PETE KELLY'S SEVEN

 Jazz dentro y fuera de la pantalla

Durante la segunda mitad de los años 50, una banda llamada Pete Kelly’s Seven recorría los clubs de los Estados Unidos. Su historia comienza en 1955, tras el rodaje de una película en la que intervenían, entre otros, Peggy Lee y Ella Fitzgerald, una de las primeras películas musicales presentadas en glorioso estéreo, rodada en Cinemascope, que es, además, una de las películas de gangsters preferidas de Martin Scorsese.



La película, llamada precisamente Pete Kelly’s Blues, está ambientada en el Kansas City de los años 20. Contiene una historia coherente, diálogos ácidos y, a pesar de mostrar algunos personajes tipo como la flapper con dinero enamorada del hombre ajeno a su mundo (en este caso, un músico de jazz) gana peso al mostrar algunos aspectos de la vida de los músicos de jazz en el primer cuarto de siglo, como el interés de la mafia por manejar a las orquestas de éxito, los restaurantes con música en directo (en éste incluso el champán es de garrafa), con la salvedad (impuesta por el mercado) de que en esta trama todos los personajes son blancos. Los únicos negros que aparecen en pantalla (exceptuando a Ella Fitzgerald) lo hacen en un funeral (el cornetista Teddy Buckner canta) que da pie a lo mejor de la historia, la forma en que la corneta de un muerto se pierde tras la ceremonia y acaba en manos de un soldado (Jack Webb) cuando alguien la apuesta a los dados, condicionando así el futuro del personaje.

Ella Fitzgerald aparece como la cantante de un speakeasy (un lugar donde se podía beber durante los años de la Prohibición) llamado Fat Annie’s, y tiene un par de frases. Interpreta el tema del título y, en la pantalla, “Hard Hearted Hannah”. Peggy Lee canta y hace un pequeño pero acertado papel como una cantante alcohólica por el que fue nominada al Oscar. Otro músico que aparece en la película es el guitarrista Herb Ellis, quien toca el banjo acompañando a Janet Leigh (aunque no estoy seguro que la voz que se escucha sea la de ella). Dick Cathcart toca la trompeta doblando al personaje principal, Kelly, interpretado por Jack Webb, que además dirige este largometraje.

Jack Webb, gran aficionado al jazz, llevaba doce años intentando hacer esta película desde que tuvo una conversación con Dick Cathcart, a quien habló del proyecto en 1943 y quien le enseñó a tocar la corneta para la película. Aparte de la reconstrucción de la época (1927) en términos de vestuario y atrezzo, Webb eligió los ritmos de Dixieland para sus músicos en lo que llamó New Orleans Two-Beat (estilo N.O. de dos tiempos).

Aunque en la pantalla aparece un opteto formado por actores (sólo el guitarrista y el saxo son músicos reales), en el que destacan el protagonista (Jack Webb, doblado lógicamente por Cathcart) y Lee Marvin, que interpreta a un clarinetista, el combo real eran Matty Matlock & His All Stars. Estaba formado por Matty Matlock (clarinete), Dick Cathcart (corneta), Moe Schneider (trombón), Eddie Miller (saxo tenor), Ray Sherman (piano), George van Eps (guitarra), Jude de Naut (bajo) y Nick Fatool (batería). En la ficción eran Pete Kelly and His Big Seven, pero, a raíz de los buenos resultados comerciales de la película, comenzaron a girar por los clubs bajo el nombre de Pete Kelly’s Seven con notable éxito; incluso se hizo una serie de televisión de 13 episodios con el mismo título y también con Dick Cathcart doblando al protagonista (en este caso, William Reynolds). El tiempo, sin embargo, los ha borrado del recuerdo. 


El mismo combo con Peggy Lee:

3 AZOTEAS

Fusiones en la frontera de la electrónica

Nunca he estado muy del lado de las fusiones, aunque admito que está en la esencia misma del jazz la interculturalidad, el mestizaje de los sonidos y la experimentación. El grupo gallego 3 Azoteas propone en su primer disco titulado A priori (Audia, 2011) un sonido eléctrico, sincopado, lírico pero con algunos toques de blues, elaborado con instrumentos electricos (sintetizador y bajo eléctrico) alternados con sus hermanos acústicos (piano y contrabajo) y batería. 

Sus respectivos responsables (Iago Mouriño, Pablo Pérez Sanmamed y Miguel Queixas) despliegan un repertorio de temas propios (y una versión de un preludio de Chopin) compuestos sobre la base del jazz pero con la mira puesta en otros ámbitos, desde la música clásica (en los temas más introspectivos) hasta el rock progresivo ("Estaba melhor no libro", "Turismo no planeta dos simios"). 

La versión del "Preludio en mi menor" de Chopin es una deliciosa paranoia que salta del lenguaje maquinal del sintetizador al lirismo propio del Romanticismo, para arrancarse por momentos con notas de blues que lo enriquecen enormemente. Por suerte, el swing está presente en la base de la mayoría de los temas (genial e intenso el tema final "A fermosura intrínseca dos ornitorrincos fosforescentes") y salva del aburrimiento a algún que otro corte. 

El resultado en la mayoría de los temas es una música introspectiva y lírica, a menudo más cerca de Keith Jarret que de Joe Zawinul, no tan electrónico como hacía sospechar el arranque del disco, y demostrando que se puede tocar el teclado electrónico con sensibilidad, como el Bill Evans de los 70, cuando grabó con el Fender Rhodes sin perder su estilo. El mejor ejemplo es "Iria". A pesar de todo, cada vez que oigo este tipo de experimentos realizados desde el punto de vista del jazz no puedo evitar recordar la anécdota que ya contamos sobre la primera vez que Herbie Hancock tocó un piano eléctrico.


KERMIT RUFFINS

Happy talk, happy singing, happy jazz

Kermit Ruffins es un showman. Cantante y trompetista, posee la felicidad del hot jazz y el peso de la tradición de Nueva Orleáns. Es un habitual de los locales de la ciudad del Mississippi, donde toca a diario. Los que no pasamos habitualmente por allí lo conocimos por sus apariciones en la serie Tremé, donde se le ve interpretándose a sí mismo y (tiremos de anecdotario) montando su barbacoa fuera de un local, costumbre que tiene en la vida real: ofrece a los espectadores y amigos una barbacoa antes de cada actuación. Pero lo que de verdad nos importa de Kermit Ruffins es su estilo. Toca la trompeta como Louis Armstrong, canta como Louis Armstrong y nos hace felices como Louis Armstrong.






El anclaje de Nueva Orleans a la tradición es indiscutible, por más estilos que abunden en esta Ciudad de la Música, y Ruffins, sin ser un purista, bebe directamenta de esta(s) tradición(es) y transmite este espíritu mestizo, (im)puro y global, porque Nueva Orleáns es un pequeño mundo. Blues, cajun, ritmos tropicales, tradición... Todo cabe dentro del estilo de Kermit Ruffins y todo está en este disco: Ruffins demuestra, canción tras canción, que, sin perder el swing, puede ser decididamente soul ("More Today Than Yesterday"), dolorasemente bluesy ("New Orleans", con esa trompeta desgarradora) o sentidamente Satchmo ("La Vie en Rose"), porque la voz de Ruffins tiene el timbre y el espíritu de Satchmo, con un guiño que nos retrotrae a aquel tiempo pero que suena ácido como sólo puede sonar el jazz moderno. ¿Qué más se puede pedir?

Happy Talk, el primer álbum de Kermit Ruffins después de Tremé es también su primer álbum con big band, una especie de vuelta a sus orígenes porque Ruffins fue uno de los creadores de la Rebirth Brass Band, aunque luego en sus discos en solitario utilice combos más pequeños. La banda (dieciséis músicos en total) envuelve ese sonido que brilla con la autenticidad de las second lines y con el que pretende sonar como las grandes bandas de Lionel Hampton o Count Basie. Pero además de la banda y del contagioso grito de su trompeta, también tiene esa forma de cantar... Aunque a mí sigue gustándome más cuando toca la trompeta.

Aquí os dejo un video. "Smokin' with Some Barbeque" no está en su último disco, pero nos trae el Kermit más cercano, el de las barbacoas antes de los bolos, el que se patea noche a noche los escenarios porque esto del jazz no vive enlatado:
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* Foto de Kermit Ruffins en Congo Square durante el New Orleans Jazz and Heritage Festival de 2010.

** KERMIT RUFFINS (Basinstreet Records): 

*** REBIRTH BRASS BAND website: http://www.rebirthbrassband.com

MONK & COLTRANE

Crash of the titans

Monk y Coltrane fueron dos de los músicos más innovadores e inventivos que ha dado la Historia del Jazz, también fueron únicos y carismáticos, lo que implica decir que fueron extremadamente singulares y... raros. Ambos compartían un singular don para componer complicadas armonías fuera de lo habitual y para interpretarlas de una manera que a veces chocaba con los oídos de los aficionados.

Thelonius Monk (Rocky Mount, 1917) fue un compositor imaginativo cuyos standards perduran ("Round Midnight", "We'll You Needn't"...) y un pianista sutil que dibujaba las melodías con una delicadeza cercana al puntillismo: sus armonías nunca suenan rotundas y nítidas sino más bien esbozadas, como si escatimara las notas. A veces, cuando uno ve sus vídeos y Monk hace que su mano sobrevuele el teclado, aparentemente indecisa, para al final dejarnos una sola nota, tras vez otra al cabo de unos segundos, completando así una armonía con los silencios, uno puede llegar a pensar que Monk está tratando de recordar las notas, de hacer memoria...

Sin embargo, John Coltrane (Hamlet, 1926) cuyo primer "éxito" fue el solo de "Round Midnight" en el quinteto de Miles Davis, es la imagen de Monk en un espejo. Coltrane escribió melodías extensas y difíciles que podrían no tener fin. En la interpretación, improvisaba hasta límites agotadores (como ya comentamos en otra ocasión, Jimmy Cobb dijo que "Miles tenía que obligarlo a parar, porque Coltrane tocaba un solo de una hora y se suponía que estaríamos cuarenta minutos o algo así en el escenario"). Trane improvisaba sobre las diferentes escalas de cada acorde según un método que sólo existía en su mente y que le permitía desarrollar sus solos aparentemente hasta el infinito (algo que luego se llamó "sábanas de sonido"), y tenía la apabullante capacidad para hacerlo a una velocidad endiablada.

Parecería que hacer que estos dos músicos de Carolina del Norte grabaran juntos provocaría un desequilibrio peligroso para el oído, pero no fue así, ya que su trabajo juntos coincidió con el periodo en el que Trane comenzaba a jugar con la experimentación y con ideas nuevas que bullían en su cabeza, y la presencia de Monk aceleró la metamorfosis (inevitable de todos modos) e influyó en este punto crítico de su carrera, ya que en el grupo del pianista Trane pudo salirse de las estructuras de acordes convencionales y tantear caminos fuera de los cánones. Esto ocurrió cuando el grupo de Monk era residente en el Five Spot Cafe de Nueva York, pero por problemas contractuales (Coltrane acababa de firmar con Prestige) muy poco de este combo ha quedado grabado, sólo dos álbumes: Thelonius Monk with John Coltrane (Jazzland, 1957) y el álbum en directo At Carnegie Hall (Mosaic), grabado en noviembre de ese mismo año. También existen algunas recopilaciones como The complete Riverside Sessions y Complete Studio Recordings, y una grabación amateur de 1958 con una formación posterior, que fue editada por Blue Note en 1993: At the Five Spot.

Leí en algún lugar que Trane comentó que en ocasiones era como si los dos estuvieran tocando la misma melodía siguiendo en sus mentes progresiones de acordes distintas, y que era un milagro cómo Monk conseguía hacer que aquello sonase como un todo. Para los críticos de la época (y para muchos aficionados) el resultado era desconcertante, pero apasionantemente nuevo y excitante. A la larga, estas grabaciones han resultado una fuente de inspiración para muchos músicos que vinieron detrás.


De los temas que nos han legado, seis en el álbum y nueve en directo (según las ediciones que tengo) el que mejor refleja la dualidad entre ambos músicos es "Trinkle, Trinkle", que salta de la sincopada creatividad de Monk a la dinámica soltura del solo de Coltrane:


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* Fotografía de Don Schlitten: The Thelonious Monk Quartet con John Coltrane en el Five Spot Café de Nueva York (1957). De izquierda a derecha: John Coltrane, Shadow Wilson, Thelonious Monk y Ahmed Abdul-Malik.