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ENTREGA ESPECIAL

THE LEVIN BROTHERS, Special Delivery (2017)


Creo que es una manera genial de comenzar el año presentarles un discazo de jazz inspirado en el cool, un disco lleno de swing y de improvisaciones a toda máquina. Special Delivery es el segundo disco que graban juntos The Levin Brothers (Pete y Tony). El combo del álbum está formado por Erik Lawrence (saxo y flauta) y Jeff "Siege" Siegel (batería), además de Tony Levin al contrabajo y chelo y Pete Levin, que toca órgano y piano.


Después de décadas de colaborar con otros músicos y de tocar en solitario, Tony y Pete Levin grabaron su primer álbum juntos en 2014. En sus instrumentos, la experiencia de haber tocado y grabado con gente como Buddy Rich, Steps Ahead, Gary Burton, Herbie Mann... El resultado de todo esto es un álbum que suena a cool jazz, que nos retrotrae a esa época dorada de los '50s, cuando el jazz tenía clase y algunos, que miraban a la West Coast, hacían estas maravillas con sonidos elegantes, comerciales pero seductores, expresándose con una pulsión calmada, huyendo de los vertiginosos ritmos del bebop. Y, aunque los hermanos Levin aceleren de tanto en tanto llevados por la melodía ("Fire Drill"), el combo habla de jazz con serenidad y mucha clase.

Special Delivery es su segundo disco juntos, como decía, y contiene temas extraídos de la grabación de tres conciertos durante la gira del año pasado presentando su anterior álbum. En concreto, se grabó en Rochester (Nueva York), Natick (Massachusetts) y Schenady (Nueva York).


El disco comienza con un tema lleno de ritmo titulado "Gimme Some Scratch", para continuar con una swgingueante melodía sincopada de las que se quedan en la cabeza ("Special Delivery"). Ahí Pete Levin nos engancha con uno de esos irresistibles solos de órgano. "Ostropolya" es un tema clásico, para amantes del mainstream, pegadizo y con mucho swing, como casi todos los temas de The Levin Brothers, con un melódico solo de saxo de Erik Lawrence. En el siguiente tema, el sentido del ritmo y la veloz digitación de Tony Levin convierten "Fire Drill" en una carrera contrarreloj. 

Y hasta ahí las composiciones originales. El disco continúa con la balada "Scarborough Fair", en la que Lawrence con la flauta expande un aire místico al principio y muy jazzy conforme avanza el tema, mucho más allá del original de Simon & Gartfunkel. El delicado (y a la vez apasionado) solo de Pete al piano engrandecen un tema que podría haber sonado fantástico en su interpretación más fácil y que en las manos de estos artistas alcanza un nivel espiritual. El siguiente tema que suena es una balada compuesta por Erik Lawrence, muy protagonista durante todo el álbum. "Weight of Action" es una de esas baladas donde el saxo parece contener el paso del tiempo dotando al tema de una solidez pétrea, como una balada de Dexter Gordon. Incluso el lacónico solo de Tony Levin al contrabajo suena duro y categóricamente triste. El resto de los temas son homenajes a Ennio Morricone ("Theme From Cinema Paradiso"), Astor Piazzola ("Milonga del Angel")... 

Pero el tema indiscutible del álbum es "Pete's Blues". Tiene un arranque bestial en el órgano, con una intro falsa que rompe en puro ritmo, con un diálogo muy interesante entre saxo y órgano, para convertirse en un solo enorme a las teclas que despliega muchos recursos pero, sobre todo, un gran uso de la mano izquierda y del vibrato. El solo de saxo resulta demasiado moderno para el disco pero el ritmo lo estaba pidiendo... Se convierte en pura velocidad. El final, en un toma y daca con la batería, sube la temperatura y contagia al órgano para, de nuevo al unísono, redondear un tema que es una bomba. La coda la pone Pete al piano, con una balada compuesta por el batería Jeff "Siege" Siegel y que aparecía en su álbum King of Xhosa.

Para amantes del jazz sin fisuras.


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* Web oficial: www.thelevinbrothers.com

LA LEYENDA DEL PIANISTA EN EL OCÉANO



(Giuseppe Tornatore, 1998)
En el salón de baile de un trasatlántico, en medio de una tormenta, el pianista quita los topes que mantienen sujeto el piano y toca al ritmo que le pide el instrumento mientras se desliza de un lado a otro del salón. El pianista comienza a arrancar notas entre las notas que tiene escritas. El swing se convierte en improvisación. El resultado es electrizante y nuevo.


Si cuando comentaba Nace una canción decía que era una película para principiantes en el jazz, La leyenda del pianista en el océano (The legend of 1900) dirigida por Giuseppe Tornatore en 1999, aunque no es una película de jazz, ofrece un concepto nítido que distingue el swing de ese otro jazz en el que es posible la improvisación, lo cual me recuerda otra escena en otra película (Rebeldes del swing) en la que los chicos discuten porque alguien clasifica el swing dentro de los estilos del jazz (¡Cree que el swing es jazz!).

Novecento fue, en primer lugar, un monólogo teatral escrito por Alessandro Baricco, el autor de Seda. Luego, esta película con un Tim Roth espléndido en uno de esos papeles enigmáticos, casi autistas, que hay que sentir para comprender, el de un niño que nace el 1 de enero de 1900, el primer día del siglo XX, en un barco de emigrantes europeos que está a punto de llegar a Nueva York. El niño jamás llega a desembarcar y (espero no ser spoiler al contar esto) no llega a desembarcar en ningún momento de su vida (esto es parte del encanto y de la originalidad del personaje) por distintos motivos. Después de realizar diversos trabajos en el barco, un día descubre a través de un cristal la imagen de un piano. Aprenderá a tocar después de oír el Peacherine rag de Scott Joplin y acabará convirtiéndose en pianista de la orquesta que ameniza las fiestas de la clase de lujo.

En la escena que describí más arriba, Novecento descubre el jazz por inspiración propia. A partir de ahí, su fama recorre el mundo, e incluso hay quien lo bautiza como el Rey del Jazz. Esto hace que un furibundo Jelly Roll Morton embarque para intentar conocer (y, si es posible, ridiculizar) al supuesto impostor que “pretende” robarle el título. En una escena demencialmente esperpéntica, se enfrentan en un duelo de pianos. El resultado, en la película.

Aparte de la tormenta, hay dos momentos musicales memorables en la película: el primero, cuando compone e interpreta sobre la marcha una balada inspirada en el rostro de una chica que se ve a través del cristal (la película es de un romanticismo contenido que, sin embargo, alumbra en todo momento los mejores silencios del protagonista); la segunda, cuando le preguntan de dónde saca la inspiración para tocar y afirma que se inspira en lo que ve, y comienza a describir a los personajes que hay alrededor.

La banda sonora, compuesta por el versátil Ennio Morricone, incluye el ragtime de Scott Joplin y algunas piezas originales de Jelly Roll Morton. Tim Roth toca el piano en alguna escena, pero no he podido corroborar si todo lo que aparece en la banda sonora ha salido de sus manos.