El trompetista Juan de Diego es una figura imprescindible en el jazz contemporáneo español. Creador incansable, ejerce como compositor (también para cine y danza) y como intérprete en varias formaciones: a trío como Juan de Diego Trío o Freaky Trío, De Diego Brothers (con su hermano Víctor de Diego) o este Grebalariak, cuarteto con el que ya publicó un discazo en 2021. Siguiendo la misma línea, escuchamos diez composiciones originales de Juan de Diego. La única diferencia en esta formación es la presencia de Toni Saigi al piano (sustituyendo a Toni Vaquer). Le acompañan también Pere Loewe, contrabajo; y Ramón Prats, batería. Cuatro musicazos que ejercen de creadores con serenidad e inspiración.
El álbum, grabado en octubre de 2024, comienza con una intro de trompeta sin acompañamiento anunciando ya un disco cargado de nostalgia, sensación que hace justicia a la melancólica fotografía de portada. Fiel a su estilo, las composiciones de Juan de Diego se mueven en tiempos lentos y medios, no exentos de grooves sugestivos y que enganchan, pero huyendo de lo trillado, buscando siempre nuevos caminos a la expresividad, mucho drama ("Azken Uda"), ritmos que permiten la emoción en los solos sin recurrir a fuegos artificiales. En su estilo también, Juan de Diego nos va regalando notas impresionistas, a veces tacañas ("Bagoaz") pero efectivas, en la trompeta y el fliscorno, reafirmando esa voz tan personal que lo caracteriza, llena de color y belleza, y con cierta intención bebop.
Los solos de Saigi, moderno y siempre trasgresor, van del impresionismo al swing sin cortarse (muy inteligente en "Marinela, hipnótico en "Ali Kinsasan"), jugando con las progresiones de acordes, buscando siempre esa ruptura, ese factor inesperado que le hemos escuchado en sus discos como líder (recordemos qué buenas sensaciones nos dio La Prinsire de la Salen 2018). Es el acompañante perfecto para Juan de Diego. Ambos, como solistas, saben jugar muy bien con el espacio, sacando todo el partido a una base rítmica que se adapta a la perfección a las necesidades de la partitura y de los solistas.
Un disco recomendable que consagra un poco más la larga sombra de Juan de Diego, un músico siempre inquieto, con una voz distinguible pero siempre inesperado.
FÉLIX ROSSY QUINTET, Elena Mágica (Underpool, 2022)
Siempre es una buena noticia que llegue un nuevo disco de Félix Rossy, un trompetista que se prodiga poco pero que siempre presenta propuestas interesantes. Dos años después de su Looking at the Surroundings de 2020, donde nos sorprendía con el sonido rudo y directo de su quinteto en siete temas grabados en vivo, acaba de publicar Elena Mágica, un álbum lleno de nuevas ideas. Como es habitual en él, casi todo el repertorio son composiciones propias (excepto un tema de Roy Hargrove y otro de Enrique Oliver, que aparece como invitado especial en este álbum), composiciones en las que expresa su intención de encontrar un jazz sin ataduras donde el brillo no sea lo esencial sino la expresividad de su inconfundible trompeta.
Heredero de la tradición, las influencias que se perciben en el disco están tamizadas por la personalidad joven y efervescente de este joven músico nacido en Barcelona en 1994, que comenzó con 13 años, haciendo una breve intervención en un disco (Wicca, Fresh Sound New Talent, 2007) de su padre, el súper solicitado Jorge Rossy, que debutó como líder a los 17 años en un prometedor Introducing... Félix Rossy (2011) y que se ha consolidado formándose en Barcelona y Nueva York y, como debe ser, pisando los escenarios.
En este nuevo quinteto, donde solo queda del anterior el trombonista Tomeu Garcias, Rossy propone un repertorio cargado de blues y de referencias clásicas, con su propia versión del quinteto de hardbop donde el dúo de viento es trompeta y trombón y donde solo aparece el saxo (Enrique Oliver) en algunos temas. El quinteto (por momentos sexteto) se completa con Toni Saigi al piano, Joan Garcias al bajo, Andreu Pitarch en la batería y la voz de Carmen Lancho en uno de los temas.
Con estructuras hardbop, mucho blues ("Surprises", "Guru") y un sonido nada complaciente, las composiciones y los arreglos buscan en cada tema ese momento inesperado, que sorprende. Incluso en las baladas ("Rouge", "Purple Mirrors") hay algo rompedor dentro los ritmos aparentemente lentos y contemplativos, una búsqueda que convierte cada tema en especulación y que excita constantemente la curiosidad del oyente.
En medio de todas cualidades, Félix Rossy como compositor en la sombra, dejando espacio a los solistas para conseguir ese ambiente de improvisación continua, de interplay orgánico, y, sobresaliendo, esa manera en que Rossy ataca las notas, expresivo, elocuente. Ya no es solo un hijo musical de Chet Baker sino un músico adulto y con voz propia.
Como regalo, este vídeo del quinteto de Félix Rossy (solo cambia el batería, que aquí es Enric Fuster) grabado en el Bar Rvbicon en marzo de 2022 (el álbum se grabó tres meses antes en los estudios Underpool). Se aprecia la sinergia del quinteto/sexteto y la energía/sensibilidad de la trompeta de Félix Rossy.
TONI SAIGI, Plisisiplis (Fresh Sound New Talent, 2021)
Desde que escuchamos a Toni Saigi con su cuarteto Tronik (Jaume Ferrer al saxo tenor, Marc Cuevas al contrabajo y Carlos Falanga en la batería) en La Prinsire de la Sal (Underpool, 2018), supimos que estábamos ante uno de esos músicos con una voz propia. Toni Saigi es un pianista y compositor badalonés que juega con habilidad con el ritmo y las armonías para encontrar nuevos caminos. Nos pareció originalidad en su álbum anterior y en este Plisisiplis creemos que reafirma su personalidad.
Comienza el álbum con el tema que le da título. El piano. Un compás y el tenor le sigue. Parece un chorus de hardbop pero el ritmo tiene silencios, parece colapsar y seguir, colapsar y seguir... Es un lenguaje muy monkiano, ¿por qué no decirlo? Y luego la sección rítmica rompe y el tema fluye a través de armonías extrañas. Como compositor/arreglista, Saigi tiene la desfachatez de Mingus cuando "desarmoniza" los temas para explorar con las tímbricas de los instrumentos y la forma en que dialogan entre sí. A toda esa mezcla de influencias cruzadas, melodías afortunadas y descaro en las teclas nos referíamos cuando hablábamos de voz personal.
Un ejemplo muy claro de la arriesgada propuesta de Saigi (arriesgada porque llama al aficionado al hardbop y le ofrece una vuelta de tuerca que requiere un esfuerzo intelectual) es "Café de l'Squanch", un tema donde juega con economía el fraseo del piano, compartiendo la melodía en trazos breves y fulminantes. El resultado es brutal.
Otro elemento que nos seduce del álbum es la manera en que juega al desconcierto manipulando los tiempos, haciendo que hasta una balada ("Holland Inn Hotel", "Colapsefels") suene original y sorprendente con solo manipular el tempo y dosificar la información que recibimos sobre la melodía. Incluso un tema tan aparentemente bop como "Guifré i la lluna" contiene elementos tan rompedores y, a la vez, tan dentro de la tradición que no puede dejar indiferente a nadie.
Un músico recomendable que merece un estudio más profundo de su obra. Recomiendo escuchar sus dos discos hasta la fecha del tirón.
Quizás por su versatilidad o por su lenguaje en los solos, el contrabajista Martín Leiton está muy solicitado últimamente. Su tercer disco como líder, Desde a Bajo, concita tradición e innovación en un "pequeño" repertorio de 7 temas de composición propia más un estándar, But Beautiful (J. Van Heusen/J. Burke). Un disco lleno de dinamismo donde las ideas fluyen de principio a fin y donde el ritmo manda, por supuesto.
El disco arranca con un groove imparable del contrabajo, dirigiendo, mientras el piano marca acordes acompañando, anunciando la melodía que rompe en el saxo. La batería acelera sin estruendo, muy de fondo. El jazz fluye como le gustaría a todo aficionado que fluyeran todos los discos de jazz. De ahora o de hace sesenta años. ¿Qué más da si los pies se mueven? El solo de piano es rebelde, lleno de síncopas y frases a medias, progresiones de acordes, el saxo entra de nuevo y el que escucha no sabe ya en qué siglo está. Por supuesto, el tema termina con un juego de llamada y respuesta en el que la batería discute con todos (y con muy buenos argumentos).
