Una breve nota para recordar que hay mujeres que nos hacen sufrir sin que les demos motivos para ello. Diana Krall ha sacado nuevo disco. Esto no siempre es una buena noticia. Su tendencia a alejarse del jazz en algunos momentos nos deja de alguna manera solos en esta relación que habíamos instaurado con ella y que imaginábamos felices. Pero el amor es así.
Lo nuestro comenzó a declinar en la gira del 2001, cuando, en aquel maravilloso concierto en el Olympia de París que lanzó al año siguiente Diana se apeó de los clásicos para interpretar a Billy Joel ("Just The Way You Are") y a Joni Mitchell ("A Case Of You"). Su desliz pasó desapercibido en una noche fantástica pero el exceso de violines anunciaba que algo había cambiado en ella. Su matrimonio con Elvis Costello (gran apreciador del jazz por otra parte) fue casi una infidelidad. Comenzó a verse con él a espaldas de sus fans para componer (!) letras y músicas que desembocarían en una primera salida de pista con The Girl in the Other Room (2004). ¿Quieren más pruebas? En 2009 se la vio produciendo el disco de Barbra Streisand Love is the Answer. Como lo oyen. Un oportuno retiro en Sri Lanka en 2011 parecía el mecanismo ideal para descansar, meditar, volver a las raíces... A su vuelta la vimos tocando "Fly Me to the Moon" en el homenaje a Neil Armstrong y cantando con Paul McCartney, dos eventos perdonables aunque tampoco prometían un regreso tácito al jazz... Glad Rag Doll (2012) fue un regreso contradictorio. Los temas del disco eran anteriores a la era de los standards y sonaban a tierra de nadie. No eran ni jazz ni country ni...
DK viviendo su propio Birdman |
Demasiados puntos suspensivos. Un amigo me protestó que Diana cada vez se parecía más a Eliane pero no, su nuevo Wallflower no se puede etiquetar siquiera como crossover; es un disco de pop, con todas las letras, agradable, bonito pero carente de interés para los aficionados al jazz (o a Diana Krall). Parece ser que su carrera se ha ido deteniendo, recreándose cada vez más en los tempos más lentos (oigan Quiet Nights) para detenerse por fin en este disco casi sin ritmo, donde solo su dúo con Georgie Fame en Yeh, Yeh (donde también aparecen Christian McBride y Joey DeFrancesco) tiene una cierta dosis de swing.
Y no solo eso, sino que su voz (lo único que aporta al disco) parece retocada, artificial. ¿Se habrá permitido un lifting vocal en postproducción? Esperemos que no, como esperamos que vuelva a tocar el piano y a recordarnos que (en realidad) tiene una voz capaz de traernos standards con un timbre que recuerda otros tiempos gloriosos del jazz.
Un ejemplo: