Se sorprendía hace unos días el Sr. Erradizo cuando comentamos que había asistido a un concierto de la Dizzy Gillespie United Nations Orchestra (creo que más o menos ese era su nombre completo), un prodigio de alquimia jazzística universal importada directamente desde Babel. No creía que tal milagro pudiera haber ocurrido en España.
Aquí están las pruebas fotográficas. Son recuerdos que mi amiga Maribel, que tiene un cajón lleno de recuerdos, un cajón del tamaño de Luxemburgo, más o menos. Hace tiempo ella y yo recorríamos los patios de butacas juntos, no nos perdíamos un concierto y éramos jóvenes. Sólo he tenido que pedírselos y robar un scanner para traerlos aquí. Ahora estos recortes parecen sacados del Album de la Juventud Perdida. Noviembre del 90... Ha llovido desde entonces (no mucho en algunos sitios) y nuestros gustos han cambiado, pero aún nos estremecemos cuando pronunciamos los nombres mágicos. Dizzy... Chick Corea... Fue una buena época. Huelva, trasero del mundo (con perdón) tenía festival de jazz. A las habituales luminarias locales (Antonio Mesa al saxo, por ejemplo) se unieron en la sexta edición estos dos nombres.
¿Por qué desapareció? ¿Falta de financiación? ¿Falta de acuerdos entre los organizadores? Ayuntamiento y diputación tienen ahora signos diferentes: no hay que ser matemático para saber que positivo por negativo da siempre negativo, pero sigo sin entender esta desgraciada desaparición.
El caso es que, salvando una noche de música improvisada que la Universidad de Huelva reserva dentro de su festival Noctámbula, Huelva es una ciudad sin jazz. Mucha fresa y poco swing. Dicho sea de paso, es muuuy difícil escuchar música en directo en los locales de copas. Sólo algunos bares programan a salto de mata a cantautores y grupos de rock, pero pocos, muy pocos. La última vez que recuerdo haber oído jazz en vivo en un local fue en El Trastero Bar hace un par de años, cuando los domingos por la tarde tocaba Antonio Esperón con su trío (guitarra + guitarra + batería), pero ignoro si este bar sigue programando actuaciones.
A unos kilómetros de aquí, en la playa de Punta Umbría (sí, suena como Umbria en Italia, pero no es lo mismo) se viene celebrando desde hace unos cuantos años un festival de jazz internacional (“internacional” significa que también vienen combos de Portugal), pero la organización es tan... tan... que te puedes pasar el verano preguntando o buscando por la red y no te enteras de la programación hasta que un día coges el periódico y aparece la reseña de un concierto del día anterior. Un desastre. De todas formas, mi amiga Ana me ha comentado que este año ha cambiado la organización y se esperan cosas mejores, nacionales, que hay gente muy buena, pero mejor organizadas.
¿A qué todo esto? Pues que reclamo un festival de jazz, una oportunidad de oír buena música, un concierto de vez en cuando que no venga auspiciado por los poderes públicos, en tanto en cuanto tenga la oportunidad de ver cumplido mi deseo, Sr. Erradizo.
En tanto en cuanto, aquí os dejo esta reseña: