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EL ESLABÓN PERDIDO

CHARLES MINGUS, Pithecanthropus erectus (Atlantic, 1956)

Si tuviera que recomendar un disco de Mingus a algún aficionado que no hubiera escuchado su música antes (!) seguramente elegiría este disco, no porque cada uno de sus cuatro temas sea un clásico sino por la posición que ocupa dentro de su discografía (tras sus Jazz Experiments), ya que siempre es preferible el orden cronológico como el mejor método para conocer a un músico. Pero Pithecanthropus Erectus no es sólo su primera obra maestra, es el primer eslabón del sonido Mingus, el momento en que el músico primitivo se levanta del barro primigenio del jazz tradicional, surgiendo de la nada (es un decir, de su Workshop), del blues (ah, aquel comentario) y del gospel, de todos estos lugares al mismo tiempo, para cambiar a la postre el mundo del jazz.

Valgan estos juegos de palabras, ya que el propio músico, en las notas del disco, define el tema homónimo como un poema musical en el que se describe la aparición de la especie humana y su posterior caída debido a su afán por esclavizar a sus semejantes para crear un precario estado de bienestar. ¿Un álbum conceptual? Muchos lo definen así y Mingus adoraba este tipo de mensajes. Todo el álbum parece un mensaje, tanto en los temas compuestos por él como en "A Foggy Day (In San Francisco)" de Gerswhin, un mensaje de aviso con el que Mingus se anticipó al free jazz, esa filosofía no siempre sana, mucho antes que Ornette Coleman. Porque aquí, con total libertad, Mingus reúne elementos del bop en decadencia, de big band y de la música clásica del siglo XX para conseguir sorprender de nuevo. Volviendo al título, algunos entendidos opinan que hace referencia a la posición de Mingus en el grupo, de pie con su contrabajo (en inglés, upright bass, bajo erguido), musicus erectus, otra chulería más de un tipo de la sección rítmica que se atrevió a componer y a dirigir.



Todos los temas tienen en común una estructura móvil en la que, en cualquier momento, podía ordenar a los músicos que salieran del esquema, que improvisaran. Y esta libertad está llevada hasta el punto de que las improvisaciones se convierten en ruido, en desorden. Esto debió enojar a los puristas de la época, que aún no soñaban la pesadilla del free. Encontrarían disculpas en "A Foggy Day", donde los músicos dejan de tocar para emular con sus instrumentos los ruidos de la calle: bocinas, tranvías... Un truco teatral, en apariencia. Pero no tan justificable en "Pithecanthropus Erectus" a pesar de su conceptualidad.

Con el paso de los temas, el disco se va templando. Los cuatro cortes venían originalmene en un LP con dos caras de 17 minutos. La primera contiene lo ya reseñado y la segunda un producto más digerible por los tradicionalistas. En primer lugar, "Profile of Jackie", una balada que es, en el fondo, un solo de saxo de tres minutos. "Love Chant" es un tema tradicional en el que las disgresiones aparecen por sorpresa, algo para lo que uno tiene que contar con muy buenos músicos para no fastidiar la receta. El sentido del blues, que es el alma de la música de Mingus, lo ponen Jackie McLean al alto, J.R. Monterose al tenor y el pianista Mal Waldron. El batería es Willie Jones. Mingus pone su humor y su sentido del caos.

Conservado (en vinilo o en cd) para la eternidad, Mingus vive entre nosotros gracias a esta singularidad, como un fósil de una especie extinta y quizás inexistente, como el Pithecanthropus Erectus.



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* Fotografía de Andy Freeberg.