Escuchar jazz en un teatro no es lo mismo. No es lo mismo porque, cuando se apagan las luces, el público guarda silencio. Esto no ocurre en un club o en un bar. No es lo mismo porque el sonido siempre está demasiado fuerte para un lugar tan pequeño, tan fuerte que la batería siempre parece una batería de rock. Si a esto le sumamos una formación atípica de trío: batería, guitarra y teclados electrónicos, ocurren milagros extraños como que Monk suene eléctrico o que el setlist pase de Weather Report a Coltrane sin que nos demos cuenta.
El viernes pasado, en el Gran Teatro, se presentó oficialmente el trío de fusión Innersound, y digo oficialmente porque como no hay locales donde escuchar jazz en Huelva, tuvo que ser en un teatro. El trío, que venía arropado por amigos y aficionados, obtuvo un pequeño éxito y bastantes aplausos. Yo también aplaudí, y eso que no soy muy aficionado a la fusión (uno nunca sabe si está escuchando rock con algún roce tangencial con el jazz o jazz con estructura de rock) pero me dejé llevar: siempre le doy una oportunidad a la Música, pero el trío, que se declaraba heredero de Return to Forever y del Miles eléctrico, caminó al filo de la navaja, entre una amalgama de sonidos funk, jazz, electrónicos y abstractos, un interesante puzzle en el que separé tres piezas bien distintas: el guitarrista Rafa López, aunque parecía llevar el peso de la formación, improvisando con experiencia y una inspiración interminable, volaba siempre más cerca del funk y del rock que de la síncopa; el batería David Muñoz me recordó momentos potentísimos en el mismo escenario a cargo de otro David (Dave Weckl con la Electric Band de Chick Corea); por último, a cargo de los teclados electrónicos estaba Pablo Vázquez quien, si bien tuvo momentos muy jazzísticos y algún toque Hammond glorioso, destacó especialmente por el hecho de que es capaz de manejar dos teclados a la vez, interpretando a Jaco Pastorius con la mano izquierda y a Joe Zawinul con la derecha.
A destacar lo mejor de la noche: una versión tan potente y eléctrica de My favourite things que por momentos sonaba más a rock progresivo que a jazz.