Diana Krall en la cuerda floja... ¡Pasen y vean!
Puede que el pecado de Diana Krall sea su popularidad. Que llegue a audiencias netamente ajenas al jazz molesta a algunos y hace creer a otros que nos encontramos ante un producto musical. Pero cualquiera que aprecie el jazz sabe que, a pesar de su afición a grabar with strings, la pianista canadiense no se dedica al crossover como otras brasileñas y que su solvencia al piano (opinión de mis amigos músicos) y su voz rota (de diva de otros tiempos) garantizan buenos discos. En éste, titulado Glad Rag Doll (Verve, 2012), da una vuelta de tuerca a su música amparándose en T Bone Burnett, productor de, entre otros, Willie Nelson, y en la guitarra de Marc Ribot.
Si uno pasa por alto la portada de su último álbum (creo que es el décimo), encontrará en su interior una colección de temas que van más allá de los standards, porque recurre en esta ocasión a temas de los años 20 y 30, procedentes del vodevil, de comedias musicales y de otras fuentes que dieron en lo que hoy conocemos como jazz, música que se grabó en discos de 78 rpm y que, según afirma ella, sus padres coleccionaban. Y aquí es donde comienza lo emocionante. La voz de la canadiense y una instrumentación más variada y compleja que en otros discos (la guitarra predomina sobre el piano en muchos de los temas) nos traen aires de cabaret, de pequeños teatros, de minstrels, de viejas comedias musicales y de estilos primitivos del jazz, hoy fuera de uso. ¿Un regalo para musicólogos o un gesto teatral de la cantante?
Adivinamos que va a ser un disco con muchas escuchas, a pesar de que a los estilos (cabaret, vodevil, jazz) se sumen a veces baladas y alguna sonoridad country ("Wilde River To Cross") que no nos encaja del todo y que nos recuerda (peligrosamente) a aquel experimento que grabó con canciones de su marido.
Nuestro tema favorito es "There Ain't No Sweet Man That's Worth the Salt of My Tears" (¡título impresionante donde los haya!), un tema de Fred Fisher (el compositor de "Chicago"), que suena mucho más auténtico en la versión alternativa (edición DeLuxe), con acompañamiento de piano y sin el insidioso riff de la guitarra de Ribot. Suena así:
Entre los músicos, todos novedades respecto a sus combos habituales. Destaca Marc Ribot por el protagonismo que tiene la guitarra acústica en casi todos los temas. Toca además el banjo, el ukelele y el bajo de 6 cuerdas. Bryan Stutton toca también la guitarra en algunos temas. Keefus Ciancia toca los teclados acompañando al piano de DK, también el Mellotron. En la sección rítmica, Jay Bellerose en la percusión y Dennis Crouch al bajo. Howard Coward toca el ukelele y la mandola (no confundir con su hermana pequeña, la mandolina) en "Lonely Avenue", que es uno de los que menos nos gustan del álbum. Coward pone además la voz en los coros y en la dramática presentación del último tema, que no podía ser otro más que "When The Curtain Comes Down".
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Pero como apreciamos a nuestros lectores y no hay función teatral que no levante el telón una o dos veces para que aplaudamos a los actores, les vamos a regalar un epílogo: la versión de "There Ain't No Sweet Man..." que grabó Bing Crosby en 1929. A la trompeta está el gran Bix Beiderbecke:
There Ain't No Sweet Man
That's Worth the Salt of My Tears
(Fred Fisher)
I'm like a weeping willow
Weeping on my pillow
For years and years
Weeping on my pillow
For years and years
There ain't no sweet man
That's worth the salt of my tears
Down and down he dragged me
Like a fiend he nagged me
For years and years
There ain't no sweet man
That's worth the salt of my tears
Although I may be blue
Still I'm through
I must tell him goodbye
Rather than have that man
Gonna lay me down and just die
So, broken-hearted sisters
Aggravating misters
Lend me your ears
There ain't no sweet man
That's worth the salt of my tears
Although I may be blue
Still I'm through
I must tell him goodbye
Rather than have that man
Gonna lay me down and just die
So, broken-hearted sisters
Aggravating misters
Lend me your ears
There ain't no sweet man
That's worth the salt of my tears