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UN MUSICAL DE BAJO PRESUPUESTO

Guy y Madeline en un banco del parque (2009)

En una década en la que los musicales no estaban de moda (en cine), el guionista (y músico de jazz) Damien Chazelle dio una vuelta de tuerca al género con su primer largometraje como director, Guy and Madeline On a Park Bench (2009), una interesante cinta filmada en 16mm y en blanco y negro siguiendo cánones que en los 60 y 70 parecían atrevidos (como la ausencia de diálogos, el uso exclusivo de cámara al hombro, actores novatos o personajes callejros al estilo del cinema verité) y que hoy resultan incluso subversivos dada la comercialidad reinante. En ciertos momentos, su estética recuerda a Shadows de John Cassavettes, de la que algún día tendremos que hablar.

Guy and Madeline... es la historia de una ruptura, protagonizada por un trompetista negro y una chica hispana, una historia breve y de un laconismo que se contagia a las imágenes. Lo original de la pelicula, aparte de su atrevida estética visual, son los números musicales. A los expresivos silencios de los paseos de Madeline (Desiree Garcia) o las meditaciones de un arrepentido Guy (Jason Palmer, del que ya hablamos en otra ocasión) siguen los típicos arranques musicales de las películas del género en las que los personajes sacan sus sentimientos en forma de canción. Todos los temas, salvo el último, están compuestos por Justin Hurwitz con letra del propio Damien Chazelle y aúnan melodía orquestal y swing muy al estilo Cole Porter o Michel Legrand (referente musical de la nueva ola francesa de los 60-70), lo que bastaría para recomendar esta película, a pesar de que el jazz no se prodigue más que en breves escenas. El Wally's Cafe de Boston (del que Palmer es músico residente) aparece muy brevemente, ya que parece que el personaje no es un músico profesional y la mayor parte del jazz de la película suena cuando Guy y sus colegas interpretan jazz para sí mismos y para sus amigos en pequeñas fiestas en pequeños apartamentos. En una de éstas, Andre Hayward canta y comparte tema con el combo, al que se une Kelly Kaleta con una exhibición de tap dance maravillosa, uno de los aciertos de la película, repetido en otro de los números, sobre todo porque aquí el claqué "conversa" con los instrumentos de una manera efectiva. Llamada y respuesta.

Jazz desnudo es lo que hay en las escenas en que Guy ensaya con la trompeta o trata de enseñar a Madeline a tocarla (recuerda a las fotografías de Miles y Juliette Gréco), con resultados nulos. Al final de la película, ella tratará de aprender a tocar la batería como una muestra de que lo echa de menos.No creo que rompa la magia del argumento (¡advertencia: spoiler!) si cuento que al final, como en todo musical que se precie, vuelven a estar juntos. Su reunión, casual y descaradamente contrita, se salda con un desolado y bellísimo discurso de arrepentimiento que Guy expresa con su trompeta, en un solo maravilloso que cierra la película. 

En resumen, combos de jazz, resonancias de Cole Porter, estética Cassavettes, improvisación argumental... En palabras de un crítico de Los Angeles Times, "¿Cuántos directores independientes de 25 años elegirían enfocar un musical de serie B estilo años 30 en una historia contemporánea de amor y claqué, con prácticamente todo su presupuesto destinado a pagar a la Orquesta Sinfónica de Bratislava (sí, han leído bien) para que interpretara una banda sonora trasnochada compuesta por un amigo con talento, y (esto es lo mejor) que realmente funcione? Creo que sólo debe haber uno. (crítica completa aquí).

Por desgracia, la película se ha estrenado en muy pocos países y hay que verla en DVD. Estoy buscando el CD con la banda sonora. Extractos de la misma se pueden escuchar en este enlace, pero les dejo la escena de la primera fiesta que aparece en la película para que puedan apreciar lo dicho anteriormente en cuanto a escasez de medios, originalidad estética y estilos musicales: