El acercamiento que hizo Leonard Bernsteinal jazz en obras como West Side Story ha movido a muchos músicos a tocar sus temas y a perpetuarlos como standards. En el disco que estamos escuchando hoy, se revisan varios de sus temas más conocidos con una formación vienesa perteneciente a la JAM Music Lab University, dirigida por el pianista Danny Grissett y "protagonizada" por un invitado tan especial como es Peter Erskine, baterista cuya leyenda viene de largo (en formaciones como las de Maynard Ferguson, Weather Report, Steps Ahead o en sus 18 discos como líder). Al ritmo de su dilatada experiencia, estos temas clásicos de musicales de Broadway flotan con una fluidez adictiva en un universo (esta vez sí) puramente jazzístico. Lo mejor es que el álbum está grabado en directo.
El disco empieza de menos a más, con una delicada versión de "Somewhere" que, tras una intro meditativa, entra en el ritmo con el discurso del saxofonista Robert Unterköfler. Un solo de Danny Grissett con mucho juego e interesantes progresiones de acordes pone el piano en el centro del tema para llevar la tensión al punto en que percibimos esa contundencia con la que Erskine marca el ritmo sin abandonar su elegancia. El resto del álbum se mueve en la misma línea: elegancia, ritmo, mucho swing y solos acertados y limpios.
Danny Grissett
En "I Feel Pretty" (también de West Side Story) destaca el protagonismo de la armónica (Bertl Mayer), con un solo muy intenso al que sigue, en contraste, uno de guitarra (Andreas Varady). En "It's Love" (de Wonderful Town) encontramos la grata sorpresa de un violín, uno de los instrumento menos frecuentes pero más excitantes del jazz. Cozy Friedel recorre todas las posibilidades de la melodía de Bernstein sobre el exquisito trabajo en los charles de Peter Erskine y de un efervescente Danny Ziemann al contrabajo. Le siguen nuevos solos de armónica, guitarra, piano... en un disco lleno de solos reivindicando ese jazz orgánico y visceral, lleno de all stars, que siempre defendemos.
Mientras "Some Other Time" nos deja ver el lado más íntimo de la banda, convirtiendo el tema en una balada casi callada, donde el piano habla en voz baja, a un ritmo lentísimo, y la batería susurra, "Lonely Town" (también del musical On The Town) y "Cool" (de West Side Story) continúan esa línea rítmica y clásica, con pequeñas sorpresas aquí y allá. El álbum solo incluye dos temas originales. Uno es la balada "Vienesse Summer", escrita por Grisset, y el otro "Calls and Hollers", un tema compuesto por Marcus Ratkaque absorbe la manera de Bernstein de re-interpretar el jazz, con su dramatismo teatral y efectista (aquí la batería de Erskine juega un papel fundamental en un solo antológico). Este par de temas se mimetiza con el resto para redondear una obra perfecta en concepto (salvo por la ausencia de algunos temas muy conocidos) y muy placentera de escuchar.
En resumen, Bernstein in Vienna es una celebración de los standards nacidos en los musicales de Leonard Bernstein con una estética jazzística que agradará a los más puristas.
Recopilamos en este artículo (sin interés comparativo) tres álbumes monográficos editados recientemente. Cada uno de ellos se mira en un jazzman clásico para enfocar su repertorio con una personalidad nueva. Son un saxofonista que reimagina a Monk, un guitarrista que lleva a su terreno temas de Wayne Shorter y un saxofonista barítono que versiona a Clark Terry con toda una big band detrás. Cosas del jazz.
ADAM SCHROEDER & MARK MASTERS, CT!
(Capri Records, 2024)
El arreglista Mark Mastersaparece con regularidad en el panorama del jazz al frente de discos muy interesantes en los que juega simplemente el papel de arreglista o de director. En el disco que hoy escuchamos, se ha aliado con el saxofonista barítono Adam Schroeder para versionar nada más y nada menos que a Clark Terry. Seguramente, los standards compuestos por Clark Terry no tengan los títulos más recordados entre los aficionados al jazz, pero todos reconocen perfectamente la voz de su trompeta. En este disco, el papel protagonista lo tiene Adam Schroeder (no interpreta a Terry salvo en espíritu), uno de los músicos más solicitados de Los Angeles, que se mueve con elegancia y contundencia en temas como "Groundhog" o "Boardwalk", con un swing enérgico que se aprecia mejor en el barítono.
