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CONEXIÓN CUBANA

ALEJANDRO VARGAS CONSORT  con  CAMERATA EGERIA 
y ROSA CEDRÓN, Chané na Habana (aCentral Folque, 2017)
   
Para que se hagan una idea, el disco comienza con "A Foliada", etiquetado en el libreto como muiñeira-afro. A partir de aquí, pensarán que todo es posible. Y lo es. Latin jazz cantado en gallego. Casi nada. Pero nada es fortuito en este álbum. Cuando, en el siguiente tema (un bolero con aire gallego), la voz de Rosa Cedrón canta eso de "Pasa xa, Gaiteiro" y lo que suena es una trompeta con sordina, el resultado es genial y uno no tiene más remedio que preguntarse de dónde viene todo esto.

José Castro Chané (Santiago de Compostela, 1856-La Habana, 1917) fue un exponente del romanticismo musical gallego, recordado como creador de la canción gallega de concierto e impulsor del movimiento coral contemporáneo; en resumen, uno de los exponentes de la música popular gallega tal como ha llegado hasta nosotros.
En 2017, coincidiendo con el centenario de Chané, aCentral Folque (el Centro Galego de Música Popular de Compostela), dentro de su enorme labor de difusión, organizó un espectáculo musical en el que se rendía homenaje al músico, para lo cual se realizaron no sólo arreglos sino también una extensa labor de investigación en archivos locales y de Cuba y Norteamérica que dio como resultado el hallazgo de varias composiciones que se consideraban perdidas. El director musical del proyecto, el pianista cubano afincado en Galicia Alejandro Vargas, reunió un Consort con viejos conocidos de los que hemos hablado en alguna ocasión (Mayquel González a la trompeta, el contrabajista José Manuel Díaz y los percusionistas Javier Barral y LAR Legido), a los que se añadió la voz de Rosa Cedrón y las cuerdas de la Camerata Egeria, todo un plantel de músicos que vienen del jazz, del folk y de la música clásica para hacer de este disco un homenaje único.

Vargas y José Manuel Díaz han realizado para el proyecto unos arreglos que reúnen todas estas influencias musicales en perfecta simbiosis (nada desentona ni es discordante), ofreciendo así un repertorio que podría sonar natural en cualquier escenario jazzístico, salvo por el uso de la lengua gallega (una maravillosa sorpresa cómo suena con estos ritmos mestizos) y las cuerdas, que no las encontrarán en ningún club de jazz y que aquí suman un elemento dramático, nostálgico, que enlaza a la perfección tanto con los aires gallegos como con los cubanos. Pero es solo un elemento más. En todos los temas se percibe de una manera orgánica la interrelación entre todas estas músicas: los ritmos cubanos, el jazz latino y la canción gallega, heredera en las composiciones de Chané de la balada del Romanticismo, a la que devuelve su origen popular, pero también es inevitable notar que hay un gran ejercicio de adaptación y fusión en arreglos de los temas, tanto cuando se funden las canciones con el ritmo jazzístico (en sus diferentes sonidos) como en los temas que fluyen como una montaña rusa, cambiantes, vivos.


Escuchados de manera individual, es un placer conocer a este pianista cubano afincado en España. Sus arreglos son imaginativos y tiene algunos solos que ponen el acento en algunos temas con originalidad y fuerza, como en el chachachá "Cantiga", donde derrocha libertad y blues a partes iguales, o "Com'as Frores", con su contrapunto moderno e impresionista.


El trompetista Mayquel González, con su dominio de las armonías, de la sordina y la manera relajada en que improvisa, nos devuelve la fe en que se puede hacer un jazz cubano sin estridencias, con elegancia y maestría al mismo tiempo. Fantástico su solo conclusivo en "Un adiós a Mariquiña". De la sección rítmica ni hablamos: hay que escucharla. Tanto mestizaje confiere un desafío a cada tema y tanto Díaz como los percusionistas dominan la situación en cada momento. El contraste es la voz de la cantante Rosa Cedrón (Mike Oldfield, Luar na Lubre, La Barbería del Sur), folk y gallega 100%, una voz con sentimiento que podría hacer jazz y que aquí, sin embargo, sin perder la raíz, resulta un contrapunto excitante.

Y todo ello en una edición espectacular, en caja y con un cuidado libreto de más de 50 páginas con abundante material gráfico e información musicológica para quien quiera ir más allá de la simple y placentera escucha.


