Investigando con globos sonda
The Miles Davis Story debería ser el gran documental sobre Miles, el documento definitivo para entender su música y su personalidad de una manera global, pero la figura de nuestro músico favorito es tan compleja, tan insólita y abarca tantas décadas (véase la tabla periódica del jazz) que sería una fantasía condensarla en dos horas de documental. Por si esto fuera poco, dedica mucho más metraje al periodo eléctrico que al resto de su producción discográfica cuando, en justicia, el periodo ocupa los mismos años que el comienzo de su carrera hasta 1967.
Es un gran acierto la forma en que se desarrolla el documental, alrededor de una entrevista con Miles en 1985, alrededor de la cual gira el resto de los documentos, colocando las respuestas en los lugares convenientes para favorecer la comprensión de su evolución y completando, al mismo tiempo, las opiniones de los músicos que aparecen en la pantalla, que no son pocos: del primer gran quinteto sólo aparece Jimmy Cobb, único superviviente; con el segundo quinteto (Shorter/Hancock/Carter/Williams) hay más suerte, también opiniones más jugosas; de los quintetos posteriores aparecen Keith Jarret, Chick Corea, Dave Holland... pero la nómina de músicos que han tocado, incluso despuntado, con Miles (algún crítico en los '70 llamó a esta diversidad The Miles' Stock Company Players) es tan larga que, aunque exhaustivo, el documental se ve abocado a una aceleración constante para no dejar nada en el tintero. Muchos de estos músicos comenzaron a despuntar en las formaciones de Miles, músicos cada vez más jóvenes, con los que Miles saciaba su compulsiva necesidad de renovarse, de parecer siempre moderno, jugándose su propia creatividad, en palabras de Ian Carr.
Resultan esclarecedoras algunas de estas opiniones, en especial, la forma en que (ahora vemos que) puede explicarse por qué Miles dejaba todo el peso de los conciertos en sus músicos, tocando apenas los solos, o su supuesta "manía" de ignorar al público tocando de espaldas.
En cualquier caso, el documental es recomendable para todo fan (o no fan) de Miles Davis, tanto para comprobar cómo un chico negro de clase media se convirtió en la estrella del jazz más influyente durante cuatro décadas (y aún hoy puede considerársele influyente) o cómo un aprendiz de Juilliard se deshizo de la influencia de Dizzy para ser el primer trompetista que no sonaba a Louis Armstrong o cómo un buen músico puede ser mal marido y mal padre o cómo un personaje que vivía sólo para la música podía perder el norte cuando se trataba de mujeres o de drogas... A pesar de que los fragmentos musicales son demasiado breves, ilustran a la perfección cada época y cada bifurcación de la carrera del trompetista. Podrán ver también tantas intervenciones de críticos como de las mujeres de Miles y de sus hijos, aunque, como todos sabemos, lo que cuenta aquí es la música, no los hechos.
Por si no encuentran el DVD: