¿QUIÉN DECIDE SOBRE LA CREATIVIDAD?

LA MADRE DEL BLUES (George C. Wolfe, 2020)


El argumento de la película gira en torno a los egos a la hora de grabar un disco. Ma Rainey (una convincente Viola Davis) intenta mantener su criterio en el estudio de grabación mientras su manager intenta actualizarla utilizando los arreglos de un cornetista (Chadwick Boseman) cuyo ego se siente atacado cuando la cantante los rechaza. ¿Quién decide quién puede puede mostrar su creatividad y quién no? ¿Quién tiene autoridad moral para decir a un artista qué debe grabar? Puede sonar habitual en la música comercial pero no en un país tan libre como este donde habitan el blues y el jazz.




Ma Rainey fue llamada la Reina del Blues por ser una de las pioneras. Grandes como Bessie Smith siguieron su estela y triunfaron en el mercado emergente de los consumidores negros en Norteamérica. La película, original de Netflix, en su título original, toma el nombre de uno de los grandes éxitos de la cantante, "Ma Rainey's Black Bottom". En España, ha adoptado el título de La madre del blues, menos provocativo. 

Qué callado está todo esto. Nunca he soportado el silencio. Siempre hay que tener algo de música en la cabeza. Mantiene el equilibrio. La música rellena las cosas. Cuanta más música hay en el mundo, más lleno está. 

El blues (como el jazz primitivo) era una música de instinto, creada por los mismos que la interpretaban. Las actuaciones en los locales para negros y el surgimiento de las primeras estrellas del blues convirtieron algunas canciones en standards pero, como dice el personaje de Viola Davis en la película cuando habla de blues, "no se canta para estar mejor. Se canta porque es la forma de entender la vida."


En una manera tan personal de pensar la música, solo cabe la libertad, libertad de expresión y libertad de creación. La creatividad se convierte entonces en un acto reflejo, un sentimiento. Esta música visceral entronca con el argumento de la película, basada en la obra teatral del ganador del Pulitzer August Wilson y ambientada en el racismo de los años 30, con personajes que arrastran detrás un equipaje vital tormentoso. En cualquier música hecha con honestidad no importan solo las notas. El sentimiento se expresa a través de la ejecución, y de esto saben mucho tanto cantantes de blues como músicos de jazz:

-¿Dónde aprendiste a tocar el bajo? Le he oído cantar.
-Yo solo seguía a Toledo. Acariciaba las teclas con sus largos dedos. Yo solo seguía su ritmo.
-Eso es lo que hay que hacer, ¿no? Tocar música.

 La canciones de Ma Rainey que aparecen en la película han sido arregladas y producidas por Wynton Marsalis, quien, además, ha escrito la música incidental y el tema con el que el trompetista interpretado por Chadwick Boseman quiere triunfar ("Baby Let Me Have It All"), contando con un combo pequeño para los temas que tienen lugar en el estudio de grabación, una big band de 16 músicos (entre los que está nuestro favorito, Delfeayo Marsalis) y una sección de cuerda. La banda sonora, en global, tiene un fabuloso aire años 30, pulido y brillante al estilo Hollywood, como el vestuario y los decorados de la película, todo impecable.