Los musicazos que forman este cuarteto son, además del contrabajista Leiton, el pianista Toni Saigi, el saxofonista Santi de la Rubia, uno de los exponentes más sobresalientes del tenor en el panorama español actual, y el también omnipresente Jorge Rossy.
Como señalé más arriba, el repertorio contiene siete temas originales de Martín Leiton. Además de la introducción perfecta que es "Rains every Day", podemos escuchar "Gran Karma", que comienza con un solo de contrabajo y está lleno de cambios, escalas y juegos en los que participa todo el cuarteto; "Maletas", un tema muy clásico con buenos solos; "Ollie's" es también un tema lleno de swing y blues, muy rítmico y donde la sección de ritmo no está solo al servicio de un Santi de la Rubia brillante sino que volvemos a escuchar solos y más solos, todos sin un segundo de desperdicio... Para terminar, Leiton ha elegido una balada, quizás porque necesitábamos que redujera la sobredosis de ritmo y porque aquí, en un tempo más sosegado, la tímbrica y la expresividad de los solistas queda más patente. Hay que escucharlo.
Para quienes no hayan tenido el placer, Martín Leiton es un músico canario que comenzó de manera autodidacta y ha llegado a convertirse en profesor del Taller de Músics. Ha desarrollado toda su carrera dentro del jazz y el folclore latinoamericano. Antes de Desde a Bajo, ha publicado dos discos como líder: Medium (96k music, 2011) y Poetry of Sound (Underpool, 2015) y uno como director y arreglista (Martín Leiton Big Band, Inevitable, Fresh Sounds, 2018), pero en este cuarteto parece encontrar una libertad y una expresividad inusuales y, por qué no decirlo, necesitábamos este disco para disfrutar de su magia en casa.
VÍCTOR CORREA, In Lak ' Ech, Hala Ken (Underpool, 2019)
La inquietante portada del álbum,un fotograma de la película Sittin' Pretty (Leo Carey, 1924) nos anuncia ya un proyecto original. El título lo confirma: In Lak ' Ech, Hala Ken ("Yo soy otro tú, tú eres otro yo" en lengua maya). El trombonista Víctor Correa basa su inspiración en su experiencia mexicana y lo define como su proyecto más personal. En muchos aspectos, se sale de convencional, y esto, en el jazz, es decir mucho.
In Lak ' Ech, Hala Ken comienza y termina a ritmo de bebop, a toda máquina pero, para llegar al final, hemos de pasar por un laberinto musical no exento de originalidad y audacia en el que la atonalidad, el ruido y la expresión sin cortapisas están permitidas. Tras varios años tocando y conectando con escenarios (a priori) muy diferentes en México, Correa volvió y grabó este disco en Barcelona, y lo hizo rodeado de jóvenes y conocidos músicos (Toni Saigial piano, Jaume Llombart a la guitarra, Marc Cuevas al bajo y Ramón Prats en la batería) que, como en el título, se reflejan unos en otros en buena compenetración.
Víctor Correa sale de la zona de confort (ese bebop moderno pero bebop al fin y al cabo) del primer tema ("Carballiño Blues") enseguida, construyendo una balada ecléctica que aúna elementos ajenos al jazz. Mayte Alguacil pone la voz buscando un impresionismo que rompe lo que conocemos como balada. El sonido del trombón aumenta la teatralidad del tema. Desde un punto de vista más purista, vale la pena escuchar el solo de contrabajo a cargo de Marc Cuevas. "Alalma (Felicidad)" suena a continuación, un experimento que juega a retener el ritmo y donde Correa experimenta con las sonoridades menos musicales del trombón, unísonos juguetones y un ambiente enrarecido y expresionista. Un inesperado solo de guitarra (Jaume Llombart) aporta un lirismo exótico al tema, explorando también sonoridades inusuales. "Paranoia" podría servir para definir el espíritu especulativo del álbum. Ritmos sincopados, libertad atonal y melódica, ruido, efectos... "Solo" es un ejercicio de expresión personal y sin límites, donde el trombonista explora todas las posibilidades sonoras (musicales o no) del instrumento. El resultado es un tour de force donde instrumento e instrumentista se ponen a prueba. Nos recuerda experimentos igualmente originales y personales como los del saxofonista Marcel·lí Bayer. El final del álbum es una vuelta al principio. "Used Twice", puro bop. Vuelta a la raíz.
