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MATCH BALL

El arte del trío según Borja Cao

El piano arranca con unas notas clásicas. Trae reminiscencias de Chopin y de Falla, pero la síncopa anuncia un trasfondo invisible que comienza a traslucirse cuando bajo y percusión surgen de la nada para arrastrar la melodía hacia el lugar que le corresponde: el jazz. El ritmo explota. El bajo rebosa swing. Los platillos sisean. Los americanos llamaban high hat a estos platillos gemelos sobre una varilla. Entonces, la melodía estalla. Es fluida y compacta, ideal. Después del chorus, el piano desaparece. El contrabajo se aferra a un solo clásico sin abusar del tiempo que le dan. El piano nos devuelve al chorus con unos momentos de improvisación (también) sin estridencias, enmarcado en la melodía, que no se rompe en ningún momento ni con exageraciones ni con excentricidades. Si alguien da la nota aquí es la conjunción de los instrumentos que forman el trío.

Parece que estuviéramos escuchando a Bill Evans pero es Borja Cao con su trío: Juan Cañada al contrabajo y Max Gómez a la batería. Odio las comparaciones, pero no he encontrado otra forma de describir esta forma casi “académica” de crear una melodía para trío de piano. Se llama El cielo puede esperar y es, sin duda, el mejor tema de su álbum Match ball (Audia, 2009).

Borja Cao es profesor de solfeo, pedagogía musical y música de cámara, y trabaja como profesor de piano en el Conservatorio Profesional de Música de Santiago de Compostela. Esto explica su dominio de la técnica y su vena clasicista a la hora de componer. ¿Qué explica la pasión con que arranca esas notas del piano? Borja Cao es un jazzman con la capacidad de brillar desde lo íntimo, como Evans (perdonen de nuevo la comparación), destinado a sorprender con la sensibilidad de sus teclas sin sobornarnos con parafernalias, esto es, construyendo música con la desnudez del trío, una de las formas más difíciles de triunfar, pero más gozosas para el espíritu de los que amamos el jazz.


Olvidaba reseñar que Match ball es su primera incursión grabada en el mundo del jazz. Adivino que el título, terminología deportiva, alude más a un desafío intelectual que físico, ya que los temas han sido grabados en vivo en el Teatro Principal de Compostela el 5 de mayo de 2009, un viejo subterfugio para abaratar la producción de un disco que, sin embargo, entraña los riesgos del directo y, a la vez, nos devuelve el sabor del jazz visceral, que la tecnología suele negarnos. Para muestra de esto, el último tema: Siéntelo, una prudente explosión de técnica de trío.

Si alguien se atreve a hacerse con el disco, encontrará baladas magistrales como House party y montañas rusas técnicamente perfectas como Xogo bonito (otra alusión deportiva) y hallará también otro ejemplo más de la avalancha de músicos gallegos que están irrumpiendo en el panorama del jazz made in Spain y que podemos sumar a figuras establecidas como Paco Charlín, Abe Rabadé o Pepe Evangelista, y a otros músicos jóvenes gallegos que estoy descubriendo. Mi próximo objetivo es encontrar tiempo para escribir sobre algunos que me han sorprendido enormemente.
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