Lionel Hampton con su Orquesta y su Quinteto
Los norteamericanos tienen tan pocos años de Historia que carecen de tradiciones ancestrales y las autóctonas se pueden contar con los dedos de una mano. Si hay algo que los los norteamericanos puedan considerar una auténtica cultura propia, ésa es el jazz. Aunque negro, aunque adoptado por los blancos, aunque surjan grupos en cualquier país desde Japón hasta Portugal, el jazz será considerado siempre como una música made in USA. Es por eso que, en tiempos de la Guerra Fría, Eisenhower decidió usar la bandera del jazz para vender una imagen amable y positiva de Estados Unidos antes la proliferación de dictaduras comunistas en la Europa del Este (Hungría y Checoslovaquia) y la intransigencia del régimen de la URSS.
Igualando en astucia la propaganda soviética, los americanos enviaron sólo músicos (no jazzwomen) para consolidar la imagen de fortaleza y masculinidad adquirida en la Segunda Guerra Mundial. Enviaron músicos negros a los países de África y judíos a la Union Soviética, como el caso de Benny Goodman (en la foto, en la Plaza Roja), que también interpretaba música clásica, uno de los pilares de la cultura rusa. Dave Brubeck estuvo en Varsovia, Dizzy en Zagreb, Miles en Belgrado... pero los viajes más relevantes los protagonizaron Duke Ellington, que se entrevistó en Dakar con el padre de la negritud, Leopoldo Sedar Senghor; Satchmo, que se fotografió jugando al futbolín con Kwame Nkrumah, padre del panafricanismo; y, al más alto nivel, Benny Goodman estrechó la mano de Nikita Khrushchev en una instantánea supuestamente improbable, ya que no existían relaciones diplomáticas entre Washington y Moscú.
Lionel Hampton se mostró a favor de este tipo de embajadas culturales porque acababa de volver de Estocolmo y Berlín en lo que calificó como "la gira más exitosa de un jazzman por Europa". Él fue el encargado de traer el jazz a España en 1956, el 14 y el 15 de marzo en el Teatro Carlos III. El éxito fue tan clamoroso que Hampton repitió ese mismo año en la Monumental de Barcelona (13 y 14 de julio) y en Madrid del 25 al 27, dos sesiones por noche. Aunque esta vez el motivo de la visita era comercial, el concierto de Barcelona fue presentado por el embajador americano. Pero lo más anecdótico fue que, en Madrid, el vibrafonista grabó un disco que es una rara avis en su discografía, un álbum titulado Jazz Flamenco (RCA Victor, reeditado por Fresh Sound).
El disco, grabado en Madrid el 30 de junio de ese año en una sesión maratoniana, es una excitante mezcla de sonidos en los que las castañuelas (el único elemento flamenco incluido en el disco) tocadas por María Angélica, se convierten en un instrumento más de percusión al servicio del estilo de Lionel Hampton. No hay más concesiones al flamenco salvo algún percusionista que aparece sumergido en el desbordante swing de la orquesta y cuyo nombre no aparece en los créditos. No hay fusiones ni acercamientos a ningún palo del flamenco, nada que ver con lo que hoy en día se llama "jazz flamenco", y tampoco es una pieza imprescindible del vibrafonista (sí anecdótica) porque no es más que un repaso al Hampton de la época arropado por su big band, derrochando ritmos afrocubanos, bop y swing. Tres temas nuevos y revisiones de clásicos de Hampton con la inspiración de España detrás.
Ciertamente, para los oídos españoles, las castañuelas chirrían al rozarse con la música de jazz. Sólo en algunos temas ("Hot Club of Madrid Serenade", "The Bullfighter from Madrid") las castañuelas encajan en el ritmo de swing como un elemento más, exótico, pero perfectamente engranado, incluso sincopando, aunque en "Hamp's Jam Flamenco", las castañuelas acaben sonando cubanas (!) mientras acompañan un mambo (?).
Por otro lado, hay tres temas grabados en quinteto (Flamenco Five Quintet, lo llamó) y la curiosidad más interesante, la primera grabación de un joven pianista desconocido llamado Tete Montoliu en el tema "Tenderly". A él pertenece el tema durante la primera mitad del corte (Hampton no entra hasta pasados cinco minutos), donde muestra aún muy patentes las influencias de Art Tatum.
Tampoco Tete aparece acreditado en la edición original. Él y Hampton se habían conocido en Barcelona, donde el pianista tocaba en un pub, el 13 de marzo, antes del primer concierto (propagandístico) en Madrid. Después de la grabación del disco, Tete fue invitado a acompañar a la orquesta del vibrafonista durante el resto de su gira europea. Fue el principio de lo que hoy es una leyenda del jazz made in Spain. ¿No era de eso de lo que hablábamos?
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* No conozco al autor de la fotografía de Goodman en la Plaza Roja.
** La ilustración que anuncia los conciertos en Madrid está extraída de la ponencia que se cita más abajo y pertenece a la edición del ABC de Madrid del 11 de marzo del 56.
*** Muy interesante esta ponencia de Iván Iglesias, de la Universidad de Valladolid: "El arma secreta de América: El jazz como propaganda estadounidense en la España de la Guerra Fría (1950-1960)". Se puede leer aquí: http://investigadoresfranquismo.com/pdf/comunicacions/mesa6/iglesias_6.pdf
**** La fotografía de Tete Montoliu es parte de la portada de un EP llamado Tete Montoliu y su conjunto tropical.
** La ilustración que anuncia los conciertos en Madrid está extraída de la ponencia que se cita más abajo y pertenece a la edición del ABC de Madrid del 11 de marzo del 56.
*** Muy interesante esta ponencia de Iván Iglesias, de la Universidad de Valladolid: "El arma secreta de América: El jazz como propaganda estadounidense en la España de la Guerra Fría (1950-1960)". Se puede leer aquí: http://investigadoresfranquismo.com/pdf/comunicacions/mesa6/iglesias_6.pdf
**** La fotografía de Tete Montoliu es parte de la portada de un EP llamado Tete Montoliu y su conjunto tropical.