Les dejo con dos ejemplos del disco que van del bop al free; para algunos, el yin y el yan.
Dicen los expertos que Gypsy, con partitura de Jule Styne, letras de Stephen Sondheim y libreto de Arthur Laurents, es el mejor musical de Broadway de la historia. El cuarteto del guitarrista barcelonés Rai Paz explora de una manera muy personal las peculiaridades de la partitura de Styne, y lo hace, como no puede ser de otra manera, adaptando los cánones de Broadway al lenguaje del jazz.
Rai Paz es un joven guitarrista de Barcelona formado en el Taller de Músics. Ya lo citamos hace unos años formando parte de un ensemble con jóvenes músicos catalanes que prometía una Nueva Generación. Digamos, por no extendernos, que se ha formado con músicos de la talla de Antonio Mesa, Mark Turner, Bruce Barth... y, por supuesto, guitarristas como Jaume Llombart. Anteriormente, ha liderado Rai Paz & The Jazz Holligans (proyecto dedicado a la música de Sean Levitt) y ha participado en diferentes formaciones como La Posada jazz Collective, Maspollaz, Joana Gomila Folk Souvenir, The Swingbirds, D.O. New Ensemble Next Generation y con la Big Band del Liceo como arreglista.
Este año publica un álbum con su cuarteto que es, como decíamos, una versión personal del musical Gypsy. Mientras que otros exploran el American Songbook para versionar standards, Rai Paz ha tomado la senda arriesgada de versionar todo un musical. Esto da una homogeneidad muy seria al álbum al tratarse de un solo compositor como es Jule Styne, autor de clásicos inolvidables como "Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow!" (uno de mis villancicos preferidos) y "I Fall In Love Too Easily", ambos temas escritos con el letrista Sammy Cahn, y la inolvidable "Diamonds Are a Girl's Best Friend", interpretada por Marilyn Monroe en Los caballeros las prefieren rubias. Además, como nos comentaba el propio músico, estos temas están menos presentes en el repertorio de jazz al ser un musical de finales de los 50 (la mayoría de los standards procedentes de Broadway datan de los musicales de los años 30) y esto aporta más originalidad al proyecto, que también respeta el orden dramático de los temas.
"Por último, decidí respetar el orden de aparición de los temas en el musical para no traicionar su discurso "dramático", su evolución estilística, y conservar su unidad a través de los "leitmotivs" que aparecen en sus melodías, introducciones e interludios", comenta Paz.
Lo cierto es que el resultado es sorprendente. La intención monotemática del álbum nos permite también descubrir los recursos y la personalidad de un joven guitarrista frente a un repertorio limitado, todo un desafío para un solo arreglista y para una formación tan corta como un cuarteto.
Pero el combo formado por Rai Paz a la guitarra, Toni Saigi al piano, Pau Sala al contrabajo y Andreu Pitarch a la batería (con la intervención de una pasional Mayte Alguacil en "Rose's Turn", el tema final) se mueve tan bien entre estilos que convierten cada blues y cada balada y cada momento dramático del musical en buen jazz del que apetece escuchar una y otra vez. Una prueba podría ser "You'll Never Get Away From Me", donde encontramos solos muy bien desarrollados, primero por Paz, luego por Saigi, acompañado por el walking bass de Sala, que tiene su solo a continuación con un swing económico y casi lírico.
En general, siempre me ha parecido que los cuartetos en los que se combina el liderazgo de guitarra y piano dan tanta fluidez al jazz que siempre parecen sonar en directo. Solo hay que escuchar las grabaciones de Wes Montgomery con Tommy Flanagan o Hank Jones en Riverside... o este álbum de Rai Paz. Es cierto que en estas formaciones, el guitarrista lo tiene más difícil porque todo el blues de la partitura recae (gloriosamente) sobre el piano (Saigi) y, a cambio, la guitarra tiene que desplegar todos sus recursos para reinterpretar, casi siempre, la parte de los cantantes, y esto requiere esfuerzo. Por suerte, Paz es un guitarrista de recursos y ofrece líneas llenas de color que gustarán a los aficionados al jazz.
En general, Rai Paz ha conseguido un álbum para recordar, no solo por lo original de la propuesta sino por la solvencia con que sus arreglos y todos los músicos la llevan a cabo, y sirve para descubrir a un guitarrista versátil que no imita, que no se centra en el swing o en el blues, y que tiene un sonido limpio y versátil.
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* Web oficial: raipaz.com
Hay en el jazz contemporáneo una estimulante tendencia a mezclar géneros y estéticas. Esto, que a veces despista a los aficionados, forma parte de la esencia liberal del jazz. En su recién publicado disco Aortae, el saxofonista Albert Carrique nos propone un repertorio basado en el hardbop, pero en una versión más orgánica, con normas más relajadas, del hardbop en un contexto contemporáneo donde cabe desde el chorus más festivo hasta la improvisación y el free jazz.
El catalán Albert Carrique procede del Taller de Músics y de la ESMuC. Llega hasta este disco como líder tras pasar por muchos y muy diferentes proyectos, algunos potentes y originales como el homenaje The Django Orchestra o interesantes campos de exploración como Eos Quartet o sonidos más complejos como la Punch Big Band, ejemplo este último quizás algo estereotipado si lo comparamos con la necesidad de dar pasos adelante que suponen las 8 composiciones de este Aortae.
El álbum comienza con un chorus fácil de tararear y el acompañamiento del scat. Es un engaño. Cuando llega el solo de piano (Toni Saigi), intenso, rompedor, y el saxo de Carrique expresa su personalidad, vemos que estamos ante algo distinto. Aquí es difícil separar al compositor del músico, pero explorando lo compuesto, encontramos otros temas del mismo corte: post-bop muy libre, con unos buenos coros de los vientos, temas juguetones, muy al estilo de Mingus, como "Horus" (ver vídeo más abajo) o "Head Out". "Palo Alto", por ejemplo, contiene un ritmo hipnótico, también muy mingusiano, que va deformándose, deshaciéndose en disonancias hasta convertirse en free para, finalmente, terminar (como un buen tema de hardbop) en el chorus inicial.
Temas más lentos hay pocos. "Aortae" es una balada inteligentemente deconstruida, con un saxo especulativo en el que Carrique mantiene la tensión de una manera portentosa, encontrando un contrapunto muy moderno en el piano y en la delicada voz de Núria Balaguer, quien suena en algunos temas como un instrumento más, especialmente cuando hace scat, ya que cuando canta letras ("Lluna Blanca"), nos sustrae un poco del universo del jazz arrastrándonos a un escenario más localista, más poético, más folk, pero menos jazzístico. La sensación es que las composiciones usan la voz (cuando la usan) como parte del sexteto como si, en lugar de ser un quinteto con cantante, fuera un sexteto clásico de hardbop con tres vientos: saxo, trompeta ¡y voz! Y el resultado es muy bueno.
Quizás pueda resultar un tanto desconcertante la alternancia de unos temas más "fáciles de escuchar" (solo en apariencia) de otros más libres donde predomina lo atonal, la libertad, pero el conjunto resulta un interesante ejercicio de expresión y un buen primer álbum como líder, si bien es cierto que, a pesar de su juventud, Albert Carrique es un músico con una dilatada trayectoria como acompañante y como educador, y aquí demuestra una visión original como compositor, con guiños a la tradición (qué bueno "Quuer Blues"), sin complejos pero también sin amarres.
Los músicos del sexteto son: Albert Carrique (saxo alto y soprano), Òscar Latorre (trompeta, fliscorno), Núria Balaguer (voz), Toni Saigi (piano), Martín Leiton (contrabajo) y Roger Gutiérrez (batería).
Por cierto, el diseño de la portada (de Laura Carrique y Pepon Meneses) es una aorta de ratón vista en el microscopio.
Marcel·lí Bayer & Toni Saigi, Two Horses, (Underpool, 2019)
Marcel·lí Bayer es uno de nuestros aventureros favoritos. Investigador constante, armado solo con sus saxos, lleva recorridas odiseas tan interesantes como 1680(Discordian Records, 2014) o el inesperado Niketchrin (Creative Sources, 2017). Es uno de esos pioneros que sacuden cada semana 23 Robadors en una búsqueda constante y no siempre fructífera de ese eterno mito que es el futuro del jazz. En esta nueva aventura viene armado solo con su soprano y acompañado del pianista Toni Saigi, de quien hablamos hace tiempo sobre su disco de presentación con su cuarteto Tronik.
La apacible fotografía de Alexandra Garzón que llena la portada y un inspirado fraseo de Bayer son los puntos de partida de este trabajo tan poco usual. 14 temas compuestos expresamente para este dúo pensando en las tesituras y los lenguajes propios (y comunes) del piano y del saxo soprano. Dentro de la heterogeneidad del setlist, con temas impresionistas unos ("Zig Zag Ninja") y swingueantes otros ("Ready for Tony"), pero todos líricos, la delicadeza con que ambos músicos afrontan los temas es sobrecogedora. No hay estridencias ni salidas de tono ni fuegos artificiales, la libertad se expresa desde lo íntimo y desde la técnica. Es un jazz que va más allá del free, de lo experimental, de ese jazz que especula y que busca, porque Bayer y Saigi encuentran.
Sin ser válida la comparación, hace unas semanas hablábamos de otro dúo, el formado por Aruán Ortiz y Don Byron, tan anclados en una estética de música clásica (podrían llamarlo Third Stream si les place) como en su papel de experimentadores-en-busca-de-algo. El caso de Bayer y Saigi da un resultado más placentero, más plástico, porque ahonda en el propio lenguaje de sus instrumentos y, como decía más arriba, de los puntos comunes entre ambos instrumentos (y entre ambos músicos) en cuanto a color, armonía, personalidad...
Porque una de las cosas más dignas de celebrar del dúo es la diferencia de ambos músicos cuando los escuchamos por separado. Saigi, en su disco de presentación (La Prinsire de la Sal) se desvelaba como un jazzista puro, con personalidad pero con el oído puesto en la tradición (léase Monk, Mingus...) mientras que Bayer se ha mostrado siempre como un innovador y un experimentador nato capaz de hacer discos a saxofón solo sin que resulten chocantes. Ritmo versus minimalismo, el lenguaje armónico del piano contra el del saxofón rebelde. Los dos improvisadores por naturaleza. La emoción está servida.
TONI SAIGI, La Prinsire de la Sal (Underpool, 2018)
Podríamos decir que Toni Saigi es un brillante pianista bop, pero nos quedaríamos cortos. Las composiciones y la ejecución de Saigi son una especie de conjuro que nos devuelve a los mejores tiempos del jazz, que fueron los 50 y los 60. Esto es una opinión personal pero es menos subjetivo afirmar que hay una clara influencia monkiana en su forma de atacar las notas del piano, y que con su cuarteto, armonizado muy al estilo Mingus, convierten este álbum en una experiencia singular.
Sin duda, una carta de presentación para un primer disco como líder. La Prinsire de la Sal fue grabado en los estudios UnderPool el 17 de diciembre del 17 y publicado en 2018. En el disco, Saigi junto a su cuarteto Tronik, formado por músicos jóvenes y sólidos de la escena barcelonesa: Jaume Ferrer al saxo, Marc Cuevas al contrabajo y Carlos Falanga como batería, habituales del sello Underpool y que aquí funcionan muy bien en conjunto.
A pesar del titular, Saigi está lejos de versionar a Monk pero sus fraseos sobre las teclas ahondan en ese estilo de ritmo roto y recompuesto que hizo inmortal al pianista de Carolina del Norte. El jazz debe sonar espontáneo, como música nacida del sentimiento que es, pero sin duda hay algo cerebral en esta manera de dominar el ritmo y sus cambios, y de expresar con los silencios, haciendo buena esa frase de Mozart que dice que la música se encuentra en los silencios entre las notas, teoría que impulsó Monk con su swing único.
Como buen jazzista, Saigi busca en la tradición y ofrece su propia visión del bop tardío y menos furioso de principios de los 60, algo que aplaudo. Ofrece también guiños (Bud, Tete) que no sabemos si están en la composición o es algo que contagia a sus músicos (hay guiños a Golson y a Rollins en algún solo de Jaume Ferrer, por poner algún ejemplo, incluso a altos como Bird). El tema final ("Holland Inn Hotel"), una balada tremenda en su brevedad y su presentación (piano solo) es, más que un guiño, casi un dejá vu en el que parece que va a entrar Billie Holiday para hacer su clásico "Lover Man".
