UN JAZZ ESTIMULANTE Y EVOCADOR

LORENZO AZCONA, Soplo de vida (2017)

Traemos al blog este álbum de Lorenzo Azcona de 2017 en pleno verano para poner banda sonora a la euforia del horizonte en la playa, del tiempo libre y de los festivales de jazz, cualidades del verano que encajan a la perfección en las melodías festivas y (en apariencia) sencillas que compone este multiinstrumentista que lleva años llenando los escenarios con su sonido, ya sea como acompañante en grupos de rock o como músico de jazz (África Tama, África Kuntak, Al-Mansur, Urubú, Batá-Kum-Tum...). Digamos aquí que Soplo de vida es su tercer álbum como líder, tras Bajo la piel (2003) y 1+1=4, su álbum de debut en 1996, calificado por ABC como el mejor disco de jazz de aquel año.

Podríamos decir que Azcona toca en este álbum casi todo (saxo barítono, tenor y soprano, flauta, clarinete bajo, cello, percusión y teclados) pero, mérito aparte, está su grupo (Rubén Rebolleda al piano, Peter Oteo al bajo y Jonatan Temprano en la batería), y hay que sumar una enorme lista de colaboraciones: Nacho Muñoz (fliscorno y trompeta), Carlos Hipólito (trombón), Alexis Fernández (piano y teclados), Fidel Cordero (melódica y teclados), Josete Ordóñez Antonio Toledo (guitarra), Alberto Torres (violín), Luis Pérez Escribano (contrabajo), Carlos Beceiro (bajo), Sebastián Rubio Sergio Urquía (percusión), Toni Vázquez (platos) y Benjamín Prado (voz).

Rubén Rebolleda, Peter Oteo,Lorenzo Azcona, Jonatan Temprano y Sebastian Rubio Caballero
(foto de Fernando Bodalo Morales)
Es difícil calificar a un multiinstrumentista y sus capacidades, que evidentemente deben ser muchas y versátiles, de modo que nos centraremos en la manera que toda esta experiencia encaja en sus composiciones. 

Lorenzo Azcona profundiza en el sentido más festivo de la palabra jazz, utilizando a su favor en las composiciones los elementos del funk, el jazz latino ("Paciencia") y esos ritmos caribeños ("D'Abuty", "El capricho de un minuto") que recuerdan a Sonny Rollins y que aquí, transportados a menudo a las notas altas del soprano contagian una especie de euforia bailable. El eclecticismo es la nota predominante. Nada está circunscrito a un solo estilo. Hay efusiones de second line, de desfile callejero, en "El influjo del 31", con un solo de Azcona frenético y un bajo eléctrico absolutamente funky, esencias de Nueva Orleáns que contrastan con temas más poéticos donde encontramos esas raíces flamencas derivadas de la música árabe ("Tiempo sanador"), primero a través de la guitarra (Josete Ordóñez) y luego en el violín de Alberto Torres, que nos transporta más allá del Mediterráneo... Azcona en clarinete bajo y saxo soprano (incluso chelo y percusión) complementa estas influencias en un tono poético.

Hay mucho ritmo e intensidad, con pocos momentos para la reflexión, como la balada a tempo medio "Paciencia", de aires latinos en la que el saxo recita la melodía sin prisas, entre arreglos de viento y percusión, y una melódica (Fidel Cordero) que da un toque absolutamente nostálgico al tema. El saxo de Azcona, sin salirse de la estética smooth, modela una intensidad contenida y evocadora. 

Mención aparte merece la versión del tema de Triana que Azcona incluye en este disco. "En el lago" comienza con una intro de piano que da paso a un saxo que sugiere aires andaluces con toda la emoción de la versión original. Azcona va acumulando esta tensión en los fraseos del soprano hasta derivar en un final intenso en el que el rock se fusiona con la improvisación.

El álbum termina con el juguetón "El capricho de un minuto", donde Azcona toca todos los instrumentos excepto la guitarra, y que es eso, un minuto de virtuosismo y placer por tocar. Como si dijéramos jazz.


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* Foto: Fernando Bódalo Morales (via Facebook de Lorenzo Azcona)