] Volvía del colegio, ponía a Monk, empezaba a hacer los deberes y dejaba que la música me enseñara por ósmosis, mientras luchaba con alguna abstrusa prueba de geometría. Cuando escuché a Miles Davis y a John Coltrane, descubrí que aquellos músicos estaban explorando los confines de la comprensión humana como físicos en un laboratorio de sonido.
Y también cómo es su posterior relación con esta música:
No soy un músico de jazz -admite con humildad, a pesar de su curriculum-, pero me he aplicado a ese estilo lo suficiente como para entenderlo y desarrollar un lenguaje común con quienes se dedican a él.
Muchos que se llaman a sí mismos jazzmen quizás nunca consigan siquiera esto.


MONTREUX '77

Dizzy Gillespie Jam

Puede que si hiciera una gráfica de watios con los discos de Dizzy éste marcaría uno de los picos más elevados, valores estadísticos que, traducidos al lenguaje común, vienen a significar que es uno de sus discos que más me han hecho vibrar, no en vano reúne una jam como un grupo de gerrilla: Jon Faddis como segunda trompeta, Milt Jackson al vibráfono, Monty Alexander al piano, Ray Brown al bajo y Jimie Smith (no confundir con el teclista) a la batería. En resumen, una fiesta apoteósica que resume los logros estilísticos de un músico que seguía pisando fuerte tras treinta años de carrera.

Publicados por primera vez en 1989 por Original Jazz Classics, estos 46 escasos pero potentes minutos producidos por Norman Granz y grabados el 14 de julio de 1977 en el Casino de Montreux dentro de la programación del festival más importante de Europa son suficientes para comprender la carrera de Dizzy hasta entonces. Hay trazas de bebop mezcladas con mainstream, hardbop y ese color africano y folklórico que gustaba a Dizzy. Se puede leer parte de su biografía musical tema a tema, comenzando por "Girl of My Dreams", en el que la base rítmica Brown/Smith actúa de contenedor para que la balada no se convierta en una explosión de energía marca Dizzy (aunque éste se deja llevar por recuerdos bop en algunos momentos) hasta el pirotécnico final, con una versión de 10 minutos de "The Champ" en la que todos los músicos se salen. 

Lo único achacable al disco es el poco peso que aporta la presencia del que sería gran líder, compositor y educador Jon Faddis. Considerado discípulo y gran continuador del estilo de Dizzy, en el 77 Faddis era sólo un aprendiz de 24 años (aunque Dizzy, con 25 compuso "A Night in Tunisia" y un par de años después tenía como discípulo a Miles Davis) y es de suponer que no se atrevería a brillar por encima de su maestro en el escenario. Resulta paradójico que Dizzy llevara consigo una segunda trompeta en lugar de un saxo, pero era su estilo y también su forma de enseñar. Ambos conversan correctamente de tú a tú en la balada "Girl of My Dreams", comparten protagonismo de una manera muy equilibrada en "Get Happy" y en el medley que sigue, y discuten (siempre Faddis por debajo) en "The Champ" sin que generen más motivos de celebración que la energía del líder.

Elocuente foto de Tom Marcello en la que se puede ver a Jon Faddis y a Dizzy Gillespie en el Village Gate (1977)
Tengo amigos con los que siempre discuto sobre si jazz en disco o jazz en vivo. Yo defiendo el directo, el arte naciendo en el momento de la ejecución; mi amigo, los discos como la cura de los que estamos lejos de la fuente. Es evidente que el jazz en vivo, a pelo, de cerca y en directo, es la experiencia más completa que puede vivir un aficionado. En el jazz, sin embargo, esta distinción pierde sentido en muchas ocasiones porque son muchos los discos que, por buscar frescura o por ahorrar en gastos, se graban en clubs, en teatros o en estudio con todos los instrumentos a la vez, como si fuera en vivo, manteniendo ese espíritu y esa naturalidad que se oye en directo. En estos casos, sólo las repeticiones y las múltiples tomas pueden arruinar esa sensación... El tema no es ése. El tema es que si tuviera que recomendar un disco de jazz en vivo siempre recomendaría el Montreux '77 de Dizzy Gillespie.

Un ejemplo:

11 DE MARZO

Bueno, es mi cumpleaños

No es una gran fecha, no cumplo una cifra redonda ni estoy en el mejor momento de mi vida, pero se me antojaba regalarme una entrada. Nunca seré músico de jazz, puede que ni consiga dominar ningún instrumento (se me ha pasado la edad para ser rising star ;-p ) ni consiga llegar a aprendiz de Nat Hentoff o Leonard Feather. Quizás sólo aspire a que alguna referencia cruzada en mis relatos o en mis novelas recuerde vagamente a los deslices melómanos de Cortázar... Pero puedo dedicarme una pequeño bio. ¿Por qué no?

Nací el año en que Herbie Hancock publicó su Maiden Voyage y Miles Davis grabó su E.S.P., el año en que Ronnie Scott trasladó su club al 47 de Frith Street, doce meses de una época en que los genios se salían (Lee Morgan lanzó Cornbread y The Gigolo mientras que Coltrane hizo un maratón de pasos de gigante grabando los álbumes Ascension, The John Coltrane Quartet Plays, Kulu Se Mama, Transition, Sun Ship, Live in Seattle y, ya en noviembre, Meditations) pero fue un mal año para los pianistas porque murieron Tadd Dameron, Clarence Williams y Nat 'King' Cole. También murió Red Nichols en junio. En el lado contrario de la vida, el 28 de julio nació el menos famoso y el menos Marsalis de los Marsalis, Delfeayo, el trombonista.

En resumen, han llovido muchos discos desde entonces y he pasado de ser un niño gordito y rubito a convertirme en un tipo algo desengañado que intenta que la vida siga sorprendiéndole. Me he alimentado de muchas músicas en este tiempo, pero ninguna como el jazz me ha puesto los pelos de punta. Las 224 entradas de este blog no son suficientes para describir lo que siento. Sigo siendo un aficionado estupefacto ante la enormidad y la universalidad de esta expresión del Arte

Charo, que no entiende el jazz pero me entiende a mí, me ha regalado un giradiscos. El que tenía estuvo un tiempo esperando una aguja nueva y, al final, no sobrevivió a la última mudanza. Ha sido una gran sorpresa, aunque no tan grande como descubrir que no tenía tantos discos de jazz en vinilo como yo pensaba (hay también muchas cosas en cassette, en cajas de cartón pero no olvidadas), lo que no ha sido obstáculo para que ahora esté (re)descubriendo, noche a noche y disco a disco, sonidos que tenía olvidados y que no suenan igual sin las quejas de la aguja caminando por los surcos, el sonido del pasado.