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En cierto sitio leí hace tiempo dos cosas sobre el arreglista y saxo tenor Bob Belden. Una, que hacía discos oportunistas como éste de tributo. La otra, decía simplemente que caminaba al borde del jazz. Como no sabía que hubiera una frontera y padezco la adicción de comprarme todo lo de Sting que se grabe, ya sea original o versiones, tuve que comprármelo. Que me gustan las versiones no es ningún secreto (hablaba de esto cuando hablamos de la improvisación en el jazz) pero, tratándose de un músico pop, suele ocurrir que los que versionan sus canciones tienden a imitarlas. En el jazz debería ser distinto: un músico de jazz siempre tiene que aportar algo. Cierto que homenajes como Swingin’ to Sting & The Police dejan mucho que desear, especialmente en lo que a swing concierne, pero hay otros como Blue Note Plays Sting o el último que acabo de pillar, que valen la pena, aunque sólo sea por lo que aportan los arreglos de Belden o los solistas (Dianne Reeves, John Scofield, Jerry Gonzales...).
Por poner algunos ejemplos, Sister moon suena (al fin, después de oír muchas versiones) como una balada de jazz. Tiene un aire bluesy que es contagioso. Lo canta Phil Perry y Bobby Watson pone un solo de saxo alto delirante. Dianne Reeves, por su parte, hace del místico Wrapped around your finger una de sus obras de arte, dándole ese toque africano con algo de R&B que da a su jazz. Aquí John Scofield pone un solo de guitarra que no existe en la versión original.
Bob Belden admite que se inspiró en las colaboraciones de Miles y Gil Evans,
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Shadows in the rain, una canción que sonaba a rock duro en Zenyatta Mondatta (A&M, 1980) con su estribillo paranoico (“It cant’ be an optical illusion, so how can you explain shadows in the rain”) se convierte aquí en una balada etérea y onírica, con un inspirado Tim Ries al soprano, mientras que Children crusade, otra pieza de corte orquestal, es recreada por la Bob Belden Ensemble como una sofisticada balada en la que el piano (Marc Copland) cede parte del protagonismo al saxo.
Poco más que decir, sólo que es justo que una música como la de Sting vuelva al jazz. En primer lugar, porque es de los pocos músicos de rock que comenzaron haciendo jazz (en la Newcastle Big Band) o fusión (con Last Exit). En segundo, porque muchos de sus temas parten de patrones o influencias jazzísticas y la adaptación es, más que fácil, inevitable.
Si me hago con él, hablaré aquí pronto del nuevo disco de Bob Belden, en el que reinterpreta a Miles, su Bitches Brew y su In a silent way, a través de la música hindú. Promete, pero no me decido.