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HONEYDRIPPER BLUES BAR

Cuentos de la era del blues

Creo que Honeydripper blues bar (John Sayles, 2007) es la mejor película de clubs que he visto. Lejos del superficial tratamiento de Stormy Monday, por ejemplo, donde el club era solamente una excusa para una trama de cine negro, Honeydripper refleja la competencia y la lucha por la supervivencia de un club en la América rural, negra y nocturna previa al rock and roll. Por entonces, el blues era una muestra rústica de lo que quedaba atrás y la electricidad un pecado.

Alabama, 1950, Tyrone “Pinetop” Purvis (Danny Glover) es propietario de un club de blues abocado a la ruina por la competencia con un bar rival donde el juego y la jukebox son los principales atractivos. Una cantante de blues en el escenario no es suficiente para competir y el club está abocado a la ruina. Pinetop decide dar un paso adelante sustituyendo a su vieja cantante, Bertha Mae, por un cantante de éxito en la radio, el rocanrolero y engominado Guitar Sam, a pesar de que a causa de una vieja historia Pinetop odia a los guitarristas.

El argumento es sencillo. La atmósfera, crepuscular. La crisis del club envuelve todos los aspectos de la vida de Pinetop: su matrimonio, sus relaciones con los pocos amigos que tiene, su sumisión al sheriff blanco...

¿Qué más añadir? La banda sonora, llena de blues del delta, rhythm’n’blues y sus formas previas al rock and roll es fabulosa. La América racista y rural está dibujada con trazos leves, sin pesadez y sin cursilería. Algunos diálogos son para enmarcar:

–¿Cuántos años tiene esa guitarra que tocas, viejo?
–Es la segunda que crearon. El diablo se quedó con la primera.

–¿Cómo se llama este pueblo?
(El revisor señala el cartel donde dice “Harmony”)
–Con un nombre como ése, parece ser un buen sitio para un músico.
–La única noche que estuve en la cárcel fue en un pueblo llamado Libertad.

–Si queremos obtener nuestros derechos en este país, debemos darlo todo.
–¿Negros disparándole a los amarillos para mantener a los blancos felices?
–Debemos superar este tipo de ideas.
–Supéralo, Shack: Luego vuelves y nos cuentas cómo es.


Y esta descripción de cómo el protagonista imagina que el piano entró a formar parte del blues:
–En los tiempos de la esclavitud, nos hacían trabajar en casa de los patrones. No siempre teníamos zapatos. Los pantalones no tenían agujeros. No recogíamos algodón.
–Negros domésticos.
–Sí, así los llamaban. Tenían todo tipo de instrumentos africanos: tambores, maracas, algo parecido a un banjo. Pero el piano...
–No traían pianos en esos barcos desde África.
–El piano estaba allí en el gran salón de los blancos, bien pulido. Yo imagino que el primero debió de pasar cerca de él unas quince, veinte veces al día. Lo miraba de reojo. Él estaba allí cuando tocaban los maestros con sus minués. (Pinetop toca un minué con la mano derecha) Él parado allí con una bandeja de comida para los blancos, simulando no tener ningún pensamiento dentro de la cabeza, pero mira sus dedos, mira las teclas... Ese chico, el primero, sabe cómo tocar todo tipo de instrumentos africanos. Podía tocar cualquier cosa si le dabas un tono y un tempo. Sí, tenía música en su cabeza y en su corazón. En cada parte de él, hay música. Un día, el amo no está y él solo en esa habitación con el piano.
–Ten cuidado.
–Y se acerca y se sienta en el banco y él extiende sus dedos sobre él del modo que había visto que tocaban los minués. Y piensa: “Señor, ayúdame. Podría hacer daño con esta cosa.”
–Me hubiera gustado estar ahí.

Si podéis, no os la perdáis en versión original.