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EL JAZZ ES MALO (Y, PARA ALGUNOS, UNA LATA)

ACORDES Y DESACUERDOS (XXIII)


En 1912, un desconocido fotógrafo llamado Ernest J. Bellocq decidió cambiar los paisajes y la fotografía industrial, a los que se dedicaba profesionalmente, por objetivos más excitantes. Se internó en el barrio rojo de Storyville y, durante un tiempo, estuvo realizando retratos y posados de prostitutas de la ciudad, donde el "negocio" era legal. En 1958, ochenta y nueve de estas fotografías salieron a la luz, desvelando algunos de los rostros de aquellos locales donde el jazz creció y se consolidó porque los clientes querían música en vivo, además de alcohol... y otras diversiones. Desde entonces, el nombre del jazz (incluidas algunas teorías sobre su etimología) está ligado a los bajos fondos, el erotismo y el crimen.
 
Siempre fue pecado, El jazz era algo malo, socialmente e incluso ahora, visto desde otros ámbitos musicales o profesionales, malo de lo más malo. Perdió puestos en la lista según la década, dejando paso a la satanización del rock and roll, del punk, del pop..., pero por encima de estas músicas afectas a la moda y a la mercadotecnica, el jazz ha sobrevivido porque supone un desafío intelectual para el músico y para el oyente, y siempre estaremos ahí nosotros, los que no nos conformamos con lo que pongan por la radio o la tele, mentes inquietas que sienten cosquillas (mentales) con la buena literatura, el buen cine, la buena música...

Como solemos hacer en esta sección de Acordes y desacuerdos, reproducimos algunas frases y opiniones sacadas de contexto que pueden arrojar luz (o algún motivo para el debate).


I.
Amy Farrah Fowler (interpretada por Mayim Bialik) en The Big Bang Theory confiesa esto:
Yo no he hecho pellas en mi vida. Mi madre dice que así es como las chicas acaban siendo adictas a la marihuana y al jazz.





II.
A todos nos ha pasado esto de hablar y hablar apasionadamente sobre jazz sin darnos cuenta de que a la otra persona le importaba un comino. Tras la ocupación soviética en la República Checa, Julio Cortázar, García Márquez y Carlos Fuentes viajaron a Praga invitados a dar una charla. Una maniobra de la inteligencia checa para dar sensación de normalidad. Carlos Fuentes recuerda: 
Viajamos en un tren nocturno desde París hasta Praga, pero no dormimos porque toda la noche nos la pasamos en el salón con Julio Cortázar, que se dedicó a recordar la historia del jazz. Sabía muchísimo de jazz Cortázar y entonces, entre la Gare de Lyon y la estación de trenes de Praga, nos contó la Historia desde los orígenes del jazz, capítulo por capítulo, trompetista por trompetista, cantante tras cantante... Sabía absolutamente todo. Estábamos muy impresionados Gabo y yo. Sabíamos que sabía pero no que sabía tanto. Y este es el secreto de Cortázar: que siempre sabía mucho más que los demás, pero tenía el pudor de no demostrarlo. En esta ocasión, sí lo demostró, quizás porque era de noche, porque íbamos en tren, porque íbamos a Praga... Y ya, casi al entrar en la estación, digo: "¿Por qué no cambiamos de tema y hablamos de cine?". Pero ya no había tiempo.
Cortázar y Gabo

III.
En la misma conferencia, cuenta Carlos Fuentes, que pensaba que el jazz era una pesadez de conversación, se queda con las ganas de ir a un club:
Yo estaba muy contento hasta un momento en que siento que me traicionaron mis amigos. Quedé muy descontento con ellos. Gabo me dijo: "La ópera es fantástica en Praga. Yo me voy a una función de ópera" y Cortázar me dijo: "He descubierto un club de jazz y tú, Carlos, vas a ir a hablar con los sindicatos". [...] Gabo escuchando ópera, Cortázar en el jazz y yo hablando con los sindicatos. Que eran troskistas, además. 
Cortázar soñando con ser jazzman

IV.
Boris Vian se enfrentó a la sociedad francesa de su época, que prohibía el jazz como "algo peligroso" ironizando (a su estilo) en un artículo que publicó en 1949 en Jazz Hot titulado El jazz es peligroso: Fisioterapia del jazz
Tan lejos como uno quiera remontarse hasta la antigüedad, pueden encontrarse ejemplos de la acción esclerosante y necrosante del jazz sobre la célula viva y las macromoléculas del citoplasma [...] Los trabajos del doctor René Theillier, relativos a las lesiones provocadas por la repetida agresión de una causa cualquiera, dilucidan igualmente el peligro de cualquier música de ritmo regular; el jazz es el ejemplo más típico, y por ello sería necesario que los poderes públicos se decidieran por fin a aplicar el bisturí en esta llaga y a encontrar un remedio para las psicopatías cada vez más grandes que parecen apoderarse por completo de nuestros jóvenes contemporáneos. 
Miles Davis y Boris Vian en París en 1950

V.
Más grave es cuando hay persecución. Los nazis prohibieron muchas facetas artísticas pero una lo fue por provocativa y por racial: el jazz. Desgraciadamente, aunque el ejército americano contraatacó "psicológicamente" enviando discos de jazz a los soldados (los llamados V-Discs o Discos de la Victoria), este rechazo se producía también dentro de los Estados Unidos, donde algunas minorías blancas (y no tan minorías) ignoraban el jazz como música popular. Por poner un ejemplo, la obra Porgy & Bess del judío George Gershwin tardó ¡80 años! en ser aceptada como ópera, mientras que, dentro de la propia Alemania, hubo una especie de resistencia músico-cultural por parte de los Swingjugend, a quienes Thomas Carter dedicó su película Rebeldes del Swing (Swing Kids, 1993). Ahí va un resumen  (obtenido de la web Idejazz) de cómo Hitler pretendía que funcionara la cosa con la Entartete Musik ("música degenerada") que era el jazz:

1. Las piezas en ritmo de fox-trot (o swing), no podrán exceder el veinte por ciento del repertorio de las orquestas y bandas musicales para baile;
2. En este tipo de repertorio llamado jazz, debe darse preferencia a composiciones en escalas mayores y a letras que expresen la alegría de vivir, en lugar de las deprimentes letras judías;
3. En cuanto al tempo, debe darse preferencia a composiciones ligeras sobre las lentas (los llamados blues); de todos modos, el ritmo no debe exceder la categoría de "allegro", medido de acuerdo al sentido Ario de disciplina y moderación. De ninguna manera excesos de índole negroide en el tempo (el llamado jazz) o en las ejecuciones solistas (los llamados "breaks") serán tolerados.
4. Las llamadas composiciones jazzísticas podrán contener hasta un diez por ciento de síncopa; el resto debe consistir en un natural movimiento "legato" desprovisto de histéricas inversiones de ritmo características de la música de las razas bárbaras y promotoras de instintos oscuros extraños al pueblo alemán;
5. Queda estrictamente prohibido el uso de instrumentos extraños al espíritu del pueblo alemán, como así también el uso de sordinas que convierten el noble sonido de los instrumentos de viento y bronce en aullidos judíos;
6. También quedan prohibidos los solos de batería que excedan la mitad de un compás en tiempo de cuatro cuartos, excepto en los casos de estilizadas marchas militares;
7. Queda prohibido a los músicos realizar improvisaciones vocales.
 Ahí es nada.
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