UN JAZZ ORGÁNICO

ALBERT CARRIQUE, Aortae (Underpool, 2019)

Hay en el jazz contemporáneo una estimulante tendencia a mezclar géneros y estéticas. Esto, que a veces despista a los aficionados, forma parte de la esencia liberal del jazz.  En su recién publicado disco Aortae, el saxofonista Albert Carrique nos propone un repertorio basado en el hardbop, pero en una versión más orgánica, con normas más relajadas, del hardbop en un contexto contemporáneo donde cabe desde el chorus más festivo hasta la improvisación y el free jazz.

El catalán Albert Carrique procede del Taller de Músics y de la ESMuC. Llega hasta este disco como líder tras pasar por muchos y muy diferentes proyectos, algunos potentes y originales como el homenaje The Django Orchestra o interesantes campos de exploración como Eos Quartet o sonidos más complejos como la Punch Big Band, ejemplo este último quizás algo estereotipado si lo comparamos con la necesidad de dar pasos adelante que suponen las 8 composiciones de este Aortae

El álbum comienza con un chorus fácil de tararear y el acompañamiento del scat. Es un engaño. Cuando llega el solo de piano (Toni Saigi), intenso, rompedor, y el saxo de Carrique expresa su personalidad, vemos que estamos ante algo distinto. Aquí es difícil separar al compositor del músico, pero explorando lo compuesto, encontramos otros temas del mismo corte: post-bop muy libre, con unos buenos coros de los vientos, temas juguetones, muy al estilo de Mingus, como "Horus" (ver vídeo más abajo) o "Head Out". "Palo Alto", por ejemplo, contiene un ritmo hipnótico, también muy mingusiano, que va deformándose, deshaciéndose en disonancias hasta convertirse en free para, finalmente, terminar (como un buen tema de hardbop) en el chorus inicial. 

Temas más lentos hay pocos. "Aortae" es una balada inteligentemente deconstruida, con un saxo especulativo en el que Carrique mantiene la tensión de una manera portentosa, encontrando un contrapunto muy moderno en el piano y en la delicada voz de Núria Balaguer, quien suena en algunos temas como un instrumento más, especialmente cuando hace scat, ya que cuando canta letras ("Lluna Blanca"), nos sustrae un poco del universo del jazz arrastrándonos a un escenario más localista, más poético, más folk, pero menos jazzístico. La sensación es que las composiciones usan la voz (cuando la usan) como parte del sexteto como si, en lugar de ser un quinteto con cantante, fuera un sexteto clásico de hardbop con tres vientos: saxo, trompeta ¡y voz! Y el resultado es muy bueno. 


Quizás pueda resultar un tanto desconcertante la alternancia de unos temas más "fáciles de escuchar" (solo en apariencia) de otros más libres donde predomina lo atonal, la libertad, pero el conjunto resulta un interesante ejercicio de expresión y un buen primer álbum como líder, si bien es cierto que, a pesar de su juventud, Albert Carrique es un músico con una dilatada trayectoria como acompañante y como educador, y aquí demuestra una visión original como compositor, con guiños a la tradición (qué bueno "Quuer Blues"), sin complejos pero también sin amarres. 


Los músicos del sexteto son: Albert Carrique (saxo alto y soprano), Òscar Latorre (trompeta, fliscorno), Núria Balaguer (voz), Toni Saigi (piano), Martín Leiton (contrabajo) y Roger Gutiérrez (batería). 


Por cierto, el diseño de la portada (de Laura Carrique y Pepon Meneses) es una aorta de ratón vista en el microscopio.