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MILES DAVIS: EL REGRESO

Entre el funk y la ruina

Cuando en mayo de 1980 grabó The man with the horn (Columbia, 1981) Miles llevaba cinco años sin coger la trompeta. Antes, habían aparecido Agartha y Pangaea, pero ambas eran “sólo” grabaciones capturadas durante el Festival de Osaka de 1975, el año en el que sufrió una neumonía, en el que le diagnosticaron que tenía que someterse a una operación de cadera, en el que murió su gran amigo Cannonball con 46 años... Vivía enclaustrado en casa, soportando una larga resaca de los años de locura en los que, como cuenta en su Autobiografía, “el sexo y las drogas habían ocupado el sitio que la música había tenido en mi vida, hasta que llegó un punto en que me dedicaba a esas dos cosas las veinticuatro horas del día”. Sus amigos temían lo peor. Columbia y United Artists se peleaban por contratarle. Miles estaba en números rojos. Pero seguía drogándose. Y no tocaba.

La actriz Cicely Tyson, que hizo de amante y madre, le salvó la vida, en palabras del propio Miles, y le ayudó a centrarse y a recuperar la salud y el interés por la música. No fue la única que lo ayudó. Los músicos se acercaban a su casa a visitarle y a animarle. Chaka Khan, que era vecina de Miles, lo obligó a lavarse. Pero fue el baterista Vince Wilburn, sobrino de Miles, lo sacó de aquel estado de depresión cercana al suicidio y consiguió que volviera a grabar. Su tío Miles le había regalado una batería cuando tenía siete años, y ahora tocaba en un grupo de Chicago una mezcla de jazz, soul y funky. Miles escuchó las maquetas del grupo y las pasó a Columbia. El resultado fue que los demás miembros del grupo se reunieron con Vince Wilburn y con Miles en Nueva York para grabar. Miles estaba dispuesto a regresar.

Tras un mes de ensayos, Miles quería grabar. Pidió a Dave Liebman que le encontrara un saxo y éste le recomendó a un ex-alumno suyo, Bill Evans. “¿Sabes? Si yo tocara el saxo, me gustaría hacerlo como tú”, le dijo Miles después de escucharlo, y Evans pasó a formar parte de la Historia de Miles.
En los años precedentes, eran muchos los músicos de jazz que habían muerto jóvenes, de modo que otro de los amigos de Miles, Gerry Mulligan, lo llamó para celebrar su regreso al mundo de los vivos. Había oído que volvía a grabar. Mulligan le dijo: “Espero que toques cosas bonitas para nosotros, los tíos que te queremos”, a lo que Miles contestó: “No, tío... Voy a montarme una banda de funky puro y duro para salir a ganar dinero”. El resultado fue un tema que brilla con luz propia, “The Man With The Horn”, que daría título al álbum de regreso del trompetista. Se cuenta que Miles aún no había vuelto a recuperar la técnica, y que hubo que añadir las pistas de su trompeta más tarde, pero esto bien podría formar parte de la leyenda. Habían pasado muchos años desde que los fans escucharon por última vez a Miles tocar en su verdadero estilo.


En una sesión posterior, Miles sustituiría al grupo de su sobrino por músicos como Marcus Miller al bajo, Sammy Figueroa a la percusión Mike Stern a la guitarra, Al Foster a la batería, pero no conseguiría completarlo hasta mucho después, en una sesión de grabación, en mayo de 1981, en la que Vince Wilburn y su grupo volvieron a reunirse con Miles en Nueva York para grabar el tema “Shout”, con un sonido descaradamente disco.

El resultado fue un álbum que mezcla temas de jazz-rock y soul-funky con la huella indeleble de los espesos experimentos en los que Miles se había metido él solito en la década anterior. Sin embargo, fue un éxito en las emisoras de radio, especialmente gracias al tema que da título al disco.

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* La historia continúa aquí: https://jazzeseruido.blogspot.com/2010/10/miles-davis-el-regreso-segunda-parte.html

* Fotografía de Rico D'Rozario (www.ricodrozario.com): Al Foster, Miles Davis y Mike Stern en 1982.