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SWING de Tony Gatlif

Las delicias de la música manouche

La guitarra transmite la sensación de ser un instrumento fácil de tocar. No tiene tantas llaves como el saxofón ni teclas como el piano; sin embargo, en la guitarra intervienen ambas manos y no toca cada una una nota sino que se complementan de manera que sólo si la izquierda lo hace posible, la derecha hará sonar correctamente las notas... Una película que retrata de manera fabulosa el aprendizaje de este instrumento es Swing (Tony Gatlif, 2002).

Swing narra la historia de un niño seducido por la música manouche. En un comienzo un tanto confuso, la película nos presenta a Max en un suburbio de Estrasburgo. Adivinamos que es un niño con dinero porque su discman atrae la atención de los demás. Su objetivo es conseguir una guitarra en la "tienda" de un anticuario gitano que trapichea con todo tipo de objetos. La consigue haciendo un trueque a cambio de su discman con una chica de quien se hace amigo pensando que es un chico. Otro romaní, interpretado por Tchavolo Schmitt, le enseña a tocar a cambio de su ayuda en temas de papeleo (no sabe leer) y la historia fluye en torno a esas clases de guitarra. El nombre de la chica, Swing, da idea de la importancia de la música en esta familia donde todos tocan algún instrumento.

Gitanos, cíngaros, judíos, árabes, conforman el rompecabezas de la película, así como sus fiestas y sus canciones, en las que se palpan casi diseccionadas todas esas influencias que se aglutinan en el jazz manouche y que vienen de la música klezmer, de la árabe, de la India, de Egipto, de Rumanía, del flamenco... El argelino-francés Tony Gatlif, que ya dedicó una película (Vengo, 2001) al flamenco y ha dirigido cuatro en torno al mundo de los gitanos, narra aquí un cuento triste, la paradoja de una sociedad con una gran riqueza cultural en la que nadie sabe leer y la de un niño rico, viajero, que está a punto de descubrir el poder de las cosas sencillas: la música, la familia, la naturaleza, la cerveza, el amor... 

Historias de judíos deportados y de familias errantes ponen en valor la grandeza de una tradición que se convierte en una fiesta: la música. La mejor escena de la película es una muy breve en la que el  médico, gitano y judío, en medio de una borrachera, hace música con los alambres de una cerca mientras un rottweiler le ladra al otro lado. Cuando lo deja, admite: "Cada vez que veo una valla me da dolor de vientre".

El jazz manouche es una música de ida y vuelta que ha aportado toda su riqueza cultural a la música de jazz y, en especial, a la guitarra, al tiempo que ha devuelto a sus creadores influencias afroamericanas de  swing, soul, funk... que enriquecen la música que hacen ahora los gitanos europeos y los franceses en particular, de entre los que están surgiendo muchos y muy buenos músicos de jazz manouche como Tchavolo Schmitt,  Mandino Reinhardt, que aparecen en la película, y muchos otros herederos musicales de Django que llevan su apellido artístico (Mike Reinhardt, Joseph Reinhardt, Babik Reinhard, hijo de Django, o su nieto, David Reinhardt).

La música de la película está compuesta por el director, Tony Gatlif. Los temas tradicionales llevan también sus arreglos. El elenco de músicos romaníes es impresionante, pero para expertos, ya que la mayoría son desconocidos fuera de Francia. Dejo un video de muestra, con una magnífica introducción a cargo del guitarrista Tchavolo Schmitt, un tema en el que se aprecian todas estas influencias sonoras de las que hablamos: