Racalmuto llegó, tocó y triunfó. Puede sonar a frase hecha, pero el espectáculo de anoche en el Claustro del Convento de Santa Clara (lugar poco habitual para un concierto de jazz pero igualmente sorprendente) fue tan refrescante que todas las frases se quedan cortas.
El repertorio (Raymond Scott, John Kirby y algunas composiciones de Miguel Malla, que él mismo presentó como obras maestras) confirmó con creces lo que ya había oído en el disco, que el jazz fue una vez una música divertida, inesperada pero matemática como un reloj, con instrumentos (seis, en este caso) que encajan a la perfección como una maquinaria exacta, algo fabuloso en este tipo de composiciones rítmicas, resbaladizas y llenas de trucos, sin improvisación, sin solos porque sí.
Si a esto le añadimos el humor de Miguel Malla, el escenario al aire libre y el lujo de estar escuchando música en directo, puedo añadir sin duda que el espectáculo de acompañar en vivo dibujos animados con música en directo fue todo un regalo. Como un inesperado viaje en el tiempo. Una docena de proyecciones mudas que iban desde Buster Keaton intentando sobrevivir con su habitual pericia a un huracán hasta la sensual Betty Boop, pasando por Porky Pig y Aelita (un corto considerado como la primera película de ciencia ficción rusa) sirvieron de excusa para que el público se divirtiera no sólo con la música.
Aquí os dejo unas fotos muy malas que hice con una cámara compacta y muy poca luz. Son muy pobres excusas, pero quedan como recuerdo de una noche fabulosa. A los que no estuvisteis, os animo a verlos en directo, sobre todo por saber qué es capaz de hacer David Herrington con una sordina debajo del agua.