En la frontera entre Francia y Nueva Orleáns hay un estilo concreto que se alimenta de la chanson francesa y la convierte en swing, una relación que comenzó con Michel Legrand, que explotó cuando Louis Armstrong grabó su inolvidable versión de "C'est Si Bon" y que, parece, no pasa de moda. El director de cine, cantante y compositor Javier Elorrieta acaba de publicar su sexto disco en un recopilatorio donde repasa sus diez años sobre los escenarios. Su música camina en esa tradición jazzística de versionar canción francesa y lo hace con un resultado elegante y atemporal.
Javier Elorrieta, educado en el Liceo Francés, se confiesa afrancesado y de ahí su pasión por los clásicos de la chanson. Su voz tiene la serenidad, la sobriedad y la melancolía de cantautores como Léo Ferré, Edith Piaf, Charles Aznavour, Francis Lay, Joe Dassin, Jacques Brel... De ellos reúne en Avec le temps (Grandes éxitos) lo mejor de sus cinco discos anteriores, versiones que incluyen, además, standards como "Cést si bon" o una delicada y lacónica versión de "Les feuilles mortes" ("Autumn Leaves"), standards implantados en el repertorio del jazz con tanta fuerza que algunos discutirían si nacieron en Francia o en América.
En Avec les temps, Elorrieta se acompaña de su banda habitual (el pianista Domingo J. Sánchez, el contrabajista Richie Ferrer y el batería Antonio Calero), un colchón rítmico perfecto sobre el que flotan algunos solos del saxo de Juan Muro y Elorrieta con su voz de otros tiempos. Un cuarteto de sidemen que, sin arriesgar demasiado, complacerá a los amantes del jazz con su swing, con momentos de solos encadenados (""Une belle histoire") y con citas que suenan a blues o a bossa, quizás con muchos lugares comunes pero no superfluos porque, al fin y al cabo, son los recursos que hacen que la chanson suene a jazz.
Los dos últimos temas del álbum son un adelanto de lo que dice será su próximo trabajo, jazz a partir de piezas clásicas. Las dos que aparecen aquí son "Romance anónimo" y el "Adagio" de Albinoni. Enlazan de una manera honesta con sus trabajos anteriores en dos aspectos: el uso del francés en las letras (aunque ya no se trate de chansons) y los arreglos rítmicos y armónicos del cuarteto, con solos muy bien llevados al jazz y, en el caso del "Adagio", al blues.