Arte en dibujos (y en sonido)
Nos ha resultado paradójico leer en varias fuentes que el jazz nunca fue prohibido en España. Aunque sí es cierto que el acervo popular y nuestra natural aversión a todo lo que viene de fuera impidiera que el jazz fuera una moda (en el sentido estricto de la palabra), lo cierto es que el jazz no estuvo prohibido ni en los años de posguerra sino más bien tolerado por el poder y venerado por los auténticos aficionados. Se cuenta incluso en un artículo de Javier Yuste (pueden leerlo aquí) que la partida de la División Azul fue amenizada por una orquesta de hot jazz.
Pero que se prohíba el jazz no es algo nuevo. En la Europa de entreguerras, en casi todos los países musulmanes, en estados comunistas, en dictaduras...Luis Alemany cuenta en este artículo que en la Cuba posterior a la revolución, ver un concierto de jazz era misión imposible y que quienes traían discos a la isla tenían que declararlos y, en la mayor parte de los casos, renunciar a ellos, cuando, anteriormente, según cuenta Paquito D'Rivera en ¡Oh, La Habana!, Cuba era la capital del jazz del Sur de los Estados Unidos...
Para desgracia nuestra, el jazz también sufrió la censura oficial (y la autocensura) en los USA en una época en que reinaba en las bandas sonoras y, especialmente, en un medio tan querido por nosotros y de tan amplia audiencia como los dibujos animados. La mayoría de los cortos censurados, auto-censurados o fichados por el Código Hays, contienen elementos que pueden parecer ofensivos. Generalmente, se trata de aspectos religiosos o raciales que, en nuestra opinión, no son más que estereotipos. Siempre hemos sostenido que los estereotipos no son nada malo si no se usan en términos despectivos o discriminatorios. Nadie es menos por pertenecer a un grupo distinto. ¿O no hacen los rockeros chistes sobre los aficionados al jazz? Pero los USA y, en especial, sus mass media suelen ser demasiado rígidos.
Uno de los cortos más censurados y, al tiempo, celebrado es Clean Pastures (I. Freleng, 1937), que reúne los estereotipos religiosos y raciales al tiempo. En este sentido, habría que resaltar otro de los cortos de dibujos prohibidos: Coal Black and The Sebben Dwarfs (Bob Clampett, 1943). Considerado por los críticos uno de los mejores cortos de animación de la historia, es una parodia en clave de jazz de la obra de Disney Blancanieves. Producido, como todas las Merrie Melodies por Leon Schlesinger y con las voces del inigualable Mel Blanc, se trata de un número musical que parodia (¿o hace homenaje?) a Fats Waller, con un alter ego felino impresionante y muchos guiños a los amantes del hot jazz ("Blues in the Night" aparece entre los temas que cita la música de Carl W. Stalling, del que ya hemos hablado en otras ocasiones). Pero, ¿por qué se incluyó este corto en la lista de los Censored Eleven? Los movimientos por los derechos civiles movieron a UA a retirar de la distribución algunos cortos (¡aquí la empresa que tiene que asesinar a Blancanieves/Coal Black ofrece asesinatos a $1, enanos a mitad de precio y japoneses gratis!). Otros cortos, advertidos por el Código Hays por su contenido sexual, fueron directamente prohibidos.
Por fortuna, Internet permite que sobrevivan productos cuya distribución se ve interrumpida por el motivo que sea, y casi todos estos cortos están disponibles en las webs de videos. Este es Coal Black and The Sebben Dwarfs:
Otro de los cortos prohibidos por sus estereotipos raciales, pero muy celebrado por los aficionados al jazz es Tin Pan Alley Cats, del mismo año y también con música de Carl W. Stalling. Tachado igualmente de racista, el director manifestó en una entrevista que sus parodias eran "caricaturas de músicos de la escena de Los Angeles a los que conocía personalmente y a los que tenía un gran respeto".
Tin Pan Alley Cats está lleno de jazz salvaje y hot, como nos gusta el jazz, y suena así:
Siempre hemos sostenido que generalizar es un error, pero sabemos que la mayoría de las obras censuradas lo son por haber sido estudiadas por mentes sucias que no confian en la inocencia del público. Si no, ¿podría haber sobrevivido un dibujo tan abiertamente sexual como Betty Boop? Nos vamos a despedir con ella y esta versión adaptada a su elocuente feminidad de "Minnie The Moocher". La música corre a cargo de Cab Calloway y su orquesta.
* Más sobre los Censored Eleven aquí:
** Y en este artículo deesar del Campo de Acuña: