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EL JAZZ SEGÚN ESTHER CIDONCHA

When Lights Are Low

Hace unas semanas, estábamos escuchando un tema de la orquesta de Woody Herman ("Half Past Jumpin' Time"). En aquella grabación sonaban juntos tres gloriosos tenores: Al Cohn, Zoot Sims y Stan Gets, además de otros nombres memorables como Red Rodney, Shorty Rogers, Serge Chaloff, el propio Woody Herman... y un pensamiento se nos quedó rondando la cabeza durante toda la tarde: ¿dónde encontraríamos ahora tantos auténticos músicos de jazz juntos? ¡Ni en un festival! Sobre todo porque últimamente los festivales de jazz apenas traen músicos de jazz... La respuesta llegó en forma de libro: When Ligths Are Low. Editado por La Fábrica, sus 180 fotografías son la síntesis en papel de la extensa obra de nuestra fotógrafa de jazz española favorita: Esther Cidoncha.

Pero, antes de hablar, pongamos un poco de música para entrar en materia.



Suenan BENNY CARTER  AND HIS SWING QUARTET, 
"When Lights Are Low" (grabado en Londres en 1936) 
con la voz de Elisabeth Welch 

Quizás los que conozcan (conocemos) a Esther a través de su blog o de sus exposiciones estemos acostumbrados a las cotas de su fotografía, a su capacidad para transmitir la humanidad de los semidioses que son los músicos de jazz, a constatar que el blanco y negro puede tener tantos matices como una buena improvisación, pero lo que más nos ha sorprendido de su libro When Lights Are Low es la calidad de la edición, cuidadísima, a cargo de La Fábrica y de la propia Esther, algo inesperado en un país donde los libros de fotografía (en especial, sobre jazz) llegan siempre de fuera. El papel es fabuloso, el tamaño adecuado (se agradece que no se hayan incluido fotografías a doble página, algo siempre molesto por el corte central) y los textos que acompañan los distintos capítulos no sólo emocionarán a los amantes del jazz sino que han sido escritos por firmas relevantes. Destacaremos subjetivamente (porque nos han tocado en nuestro corazón jazzístico), las palabras del jazzero confeso Antonio Muñoz Molina cuando dice que "El buen fotógrafo de jazz es el que retrata la condición entre profetas y jornaleros cumplidores de los músicos, entre visionarios y marginales..." mientras que José María Díaz-Maroto alaba "la magnitud de Esther, situada -siempre- en el lugar perfecto, pero invisible, en un escenario inusual y con la imposibilidad de manejar la luz y adecuarla a sus necesidades." Añade que "Ante este difícil panorama, resuelve impecablemente generando la realidad de una atmósfera irrepetible" y así es. Momentos que Esther captura con pericia y sin dudar, momentos irrepetibles de la Historia del Jazz, algo que alabábamos de William P. Gottlieb, que tenía la "obligación" de hacer la foto perfecta porque se pagaba él mismo los negativos...



Chema García Martínez, por su parte, recuerda en su texto la máxima de Cartier-Bresson, que recuerda que "la vida ocurre sólo una vez, para siempre", algo así como el jazz, efímero como una nota, en instantes como fotografías. Esther sabe captar eso y hacer humanos a los músicos, humanos con capacidades de dioses, y los hace entendibles para nosotros, los mortales. O esta reflexión de Wadada Leo Smith sobre la importancia de fotografiar en blanco y negro, que merece ser enmarcada: 
Cuando hay color, la gente se parece a nosotros, no hay diferencia entre la foto y la realidad. Pero el blanco y negro establece una diferencia real, porque te obliga a pensar en qué consiste la imagen, en qué es real y qué no lo es. Sin esa reflexión no hay arte.
Suponemos que ha sido una labor tremenda elegir 180 fotografías de entre un trabajo de 25 años; sin embargo, podemos afirmar que las que están incluidas hacen justicia a su técnica y a su personalidad. Pero, ¿cómo se llega a tener ese ojo crítico, estético y por el que todos querríamos mirar? Le hemos preguntado a la propia Esther.


