JEAN-PHILIPPE GUY, Équilibres (2016)
Hace años que el vocalista francés Jean-Philippe Guy da color a los escenarios de Europa y de Madrid, donde vive, con su voz nostálgica y su repertorio de jazz. Este mes acaba de publicar su tercer álbum, Équilibres, un título que define con elocuencia la materia de la que está hecho su trabajo: una inusual y gratificante mezcla de estilos (jazz, soul, chanson française, zydeco, blues) en un delicioso equilibrio en el que se mueve sobre la frágil red de las cuerdas (guitarra y contrabajo), sin el apoyo armónico del piano o de los vientos. Pura audacia.
La chanson francesa es un estilo cuyo ritmo se adecua con facilidad al swing y a la síncopa del jazz. El sentimiento de blues inherente a la manera de cantar francesa ha contribuido también a que las composiciones de Ferré, Kosma, Gainsbourg, Piaf, Brel... hayan pasado al repertorio de jazz de una manera natural. No están estos nombres entre los autores del repertorio de Équilibres, pero sí el espíritu francés que Guy imprime en sus versiones de Irving Berlin, Stevie Wonder o Joni Mitchell, al tiempo que asume con naturalidad sonidos americanos que van del country ("Demain Soir") al blues en "Madrid Shopping Blues" (y, en medio, su híbrido el zydeco), para marcarse un gospel ("Armstrong" de Claude Nougaro, que es, a su vez, una versión del espiritual negro "Go Down Moses"); todo esto sin olvidar sus raíces, con cuatro versiones de Barbara (incluidas la deliciosa "Dis quand reviendras-tu?" y la apasionada "Le Soleil noir").
Esta es la versión que Jean-Philippe Guy hace de un clásico compuesto por Leo Robin y Richard A. Whiting ("My Ideal"), que aquí se llama "Ma moitié". El sitio es Clamores.
Los músicos que acompañan a Jean-Philippe Guy en el vídeo y en el disco son el guitarrista Rayko Pepelanov y el bajista Alejandro Masafret. Como se puede escuchar en el vídeo, el trabajo de sostener las canciones sólo con la voz y las cuerdas ya es en sí un desafío; versionar todos estos clásicos del blues y del jazz en francés (para un galo afincado en Madrid) supone una declaración de intenciones, una marca distintiva, personal, que hace de este disco y de su autor algo único e identificable.
Para rematar la definición de audacia, el equilibrio del que hablábamos al principio está presente en la contraportada, donde, intencionadamente, los títulos de las canciones aparecen desordenados de una manera ilógica y anecdótica (1, 3, 7, 13, 12, 2...).
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