KYLE W

Dicen que las buenas costumbres se pegan. O que de tal palo tal astilla. También se dice que los que duermen en el mismo colchón... Refranes aparte, el hijo de Clint Eastwood ha heredado la pasión por el jazz de su padre, y se le nota que lo han educado en la música negra porque tiene un toque especial a la hora de sincopar con las cuerdas de su bajo. Sí, posee un swing espectacular cuando hace falta y una delicadeza envidiable en los temas que lo requieren. Toda una sorpresa.

Detalles familiares aparte, de Kyle podemos reseñar que ha grabado tres álbumes de un jazz muy heterogéneo, con demasiadas influencias (para mi gusto) y que ha participado en algunas bandas sonoras de películas dirigidas por su padre. Nacido en 1968 en Los Angeles, es hijo de la primera mujer de Clint Eastwood. Estudió cine en la University of Southern California para luego convertirse en músico de sesión a principios de los 90 tocando bajo eléctrico y acústico hasta que se convirtió en líder en 1998 con From there to here.

Puede que el disco que ha caído en mis manos, Paris blue (Rendezvous, 2005) no sea el mejor de su carrera, según me comentan al oído, pero tiene muestras de su arte de toda índole.

El disco en cuestión es el segundo de Eastwood. Comienza con un tema rápido, destinado a impactar en el oyente, dominado por un poderoso riff del bajo que deja a las claras la habilidad de sus dedos, un riff que juega al ratón y al gato con el silbido interpretado por el mismísimo Clint. Pero esta obertura llamada Big noise (from Winnetka) despista más que impresiona. A mí me desconcertó la primera vez que lo pinché. Mucho ritmo, a caballo entre el pop y el hardbop, difícil mezcla. No sabía si lo que iba a escuchar a continuación era jazz o un pastiche estilo Vaya Con Dios. Sin embargo, lo que sigue es una colección de temas de smooth jazz aceptables (por ponerles una nota, dejémoslo en un 5 y le damos una oportunidad para el siguiente examen, ejem, álbum). No arriesga con solos de bajo (muy bien) y deja que brillen escasas pero sobresalientes intervenciones de los músicos que lo acompañan. Están fabulosos los metales en Cosmo, especialmente Jim Rotondi (bop al más puro estilo Freddie Hubbard) y la sordina en Muse. También me ha gustado el tenor de Doug Webb en Solferino y el piano de Alan Pasqua en Le Point Royal, uno de los pocos temas en los que un sonido más mainstream se deja oír, como si la intención de Kyle fuera no mostrarse demasiado jazzy por no espantar a una audiencia ¿pop?