Alejandro Vargas Consort son:
Piano: Alejandro Vargas
Trompeta: Mayquel González
Contrabajo: José Manuel Díaz
Percusión: Javier Barral
Batería: Luis Alberto Legido
Voz: Rosa Cedrón

Camerata Egeria son:
Violines primeros: Ildikó Oltai, Irina Gruia, Michal Riczel
Violines segundos: Kiyoko Ohashi, Elina Viksne, Enrique Roca
Violas: Ioana Ciobotaru, Iriana Fernández
Cellos: Xusa Hervás, Bárbara Switalska
Contrabajo y dirección: Alfonso Morán
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* Web del proyecto: www.folque.com

* Web de Alejandro Vargas: https://alejandrovargas.info

* Fotografías de Alejandro Vargas © Rafa Pasadas: www.rafapasadas.com


ALBERTO VILAS QUINTETO

Nuevas visiones... cromáticas

Existe cierto antiguo refrán que comparaba a Liszt con Chopin. Lalo Schifrin lo (re)utilizó con los nombres de Bill Evans y Oscar Peterson. Para Schifrin, Peterson y Liszt conquistaron el piano; Evans y Chopin lo sedujeron. Extendiendo la alegoría, podríamos decir que Alberto Vilas lo enamora. La manera en que extrae la belleza de las 88 teclas con sus composiciones y su forma de tocar validan esta afirmación. En todo caso, tanto las referencias a Evans como a los clásicos vienen muy a cuento aquí porque el pianista que escuchamos hoy trae tras de sí una formacion clásica. Alberto Vilas, el músico en cuestión, presenta en su segundo disco, Crónica cromática, un álbum en quinteto, donde aúna heterodoxia y vanguardia con elegancia.

El primer punto a favor del disco cuando lo tenemos en las manos es su presentación. Ni caja de plástico ni digipack. El álbum llega en una espectacular caja de cartón sin plastificar. En su interior, el disco viene en un sobre de papel negro con el logotipo en relieve. El libreto, por su parte, es un A-4 plegado en seis partes que lleva en un lado la reproducción de una interesante pintura de Lolo Nantes y por el otro toda la información que corresponde al libreto. Una delicia para coleccionistas en estos tiempos de iTunes y sucedáneos.


En Crónica cromática está presente esa ductilidad del jazz para enredarse y transformarse con influencias externas y no tan externas. Alberto Vilas es un pianista de conservatorio (Vigo, en concreto), con formación jazzística (alumno de Abe Rábade y Paco Charlín en el Seminario Permanente de Jazz de Pontevedra) y con cierta experiencia en otras músicas como el rock y el tango (forma parte del proyecto Tangata). Todo esto tiene un peso específico en su manera de componer y se nota en el disco, donde el jazz fluye con la suficiente libertad como para adentrarse en ciertas sonoridades sin salirse de la senda.

En cierto modo, esto es lo más remarcable de Crónica cromática, el hecho de presentar un repertorio heterodoxo y transgresor a la vez, lleno de referencias jazzísticas pero innovador en estructuras, en armonías, en el mismo concepto del quinteto con piano, guitarra y saxofón, una formación no muy habitual pero que constituye un quinteto en el sentido más jazzístico de la palabra, aunque se permita la licencia de variar el número de músicos en algunos temas e incluso de hacer un maravilloso solo de piano en la coda del disco ("Alma en calma"). En lo innovador, la capacidad para integrar elementos ajenos al jazz y ese cromatismo del que Alberto Vilas presume en el título del disco, un cromatismo que queda patente en cada compás y en cada armonía. No hay que ser músico ni leer música para apreciarlo: se entiende en la diversidad de conceptos que se barajan tema a tema, en el sentimiento que hay en ellos y en la enorme paleta de colores (valga la metáfora) que podemos escuchar. A pesar de todo esto, los temas suenan de una manera fresca y natural, fácil de escuchar. Y esto no es poco.

El quinteto lo componen el guitarrista Felipe Villar, del que hablábamos hace poco por el lanzamiento de su álbum Home y que aquí tiene un papel principal, aportando color y, en cierto modo, espejando el lenguaje del piano. Nos ha gustado especialmente la manera en que ambos instrumentos se combinan, hablan y se responden en "Coma peixa na auga", un tema que contiene elementos funk de una manera sutil, un tanto sublimada. En "Onírica" también hay una conexión piano/guitarra ciertamente bella. Rosolino Marinello es nuestro descubrimiento de este disco, un saxofonista versátil (alto, soprano...) y, en cierto modo, clásico, que no defrauda y que se integra en el quinteto con eficacia. En el contrabajo está Juansy Santomé, al que hemos escuchado antes acompañando a Marcos Pin en el proyecto Organic Collective y en Factor E-Reset. Javier Barral nos ha sorprendido también por el uso que hace de las escobillas. Nunca habíamos notado tal abundancia de escobillas en un disco y con tan buen resultado. Cuando un batería es rítmico y espectacular sin recurrir al ruido ("Vai pasar", "Instante distante") tiene que recibir nuestro aplauso.

Como es nuestra costumbre, elegimos un tema del álbum. En Crónica cromática nos ha gustado especialmente este "Instante distante" porque suena canónico y, al mismo tiempo, contiene todos esos elementos de fusión con la clásica y el folk que mencionábamos, todo ello con una elegancia que es la seña distintitva de las composiciones de este disco. Que ustedes lo disfruten y, si es en formato físico, mejor.



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** Fotografía de Juan L. Amado.