(Walt Disney Records, 1994)
Si hay algo indudable en Disney es el especial cuidado que pone a sus bandas sonoras. En producciones tan poco valoradas como los dibujos animados, son ya innumerables los Oscar que han ganado sus bandas sonoras compitiendo con películas pretendidamente serias. En la de su última producción, Tiana y el sapo (The princess and the frog), recién estrenada, hay retazos de jazz. Podríamos pensar que es “obligatorio” puesto que la película está ambientada en New Orleans (incluye también sonidos autóctonos como el cajun y el zydeco), pero los que vamos al cine ya habíamos cantado "Cruella de Vil" a ritmo de swing o tarareado "Beyond the sea" de Bobby Darin en Buscando a Nemo o movido los pies al ritmo de El libro de la selva (con esas canciones gloriosas como las que cantan Baloo o el Rey Luoie, «el más mono rey del swing», a quien ponía voz Louis Prima) o disfrutado del ambiente barriobajero de los gatos-jazz que conocían los Aristógatos en la película (en la versión original de "Todos quieren ser un gato jazz" la palabra cat denominaba en el argot de la época a “alguien que está en el mundillo del jazz”). Desde luego, no es el enfoque rompedor que supuso el jazz en bandas sonoras como La soledad del corredor de fondo o Ascensor para el cadalso, pero Disney siempre ha contado con grandes compositores y hay que congratularse de que preste un poco de atención al ritmo de New Orleans.
En Tiana y el sapo Disney cuenta con Randy Newman, quien puso el swing en Monstruos, S.A. Newman es original de Louisiana y vuelve a sus raíces después de mucho tiempo aportando a esta banda sonora su experiencia en musicales y su gusto por el jazz y el cajun. Quitando un par de temas de un pop innecesariamente comercial, el resto de las composiciones de esta película está lleno de toques de jazz, soul, gospel, blues... comenzando por el temazo "Down in New Orleans", interpretado por Dr. John con su inimitable estilo bluesy al piano, acompañado por una banda al más puro estilo New Orleans, y siguiendo por "When we’re human," en el que la trompeta de Terence Blanchard afirma, con un toque indudable y festivo, que estamos oyendo una banda sonora de jazz. También en los temas orquestales hay generosas porciones de piano y de metales. Entre los otros músicos, Anika Noni Rose y Terrance Simien.
En la película hay también un pequeño homenaje al gran Louis Armstrong, un cocodrilo igualmente orondo llamado Louis que toca la trompeta y sueña con ser músico de jazz (!). Pero éste no es el primer encuentro Disney-Satchmo... Y, rebuscando en la discoteca, he encontrado un álbum con diez canciones de películas Disney grabadas por Louis Armstrong en 1968. Sé que este disco se ha reeditado regularmente desde entonces porque lo he encontrado en tiendas con distintas portadas y distintos títulos. El que yo tengo se titula When you wish upon a star y es una reedición de 1995, pero se puede encontrar también con el título Disney Songs The Satchmo Way. Contiene, como he dicho, diez temas de películas pasados por el tamiz del jazz y cantados a la manera de Louis Armstrong (y su trompeta). No sorprende, por supuesto, porque Satchmo se acercó en numerosas ocasiones al pop; incluso hubo momentos al final de su carrera, en mi opinión, en que uno no sabía si era ya un músico de jazz.
Pero un músico de jazz es siempre un músico de jazz. Al menos, es algo que siempre quiero creer (opine lo que opine Marsalis) y Louis Armstrong es capaz de hacer algo formidable sincopando el “heigh-ho” de los enanitos de Blancanieves: es capaz de convertirlo en una pieza de jazz. También está indescriptible en su solo de trompeta, mágico, en la balada "When you wish upon a star" de Pinocho. Al final del disco aparece el "Chim chim cher-ee" que Danny Kaye cantaba en Mary Poppins. Aquí, en la voz de Satchmo suena maravillosamente oscuro a pesar de los coros, muy del pop de los 60. Pero lo mejor del CD es, sin duda, "The bare necessities", aquel tema glorioso con el que Baloo explicaba a Mowgli las prioridades de una vida sencilla. Es simplemente Satchmo en todo su esplendor, puramente sureño y festivo, sincopado, lleno de swing.
Si van al cine con los niños a ver Tiana y el sapo (o solos por el placer de ver buenos dibujos animados) confío en que tengan en mente a Satchmo todo el tiempo. Siempre es saludable encontrar un poco de swing en los lugares más inesperados y a los niños hay que ir enseñándoles desde pequeños el gusto por la buena música.