Aunque es mayo, en Andalucía llevamos ya un mes de verano. En el campo, brotan flores y romerías aquí y allá. Huyendo de folklores y refugiado en el jazz, como casi siempre, me vienen a la mente muchas consideraciones, conciliadoras unas, controvertidas otras, sobre el jazz y el flamenco y también sobre el jazz-flamenco, un subgénero que siempre evito pero que tiene buenos ejemplos de fusión y algunos músicos coherentes capaces de convencer a los aficionados al jazz. Alguna vez hemos hablado en el blog de músicos jóvenes como el Niño Josele con su homenaje a Bill Evans, Patax, Nono García, el muy interesante Enriquito... y de discográficas que aúnan en su catálogo jazz y flamenco (como la madrileña Youkali Music).
Hoy, buscando respuestas en Internet, he revisado un documental de 1982 (El arte de vivir de RTVE), presentado por Victoria Prego, en el que se analizan los puntos en común entre ambas músicas. Especialmente interesante es la presencia y la opinión de músicos como Pedro Iturralde o Paco de Lucía. Más abajo hay un enlace a Youtube para ver el documental, pero me he permitido extraer varias opiniones valiosas para plantear un nuevo debate de nuestra serie Acordes y desacuerdos.
La periodista Victoria Prego hace una poética introducción del documental por este camino:
A primera vista, el flamenco y el jazz tienen poco que ver. Sin embargo, coinciden en sus orígenes históricos y en las características de los pueblos que les dan vida. Son dos gritos puestos en clave musical. Nacen de una necesidad. Los intérpretes del jazz y del flamenco parecen llevar los sentimientos de todo su pueblo en las yemas de los dedos. [...] El jazz y el flamenco podrían muy bien ser dos líneas del mismo pentagrama, cuyas notas se armonizan en algún lugar. Y esas notas de armonía podrían llamarse Coltrane, Sabicas, Miles Davis o Paco de Lucía.
II. Pedro Iturralde.
El maestro, que sabe de lo que habla:
El maestro, que sabe de lo que habla:
Entre el jazz y el flamenco había muchos puntos en común. Parecía un disparate pero con el tiempo creo que me van dando la razón.
III. Caballero Bonald.
Aparte de los músicos, aparece la opinión de pensadores con la capacidad para decir de manera enrevesada lo que otros ya han dicho.
IV. Paco de Lucía.
El gran maestro de la guitarra hace una comparación entre las formas del flamenco, que no han cambiado nada en los últimos doscientos años, y el jazz, cuya evolución achaca a la competitividad entre los músicos jóvenes americanos.
V.
Tras el comentario de Paco de Lucía sobre el free jazz, el documental enlaza con Ella Fitzgerald haciendo scat con una big band detrás. Hay muchos vídeos de flamenco y de jazz, pero poco flamenco jazz o jazz flamenco, salvo las intervenciones de Pedro Iturralde. Sorprende también la falta de rótulos para identificar a los músicos que aparecen tocando o cantando (y así crear algo de afición). Hay mucho de sorprendente y de naif en este documental, pero hay que verlo con los ojos de la España de 1982 y con los oídos de los periodistas profanos que lo rodaron y lo montaron.
En definitiva, el documental incide más en las similitudes entre jazz y flamenco que en la hipótesis de si es posible el jazz flamenco. ¿Acorde o desacuerdo? Vean el documental y juzguen.
Yo me atrevería a aventurar la hipótesis de que, aparte de estas posibles coincidencias de origen, también existen otras relaciones posibles de tipo musical. Recordemos a este respecto que el jazz y el flamenco nacieron (o tuvieron una misma coincidencia de origen social, de circunstancias humanas): nacieron en algunas barrios de Nueva Orleáns o de algunos pueblos de la Baja Andalucía.Hasta ahí no ha hablado de nada de "tipo musical", pero intenta manifestar su percepción personal de esta manera:
Luego habría que hablar del ritmo y de la improvisación. Lo que en el jazz se llama swing (o la calidad rítmica del jazz) o el blues (esta especie de melodía quejumbrosa) pues tienen un parentesco claro, una correspondencia, con lo que en el flamenco puede ser el quejío, el rajo, incluso el compás. O sea, que los flamencos y los negros americanos buscaban lo mismo por distintos caminos; es decir, una especie de fusión, una experiencia vivida con una música heredada.El mismo Caballero Bonald sigue hablando de música con estas palabras:
Yo ha hablado alguna vez de una presunta vinculación, sobre todo a partir de ciertos estímulos psicológicos, entre Armstrong y Caracol, por citar un ejemplo entre otros posibles. No es que tengan nada que ver desde un punto de vista de la línea musical o de otras posibles similitudes artísticas [...] pero esa voz gutural, desgarrada, rota, de Armstrong y Caracol parece que tienen una misma voluntad creadora, una misma voluntad de sacar a flote la intimidad dramática del intérprete a través del ritmo.
IV. Paco de Lucía.
El gran maestro de la guitarra hace una comparación entre las formas del flamenco, que no han cambiado nada en los últimos doscientos años, y el jazz, cuya evolución achaca a la competitividad entre los músicos jóvenes americanos.
Del blues aquel, que es lo que más se le parece al flamenco, ya queda poco. El jazz de hoy día ha llegado a una evolución teórica que asusta. Yo hay veces que pongo un disco de jazz moderno, de free jazz como le llaman, y no entiendo ni una nota.
V.
Tras el comentario de Paco de Lucía sobre el free jazz, el documental enlaza con Ella Fitzgerald haciendo scat con una big band detrás. Hay muchos vídeos de flamenco y de jazz, pero poco flamenco jazz o jazz flamenco, salvo las intervenciones de Pedro Iturralde. Sorprende también la falta de rótulos para identificar a los músicos que aparecen tocando o cantando (y así crear algo de afición). Hay mucho de sorprendente y de naif en este documental, pero hay que verlo con los ojos de la España de 1982 y con los oídos de los periodistas profanos que lo rodaron y lo montaron.
En definitiva, el documental incide más en las similitudes entre jazz y flamenco que en la hipótesis de si es posible el jazz flamenco. ¿Acorde o desacuerdo? Vean el documental y juzguen.