Esta joven artista (nacida en Los Angeles en 1988) presenta su segundo disco con muy buenas críticas a sus espaldas. En su web leemos un comentario de Quincy Jones que dice "This girl is IT!". No en vano, el compositor-director la ha contratado y actualmente Katie Thiroux es artista residente en el club de Quincy Jones en Dubai. También forma parte del Larry Fuller Trio. El álbum, con temas cantados y también instrumentales, muestra una bajista llena de energía, con un gran dominio de la velocidad y gusto por lo complicado y lo complejo (armónica y rítmicamente hablando).
Off Beat (el título ya muestra el sentido del humor que preside el repertorio) comienza con el tema que le da título, una composición de Leon Pober que sirve de declaración de intenciones: "I follow my own design, I walk no-one else's line, so everyone says that I'm off beat!" y, aunque el estilo de Thiroux tiene un punto original, se nota la presencia en muchos momentos de la figura de Ray Brown, influencia confesada. El tema es vocal y Thiroux nos gusta también cuando canta.
Más de la mitad de los temas son vocales, con la propia Katie Thiroux cantando, pero no deja de ser bajista en ningún momento: el bajo es director en todos los temas, presentados como elementos rítmicos. Me gustaría reivindicar aquí la creciente presencia de mujeres como líderes en los combos de jazz (aunque el hecho de abordar el tema ya suponga una discriminación) porque cualquier pasaje de este disco bastaría para rebatir cualquier prejuicio hacia las mujeres del jazz no vocalistas. Quizás, como le pasó a Nat King Cole, cuya habilidad como pianista quedó eclipsada por su popularidad como cantante, el público menos atento escuche a la cantante y deje de percibir la solidez con la que Thiroux toca el contrabajo y sostiene con poder todos los temas. Canta, hace scat pero es, por encima de todo, una instrumentista: todo el álbum está dominado por el ritmo y cualquier intervención del contrabajo, no únicamente en los solos, es significativa, nunca un simple acompañamiento. Esto la convierte en una contrabajista muy interesante.
Sólo hay una composición propia en el disco ("Slow Dance With Me"), un tempo medio instrumental que el bajo lleva con autoridad. Es un gran momento del álbum, como más adelante el cover de Ray Brown "Ray's Idea", donde juega con humor con el ritmo y con la fluidez del clarinete de Ben Peplowski. En una entrevista, Thiroux aseguró que posee un par de zapatos italianos que habían pertenecido a Brown. Se los regaló Jeff Hamilton (baterista de, entre otros, Diana Krall), que produce el disco. En la escucha, no hay duda de que hay una influencia notable del estilo de Ray Brown en la forma de tocar de Katie Thiroux. Me ha gustado especialmente el último tema del álbum, donde Thiroux aborda una sorprendente versión de "Willow Weep For Me" a voz y contrabajo solo, un desafío en el que percibimos esa sombra de Brown en la manera en que dosifica el ritmo y, al mismo tiempo, lo acompaña golpeando el mástil como si fuera un instrumento de percusión. Un final emocionante.