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Entrevista a Esther Cidoncha

Jazz, ese ruido: Empecemos por el principio. ¿Cómo empezaste en la fotografía y qué te llevó al jazz?

Esther Cidoncha: Me inicié en la música del jazz, pasada mi adolescencia, en casa de un amigo que tenía discos de Art Blakey, Charlie Parker, Thelonious Monk, Miles Davis, Coleman Hawkins, Duke Ellington o Charlie Mingus entre otros. En seguida me gustó esa música a veces extraña, difícil, abstracta, compleja, pero también evocadora, sugestiva, vitalista, individualista, creativa, por momentos introspectiva o explosiva, interpretada por músicos que necesitan expresar lo que no pueden exteriorizar con palabras, creando un lenguaje original singular, inalienable e intransferible.
     Años más tarde, y siendo bailarina profesional de Danza Contemporánea en Barcelona, me compré una cámara japonesa, una pequeña Yashica de un solo objetivo de 50 mm. Hacía fotos en las giras que realizamos por Europa. Me atraía fotografiar los vestuarios, los pequeños hoteles, a mis propias compañeras bailarinas en momentos de relax. 
     La estética y la gráfica en torno al jazz me llamó poderosamente la atención. Revisando mis primeros negativos, empecé a realizar fotografías de jazz en 1989 en Valencia, con el mítico grupo legendario Modern Jazz Quartet, uno de los combos que más han influido en la historia del jazz moderno. Mi estímulo por la fotografía de jazz fue inmediato. Compraba los carretes en blanco y negro y los revelaba en casa, en un pequeño laboratorio preparado con todos los materiales disponibles. Siempre era un nuevo asombro descubrir las imágenes realizadas durante el concierto o la prueba de sonido. 


J,ER: ¿Qué tiene la imagen de jazz que no tiene otro tipo de música?

EC: Hay una más que evidente afinidad entre fotografía, fundamentalmente en blanco y negro, y el sonido del jazz. Esta vinculación proviene de ciertas similitudes entre estos dos géneros artísticos. Ambos son espontáneos, captan emociones, experiencias en un breve instante. A mi entender, la fotografía de ensayos o de un concierto no necesita colorido, el blanco y negro por sí solo se basta. Así mismo el jazz lo veo de este modo, sobrio, sin aderezos, puro, austero, evocador, sugestivo. Porque habla de verdad, de emociones vitales. La creación y la improvisación ocurre en cada instante de manera continua. La fotografía capta ese instante. Y otros muchas situaciones, como son el ambiente que se vive en un club de jazz y el momento de concentración de un músico antes de salir al escenario.
     El jazz utiliza un lenguaje muy complejo para hablarte de emociones, de esencia, de verdad. Basta para ello escuchar a John Coltrane, a Thelonious Monk, Lester Young o a Archie Shepp y comprender y percibir que pese a su complejidad y abstracción el jazz llega directamente a nuestras emociones de un modo directo, como un rayo que te atraviesa y parte por la mitad. El jazz es individualista, original, verdadero, honesto.


J,ER: Cuando un fotógrafo enfoca, ¿busca o encuentra?

EC: Busca y encuentra. Primero debe buscar para después poder encontrar. El jazz hace que sea fácil encontrar. Es una fuente de inspiración continua. Todo alrededor del jazz es de una belleza plástica única. A la cámara le gusta la atmósfera que envuelve y seduce un club de jazz. El objetivo juega con la iluminación y con sus diferentes focos de intensidad y contraste; saca partido a la variedad de instrumentos, tamaños, formas, materiales. O la sobriedad de un escenario desnudo, o lo contrario, un club de jazz con ambiente, gente atmósfera jazzística; micrófonos, partituras. La forma de vestir de algunos músicos, que puede ser extravagante, atractiva, refinada. Sus gestos, una sonrisa hacia la cámara, una mirada concreta hacia un punto; un silencio donde la introspección se hace escucha. Estar atento a todos los gestos que realiza el músico cuando toca o está en calma. Tener intuición es importante y decisivo.


