Nueve años ha tardado el baterista uruguayo afincado en Galicia Carlos Arévalo en presentarnos un nuevo álbum como líder desde aquella enorme formación que era la Urugalega All Stars Band, una suerte de enorme jam session donde el jazz gallego se reunió en torno a la batería de Arévalo. Ahora recoge en este El círculo del Pájaro (ese es su apodo) seis temas intensos donde la percusión pero, sobre todo, la energía es la protagonista.
Con una formación de viejos conocidos de la escena jazzística gallega (Leo Giannetto a la guitarra, Pablo Castaño al saxo alto, Ale Casquero en los teclados y Diego Pérez al bajo), Arévalo despliega una serie de composiciones que fusionan soul jazz, jazz rock, rock sinfónico, funky, armonías hindúes y algún guiño al folk gallego.
A diferencia de otras músicas y "músicas", la mayoría de los discos de jazz se graban "en directo", es decir, con todos los músicos tocando al mismo tiempo en el mismo espacio. Lo que suele ocurrir con menos frecuencia es que se haga con público presente. La grabación de El Círculo del Pájaro, realizada en los estudios Casa de Tolos con una treintena de personas en el público, es algo poco usual pero la presencia del público parece dotar de una energía distinta a la grabación, donde el soul es intenso y la sinergia del directo empuja a los músicos. Esta dificultad añadida quizás sea lo que da título de la introducción ("Overtura de Tolos-Toma 777"), un tema que comienza conteniendo la energía con una intro muy de rock sinfónico y que estalla con un estribillo muy soul, hardbop fusionado con la energía del jazz rock.
Con la inteligente idea de dotar al público de auriculares para que reciban todas las pistas de la grabación, curiosamente (se aprecia en el vídeo, que está disponible en la plataforma Tolemias TV) los músicos también están dispuestos en círculo, algo que da nombre al álbum pero que también sirve para una mejor interplay. La comunicación es esencial en el jazz. Como decía Marsalis en uno de sus libros, el jazz es un arte que obliga a escuchar al otro.
Detrás de su impresionante batería Eagle Joe Bass de color verde, Carlos Arévalo es un baterista todoterreno que ha tocado con grupos de jazz (Noroeste, Leo Giannetto's Jazz Project) y de rock (Cucharada, Karma, Laser) a lo largo de su dilatada carrera. Tiene una energía contagiosa cuando domina el ritmo, arrastra e incluso cuando contiene el tempo con maestría. Es un placer escuchar cómo maneja los platos con las baquetas con la misma delicadeza que si fueran escobillas. Su sentido del funk es ciertamente contagioso, pero también resulta muy interesante en blues poderosos como "Blues to Cool" (un tema que alterna conceptos modernos de jazz y la tradición del blues) o experimentos de fusión con músicas del mundo como "Takitithá", donde realiza una potentísima intro valiéndose de percusión hindú que, acompañada de la voz, resulta un concepto puramente jazzístico. El tema, funky y juguetón, incorpora armonías folklóricas de acento gallego en una fusión apoteósica con un Carlos Arévalo camaleónico y en la cresta de la ola.
Mención aparte merecen los solos del álbum. El mejor tema del disco es, sin duda, "Caminantes", un tema con un groove tremendo donde los solos se suceden en un crescendo fabuloso, comenzando por el de Leo Giannetto, realmente intenso. Le sigue un solo frenético de Diego Pérez al bajo, una intervención llena de soul de Ale Casquero al órgano y un potente y último solo del polivalente Pablo Castaño.
Un disco intenso, sin post-producción, afirman, para disfrutar en directo, aunque sea vía streaming.
_____________________________
* Foto: Chema Ríos.