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NEW ORLEANS

Música negra para espectadores blancos

Do you know what it means to miss New Orleans?, canta Billie Holiday en la película de Arthur Lubin New Orleans (1947). Bien, no podía esperar. Después de la noticia del post anterior sobre el biopic de Louis Armstrong, después de leer que no se rodará hasta el año que viene y sólo Dios sabe cuándo se estrenará en España, me fui directamente al DVD y me vi de nuevo New Orleans.

New Orleans es una película de jazz y, aunque es considerada como la primera película del género, no deja de quedar patente que es una película para blancos. En la época en que se rodó, cuando aún los clubes de jazz eran clubes para blancos donde casi todos los músicos que tocaban eran hombres negros, el jazz aún era una música para aficionados, una rareza exótica como es hoy, por ejemplo, comer en un hindú. Para evitar aludir expresamente a este tema, que después ha aparecido en películas como Cotton Club, la acción está ambientada en 1917. Los deseos de la United Artists de hacer un film comercial se basaron en dos actores atractivos y taquilleros (Arturo de Cordova y Dorothy Patrick) y en unos músicos de primer nivel (Louis Armstrong, Billie Holiday, Woody Herman), que, sin embargo, están toda la película en segundo plano, meros elementos de la banda sonora que, si acaso, intervienen como actores pero de forma ocasional y leve en los movimientos de los protagonistas.

La historia es la de una chica de la alta sociedad, cantante lírica por más señas, que llega a New Orleans, donde su madre acaba de instalarse. Para desgracia de la madre, la chica conoce a un individuo de oscura fama, propietario de un casino en Basin Street, en el barrio negro, sitio de muy dudosa reputación que esconde dos claves de la película: la madre de la muchacha es adicta al casino y el casino, a su vez, tiene en la parte de atrás un bar donde tocan Louis Armstrong (Satchmo en la película) y su banda.

Como antítesis de este garito adonde sólo acuden algunos negros y el dueño del casino, está la parte elegante del local, cuarteto de cámara incluido, en el que los blancos adinerados hacen sus apuestas. Con la intervención de la criada (Billie Holiday), novia de Satchmo y que también canta en aquel garito, la joven cantante de alta sociedad descubre el jazz y se deja hipnotizar por la nueva música que acaba de descubrir, confundiendo esta pasión con la que siente por el dueño del club. Todo un drama.

Hay muchos elementos que hacen de New Orleans una joya. En primer lugar, las interpretaciones de Louis Armstrong, la broma de Woody Herman, haciéndose pasar por un aspirante a músico, y las canciones de Billie Holiday, apasionantes, en una época en la que aún no se rodaba con playback. Ver tocar a Satchmo en directo es genial. Oír a Billie Holiday cantar New Orleans es, simplemente, emocionante. En segundo lugar, la fotografía. Después, mil cosas: los escenarios, la recreación de la época con aquellos carros que llevaban encima a la banda de Satchmo tocando para publicitar el casino, los titubeos de Billie Holiday en los diálogos y, como contraste, su aplomo en las canciones a pesar de sus veintialgunos años... además de una escena (breve, aunque algo forzada) en la que surge el término “jass”, que luego da lugar a la Louis Armstrong’s Original New Orleans Jass Band de la película.

Cuando la cinta termina, nos queda ese sentimiento, esa canción.....