Schroeder concibió el proyecto como una celebración del centenario de CT, pero el parón de la pandemia le hizo posponer el proyecto, ahora publicado por Capri Records. En alianza con el arreglista Mark Masters, ha definido este proyecto a lo grande, con una docena de músicos (Sal Lozano, saxo alto; Bob Sheppard, tenor y soprano; Kirsten Edkins, tenor; Adam Schroeder, barítono; Francisco Torres, trombón solista; Ido Meshulam y Lemar Guillary, trombones; Dan Fornero; trompeta solista; James Ford y Aaron Janik, trompetas; Edwin Livingston, bajo; Peter Erskine, batería) y temas arreglados de una manera muy inteligente, respetando el espíritu juguetón de la música original pero acercándola (mérito de Masters) a la filosofía de Duke o de Count Basie, jugando con el ritmo y con intervenciones explosivas de los vientos, eso sí, con un brillante sonido de big band moderna. Los temas de CT, llenos de solos, guardan constantes momentos de esos que un aficionado al jazz aprecia. También continen pasajes que nos recuerdan aquella complicidad entre Clark Terry y Pepper Adams... o Bob Brookmeyer. Nostalgias...
En Oneness, el saxofonista suizo Christoph Grab y su quinteto Reflections hacen un particular homenaje a la música de Thelonious Monk con un repertorio que se sale de lo habitual, rebuscando en su discografía para construir su propia versión de los grandes éxitos de Monk sin sus temas más conocidos. Sí, están "Ugly Betty" y "We See", pero muchos echarán en falta temas mucho más escuchados (y repetidos). A este repertorio inesperado se une una formación bastante inusual, un quinteto sin instrumento armónico, con tres vientos al frente: saxo, trompeta y trombón (Christoph Grab, Lukas Thoeni y Andreas Tschopp, respectivamente), bajo (Bänz Oester) y batería (Pius Baschnagel).
Los arreglos (todos de Grab) respetan los indecisos ritmos de Monk (ah, esa seductora versión de "Skippy") y adapta su peculiar manera de escribir los acordes al lenguaje de un quinteto con la peculiar tímbrica de tres instrumentos de viento sonando al unísono. A eso se añade una dosis bastante importante de improvisación. El grupo suena bastante melódico en los chorus y, por momentos salvaje, en temas donde la improvisación "empuja" a las composiciones de Monk hasta sonoridades callejeras que nos recuerdan a Nueva Orleans ("Wee See") o más contemporáneas y atonales ("Work") sin perder de vista la filosofía monkiana en ningún momento.
En definitiva, un disco recomendable, tanto para fans de Monk como para seguidores de sonidos más modernos, en especial porque demuestra que la modernidad de este pianista fallecido hace 40 años sigue vigente.
ERAN HAR EVEN, Shorter Days (World Citizen Music, 2024)
El homenaje (quizás) más inesperado es el del guitarrista Eran Har Even. Su álbum Shorter Days es toda una revelación. A priori, reinterpretar las armonías de un músico tan complejo como Wayne Shorter a las seis cuerdas parece imposible. Transportar su música para saxo es, ya de por sí, un trabajo que no puede dar buenos resultados, pero el guitarrista (a trío con el bajista Omer Govreen y el baterista Wouter Kühne) se ha centrado en las melodías y las armonías para construir un sólido homenaje donde trae a su terreno los temas de Shorter para que parezcan escritos para guitarra.
Documentales como Zero Gravity, dirigido por Dorsay Alavi (y producido por Brad Pitt, entre otros) para Prime Video, no hacen sino avivar la nostalgia por este compositor tan espiritual, siempre buscando nuevas dimensiones musicales. Puede que, a la guitarra, sus temas no suenen tan místicos, y tengamos que asumir que, en el fondo, Shorter era humano, pero su jazz, especialmente el de sus inicios, suena efervescente y swingueante en las manos de Eran Har Even ("One by One", "Capricorn"), evocador en la desnudez del trío ("Night Dreamer", que mantiene su delicioso 3/4 original) o lleno de extensos discursos melódicos ("Nefertiti").