En las baladas ("Magalí", "La Prinsire de la Sal"). comparte protagonismo con el saxo, que lleva casi todo el tiempo la melodía y a quien ofrece unas respuestas aparentemente parcas pero tremendamente expresivas. Una delicia. En los temas más atrevidos, como "Dieletif", experimenta con el ritmo y con la banda como si todos (incluido el saxo) fueran exclusivamente instrumentos de ritmo. Algo parecido pero menos atonal es "L'Anell que no tinc", duro, con un sonido muy crudo que recuerda otras épocas donde los discos de jazz no sonaban a asépticos compact discs. Aquí, mientras la sección rítmica fluye en su propia salsa, el piano crea una tensión sólo rota por el solo de saxo, templado pero muy bien llevado, con unas réplicas del piano muy personales que también acompañan al solo de contrabajo (qué sólido y mainstream suena Marc Cuevas cuando, sin embargo, como líder, busca experimentaciones más alejadas del jazz convencional) para terminar el tema con un chorus muy articulado y cantable, al unísono, casi hardbop
En resumen, un disco ambientado en la tradición pero con toques muy originales y con un pianista al frente lleno de erudición y, al mismo tiempo, de ganas de abrir nuevos caminos. Toni Saigi tiene lo que tiene que tener un músico de jazz: su propia voz. Supongo que es pronto para afirmarlo juzgando por un solo álbum, pero confío en poderlo escuchar en un futuro próximo con nuevas grabaciones. Y que se parezcan a ésta.
D.O. New Ensemble es un noneto barcelonés nacido bajo el auspicio del Jamboree y gestado, de alguna manera, en las Lab Sessions que se llevaron a cabo entre sus cuatro paredes en mayo y diciembre de 2013, encuentros en los que participó el trombonista Víctor Correa y una serie de jóvenes músicos entre los que nació el vínculo necesario para ponerse un nombre y grabar un disco: The Next Generation (Youkali, 2014). El noneto se llama D.O. New Ensemble y sus miembros son: Víctor Correa (trombón, arreglos y dirección musical), Pep Garau y Oscar Latorre (trompeta), Josep Valldeneu (saxo alto), Nil Mujal (saxo tenor), Rai Paz (guitarra), Toni Saigi (piano), Pedro Campos (contrabajo) y Roger Gutiérrez (batería).
Víctor Correa
El álbum es una espléndida colección de piezas para noneto que abarcan un buen número de influencias. Los arreglos han sido realizados por Víctor Correa, Toni Vaquer y Sergi Vergés, por separado, encargándose cada uno de una parte de los temas; así es como funciona el proyecto y, en el caso de los músicos, los temas se estructuran como una pequeña big band con muchos protagonistas, ya que los solos están muy repartidos por el álbum. Podríamos destacar que hacía tiempo que no encontrábamos solos de trombón en un disco, quizás porque no es un instrumento habitual y menos en formaciones pequeñas. Aquí lo escuchamos en muchos temas. Destacable en "Purple Code". También el solo de contrabajo (Pedro Campos) en "5-0" al compás de un efervescente Roger Gutiérrez a la batería. Sin embargo, la línea argumental es fiel a los arreglos por encima de la improvisación, algo difícil de contemporizar cuando hay nueve músicos en escena...
Este tema es "5-0", compuesto por Jorge Rossy y arreglado por Toni Vaquer:
Además de este tema y por destacar
alguno, destacaremos la extraña e intensa balada "Without Motive",
compuesta por Enric Peinado (Nelson Project), que contiene un no menos intenso (aunque contenido) solo del guitarrista Rai Paz, del que esperamos volver a escuchar.
En líneas generales, D.O. New Ensemble tiene un sonido heterogéneo que recuerda por momentos al noneto de Birth of the Cool,
con una formación bastante diferente, eso sí, pero con un sonido que
(en algunos temas) revive el espíritu de aquellos momentos (Birth...
fue grabado en 1949, publicado parcialmente en 1954 y completo en
1957). Algunos arreglos recuerdan a las big bands tardías de los 60 y en algunos
momentos, un groove en los metales que nos devuelve sonoridades vintage al estilo de
Lalo Schifrin y una época del jazz que nos hubiera gustado vivir.
El
resultado final es un jazz divergente que se mueve con soltura en un
arco histórico-estético que va desde el cool hasta el postbop, con un
álbum lleno de momentos que explorar y disfrutar, y unos jóvenes a los
que, a partir de esta grabación, ya no se puede considerar promesas sino
Músicos con mayúsculas. No habría que perderles la pista.
*** Se puede escuchar una grabación en vivo de D.O. New Ensemble en Ivoox:
http://www.ivoox.com/victor-correa-do-ensemble-the-next-generation-audios-mp3_rf_2074663_1.html