DESDE EL ORIGEN DEL AMERICAN SONGBOOK


Visionando De-Lovely (Irvin Winkler, 2004)
  
A vueltas con Cole Porter. Después de publicar la entrada en la que hablaba de Ester Andújar y de su disco Celebrating Cole Porter, me he hecho (por recomendación de una amiga) con la peli sobre la vida del compositor: el musical De-lovely, dirigido por Irvin Winkler. No puedo decir que no me haya gustado la cinta. Hay cosas muy buenas: los efectos visuales son extraordinarios (y sutiles, aunque en las secuencias en blanco y negro la película gana más), la banda sonora está llena de temazos (aunque en versiones de gente del jazz, posteriores, suenan mejor) y siempre es estimulante “conocer” cómo trabajaban los músicos que admiramos. Así, con un hábil guión de Jay Cocks, algo excesivo en su planteamiento pero original, las canciones de Cole Porter van hilvanando con sus letras lo que fue su desordenada vida, la de un genio como todos los genios, atormentado en este caso por un sentido de la vida en el que primaba la diversión por encima de todo. Sólo su mujer, que fue su musa y su principal sostén, logró centrarlo un poco. 


El histriónico y oscarizado Kevin Kline interpreta a Cole Porter con menos teatralidad de lo que suele actuar, con menos sobreactuación y menos pantomima, salvo la necesaria para sugerirse lo suficientemente afeminado para parecer gay. ¿Se le notaba esto a Cole Porter? Yo, particularmente, hace tiempo que no soporto a Kevin Kline, pero aquí está bien. De su parte está el guión, muy teatral, y la controversia generada por el interés de la película de mostrar el lado gay de Cole Porter (hoy día no hay personaje que no vuelva de la tumba para decir que en su tiempo no pudo salir del armario). Lo peor es que no se puede basar el interés del público por un artista (o por una biografía o por una obra) en su vida sexual. No tiene sentido que hoy día tenga más valor “la diferencia” que la genialidad de unas composiciones que ya existían antes de (digamos) que naciera gente como por ejemplo Joshua Redman. 

Resumiendo, he visto la película hasta el final y, como a mí me gusta ser positivo y sacar algo de todo lo que veo, me quedo con los cameos (sería más correcto decir actuaciones) en la película, lo mejor: canciones y apariciones de Natalie Cole, Diana Krall, su marido Elvis Costello, Alanis Morrisette, Mick Hucknall de Simply Red, Sheryl Crow o el inclasificable Robbie Williams, todos ellos interpretando a cantantes de la época y poniendo voz a los standards de Cole Porter. Especialmente brillante es el tema que interpreta Alanis Morrisette. No es una de mis cantantes preferidas, pero en la película canta "Let’s Do It, Let’s Fall in Love" a caballo entre su propio y peculiar estilo y el más puro años 30. Realmente fabulosa. Vaya voz. 

Lo peor (bueno, lo anecdótico) reconocer que tantos standards del jazz como "Night and Day" o "I Got You Under My Skin" nacieron como numeritos de Broadway para las comedias musicales. Que nadie espere oír en la película una versión como la que hace Sarah Vaughan de "Just one of those things" (o la que hace Charlie Parker). En De-lovely estos temas aparecen orquestados (magníficamente orquestados: parece un trabajo muy serio), pero cuando uno ha oído estas canciones a Frank Sinatra o en versiones instrumentales a gente como Miles Davis o Bird, la cosa resulta un poco floja y lejana, vamos, “orquestada”. 

En cualquier caso, Cole Porter fue un gran compositor y sus temas seguirán versionándose (espero que durante muchos años más) para placer de todos. Yo, ahora mismo, me voy a escuchar el The Cole Porter Songbook de Charlie Parker enterito, que también tiene orquesta y coros, pero se salva por el saxo alto del maestro pájaro.