Quizás sea un álbum que vaya a gustar más a los aficionados a la guitarra de jazz que a los fans de Shorter (a quienes también recomiendo) pero es un buen ejemplo de cómo hacer un tributo a un músico respetando su filosofía musical y, al mismo tiempo, empleando una voz personal, nueva.
ALAN BROADBENT, Developing Story (Eden River, 2017)
A sus 70 años, el pianista, compositor y director de orquesta Alan Broadbent está más activo que nunca. Desde sus inicios en 1966, con una beca de Downbeat Magazine para estudiar en Berklee, pasando por su primera experiencia en la orquesta de Woody Herman como pianista y arreglista, hasta sus colaboraciones con cantantes como Diana Krall (Live in Paris), Abbey Lincoln (It's me) o Natalie Cole (con quien Broadbent ganó uno de sus dos Grammys), no ha dejado de crear. En los últimos años, ha aparecido en este blog en varias ocasiones (con orquesta, a piano...) y ahora nos llega con una obra para trío de piano y orquesta titulada Developing Story.
Como intérprete, Alan Broadbent atesora en sus dedos toda la experiencia del jazz de las últimas décadas, desde el bop hasta el mainstream actual, cualquiera que se entienda por actual. Pero es como compositor y como arreglista como nos interesa y como destaca en este nuevo álbum. Broadbent utiliza la orquesta como hacía Duke, como un gran instrumento en sus manos, aunque el poder de Broadent reside en la fuerza lírica más que en el ritmo.
Developing Story, como si fuera un LP, tiene dos caras. La primera, que lleva por título el del álbum, es una composición original para trío de jazz y orquesta, una seductora obra dividida en tres movimientos con un tema a cargo del piano solista que retoma luego la orquesta con toda su potencia y en diferentes variaciones.
El trío con el productor Ralf Kemper
El primer movimiento entra forte para luego mostrarse meditativo, con aires de banda sonora de película clásica, una orquestación que traerá al oyente más de una vez esta sensación, haciéndole deducir que hay una historia detrás de la música, una historia sin palabras y esta elipsis dota de mayor poder a la música. En el segundo movimiento, es el piano a ritmo de vals, acompañado sólo por las cuerdas, en una improvisación deliciosa para, después, dejarnos brillantes y sugerentes pasajes de orquesta y pasar al tercer movimiento donde, por fin, los protagonistas (musicales) de la historia toman la palabra: el trío de jazz (con Harvie S en el bajo y Peter Erskine a la batería). Primero el piano en un diálogo con la orquesta que rompe en una improvisación con mucho swing que termina con gran fuerza, explotando en un solo de batería que sirve de puente para que la orquesta vuelva a los temas recurrentes y, de ahí, hasta un gran finale cargado de emoción y de reminiscencias exóticas y épicas.
La segunda "cara" del disco es una serie de standards que el pianista revisa con sensibilidad y originalidad, originalidad no sólo por el uso de la orquesta sinfónica sino porque no se limita a "vestir" de clásico a los temas sino que los "desnuda" y los vuelve a montar desde el principio, a partir de las armonías y melodías, para crear obras orquestales (casi) originales.
El primer tema de la segunda parte es "If You Could See Me Now" de Tadd Dameron, aquí una balada que recuerda a la original pero con una exquisita orquestación que nos retrotrae a aquellas espectaculares bandas sonoras de las películas de los 50. "Naima" (Coltrane) comienza con una fanfarria que anuncia una balada a piano emotiva y fiel al original en sus progresiones armónicas. Algo parecido ocurre con "Blue in Green", donde la batería arrastra al piano en un desarrollo seductor que adopta una dimensión única, extrajazzística pero memorable, cuando se une la orquesta. Broadbent dedica estas variaciones a la memoria de Charlie Haden (de cuyo Quartet West era miembro original). Hay también dos temas originales: "Lady in the Lake" y "Children of Lima", donde el piano (y su sentido del swing) brillan tanto como la orquesta, pero el tema más inolvidable es la versión orquestal de "Milestones", llena de fuerza, ritmo y que suena tan actual como atemporal.
Les dejo el vídeo de presentación. El disco está producido por Ralf Kemper (de quien hablamos cuando recuperó la figura de Litte Jimmy Scott), grabado en los estudios Abbey Road de Londres y en él participa la London Metropolitan Orchestra, dirigida, por supuesto, por el propio Alan Broadbent.