Como buen músico, el pianista Alberto Vilas sigue ese camino de la investigación y la invención constante. Le conocimos con su quinteto de Esperianza y Crónica cromática, que redujo a cuarteto en Ubuntu (2016) y ahora se minimiza en un álbum en solitario, siguiendo la tradición de grandes pensadores del jazz como McCoy Tyner, Alan Broadbent o Bill Evans, con el que comparte esa lírica que toma elementos tanto de la música clásica como del jazz para buscar la expresión.
El título, Naialma, es un juego de palabras: nai (madre) y alma (alma) o, na ialma (en el alma). Las dos posibilidades del bonito calambur expresan lo que contiene el disco: autobiografía musicada a partir de los sentimientos. Este relato vital viene en el libro-disco acompañado por las fotografías de Pancho Salmerón y los textos de Santiago Barciela, que hace un repaso muy poético de la vida del pianista. Pero la verdadera autobiografía está en la composición.
Alberto Vilas es un pianista inquieto, que ha aprendido de la música clásica, del jazz, del rock e incluso de tango. Esta sensibilidad tan abierta se transmite a través de la serenidad con que sus dedos progresan por el teclado. Entre esos "pájaros" que nacen de su piano, como dice el texto de Barciela, surgen acordes clásicos con aires de improvisación para expresar por qué cosas "Daría un mundo"; el entusiasmo en el tempo contenido y, a la vez, inquieto de "Ángel" (dedicado al pintor Ángel Barros); la cálida "Nana para Aylan", con su larga intro y su expresionismo, buscando siempre el silencio; esa canción lacónica pero que desprende un brillo de ilusión en su 3/4 que es "Valsa da esperança"; esa belleza, tan evansiana, de "No reverso do universo"... o ese rotundo final, con la pasión que pone la mano izquierda para subrayar el trabajo de esa melodía rota que esboza apenas su contraria, redondeando (incluso en el título) el recorrido de un disco sublime y único.
Según el pianista, en el disco no hay ningún corte ni edición. Fue grabado en directo, cada tema de una sola toma y sin post-producción. Cinco años de trabajo que son el resumen de toda una vida (musical y también, intuyo, real).
Es, categóricamente, un trabajo brutal, visceral, enfocado desde la sensibilidad y la delicadeza, lo cual no es tarea fácil, unas composiciones que hablan con poesía y que revuelven sentimientos de una manera tremenda sin hacer ruido. Sencillamente, magnífico.