Ester Andújar es una voz de calidad demostrada, emocionante y amante del scat. Sorprende, conociéndola en estas facetas, el disco que acaba de sacar al mercado. Tras Tristeza de amar (2002) y el increíble Celebrating Cole Porter (2005), aparece Páginas preciosas, un disco ecléctico y distinto, co-producido con el guitarrista Ximo Tébar, ese especialista en bailar en la cuerda floja que cuelga entre la fusión y el jazz.
Lo primero que tengo que decir es que Páginas preciosas no es un disco de jazz. Es, según mi impresión a la primera escucha, un disco de cantautora. Porque Ester Andújar no se ha limitado a componer sino que ha escrito las letras de casi todos los temas y (lo que es más inesperado) se ha atrevido a cantar en castellano, incluso en valenciano.
¿El resultado? Un disco de canciones. Canciones con momentos sobresalientes y un sonido mediterráneo que recuerda a los Presuntos Implicados más inspirados, temas que suenan a pop, bossa, suave funky y jazz (crossover si alguien echa de menos la etiqueta) arropados por buenos músicos de jazz. Su voz (tan personal) brilla por encima de música y de letra, pero cantar en castellano tiene un riesgo y es que hace que el mensaje llegue antes que la música. Uno se pone a escuchar los versos y obvia ese piano que acompaña e incluso la calidad de la voz, a pesar de lo cual Ester recuerda a ratos que es una cantante de jazz y se deja llevar por el scat en algunos momentos brillantes en los que podemos recordar que en directo es más auténtica y más sobresaliente.
Entre los diez temas del álbum, compuestos por la cantante (alguno junto a Ximo Tébar o al también guitarrista y arreglista Manuel Hamerlinck) hay un tema de Serrat (Romance de Curro el Palmo) y una versión deliciosa y emocionante de ‘Round midnight con letra en castellano, cantada a capella y en la cual el único acompañamiento musical que arropa a la voz de Ester Andújar es el sonido de la lluvia.
Confieso que sólo he oído este CD una vez, y que seguramente no lo archive junto a los discos de jazz, pero Ester Andújar es mi voz preferida del jazz nacional y la de muchos. Le auguro un buen recibimiento de crítica y también de público (¿por qué no?) ahora que productos tan mestizos como los que graban Corinne Bailey-Rae o Norah Jones consiguen atraer tanto a los amantes del jazz como al resto de los compradores de discos.
Lo primero que tengo que decir es que Páginas preciosas no es un disco de jazz. Es, según mi impresión a la primera escucha, un disco de cantautora. Porque Ester Andújar no se ha limitado a componer sino que ha escrito las letras de casi todos los temas y (lo que es más inesperado) se ha atrevido a cantar en castellano, incluso en valenciano.
¿El resultado? Un disco de canciones. Canciones con momentos sobresalientes y un sonido mediterráneo que recuerda a los Presuntos Implicados más inspirados, temas que suenan a pop, bossa, suave funky y jazz (crossover si alguien echa de menos la etiqueta) arropados por buenos músicos de jazz. Su voz (tan personal) brilla por encima de música y de letra, pero cantar en castellano tiene un riesgo y es que hace que el mensaje llegue antes que la música. Uno se pone a escuchar los versos y obvia ese piano que acompaña e incluso la calidad de la voz, a pesar de lo cual Ester recuerda a ratos que es una cantante de jazz y se deja llevar por el scat en algunos momentos brillantes en los que podemos recordar que en directo es más auténtica y más sobresaliente.
Entre los diez temas del álbum, compuestos por la cantante (alguno junto a Ximo Tébar o al también guitarrista y arreglista Manuel Hamerlinck) hay un tema de Serrat (Romance de Curro el Palmo) y una versión deliciosa y emocionante de ‘Round midnight con letra en castellano, cantada a capella y en la cual el único acompañamiento musical que arropa a la voz de Ester Andújar es el sonido de la lluvia.
Confieso que sólo he oído este CD una vez, y que seguramente no lo archive junto a los discos de jazz, pero Ester Andújar es mi voz preferida del jazz nacional y la de muchos. Le auguro un buen recibimiento de crítica y también de público (¿por qué no?) ahora que productos tan mestizos como los que graban Corinne Bailey-Rae o Norah Jones consiguen atraer tanto a los amantes del jazz como al resto de los compradores de discos.