J,ER: ¿Tienes algún referente en el mundo de la fotografía que te haya inspirado o al que te gustaría parecerte?

EC: Sin duda estoy influenciada no sólo por los grandes fotógrafos de jazz sino también por los grandes de la fotografía como Henri Cartier-Bresson, Man Ray, Ansel Adams, André Kertész, Andreas Feininger, Robert Doisneau, Walker Evans, Harry Callahan, Lee Friedlander, Diane Arbus, Bill Brandt, Man Ray o Paul Strand, Alexander Rodchenko o László Moholy Nagy.
     Me  fascinaron las imágenes del clásico fotógrafo de jazz Herman Leonard que en 1948 se instaló en Nueva York y abrió su estudio en el Greenwich Village. Siendo un enamorado de este estilo musical, retrató en esta ciudad, en plena época dorada del jazz, años 40 y 50, a los grandes músicos que desarrollaron este género desde Ella Fitzgerald, Billie Holiday, Art Tatum, Bud Powell, Art Blakey, Dexter Gordon o Lester Young, por nombrar unos pocos. Sus fotos relatan muy bien la esencia del jazz. Su blanco y negro elegante, los contraluces que reflejan también el ambiente del humo de los cigarrillos, el espíritu bohemio, sus composiciones perfectas. Conocí a los grandes del jazz a través de su mirada.

J,ER: Cuéntanos cómo ha sido la experiencia de lanzar el libro.

EC: Muy emocionante y a la vez muy compleja. Porque es mi primer libro. La editorial que decide publicar tu libro debe creer en ti. Y pensar que el libro se va a vender. Saber que hay un mercado, gente interesada en comprar el libro. Saber qué aporta el libro al mercado de la edición. Un año de mucho trabajo. El libro recopila mis inicios en la fotografía del jazz hasta la actualidad, 25 años resumidos en 180 fotografías. Había que tomar muchas decisiones. Espero publicar más libros, tengo muchas fotografías y músicos que mostrar, realmente es un homenaje a ellos , a los músicos de jazz.

J,ER: Pregunta obligada. ¿A qué músico te hubiera gustado fotografiar si estuviera vivo?

EC: A muchos. Pero sólo voy a nombrar a uno para no dispersarme. Al saxofonista alto Art Pepper. Desde que era joven sentí fascinación por él. Pero como te digo, me hubiera gustado fotografiar a muchos. Yo diría que a todos los grandes.


J,ER: Por último, te pedimos algo que suponemos difícil. Elige una fotografía del libro.

EC: Sí, es difícil la pregunta porque me gustan todas. ja ja ja ja ja ja. Pero como me pides que elija una me decido hoy por la fotografía de Benny Carter realizada en el Festival Jazz aux Remparts, en Bayona en 1994. Justo la estoy mirando ahora mismo y me llama la atención su mirada a un punto exterior lejano y a la vez mira como hacia dentro quizá a un recuerdo o a una emoción interior. Sus manos grandes con el anillo en un dedo sujetando suavemente el saxo, con delicadeza. La vestimenta, el traje chaqueta. El calcetín blanco y el zapato que asoma. La forma que tiene de estar erguido sobre la silla. Es una fotografía increíblemente digna que ennoblece al grandísimo Benny Carter. Justo es el compositor del tema cuyo título he elegido para mi libro: When Lights Are Low.


J,ER: Gracias, Esther Cidoncha por dedicarnos tu tiempo y tus palabras. Te deseamos mucha suerte con tu fantástico libro y esperamos que tu carrera siga dando tan buenos frutos.
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El libro se puede encontrar en librerías y, para más detalles, pueden visitar su bloghttp://ecidonchafotosdejazz.blogspot.com