JAZZ & CINE DE VERANO

Escenarios y banda sonora para el señor Ripley
(¡¡¡¡¡Atención: lo que sigue es un spoiler y puede destripar el argumento a quienes no hayan visto la película!!!!!)

El Mediterráneo italiano es un lugar donde siempre es verano. El mar es de un azul zafiro. Dos amigos bromean en una barca. Se han conocido hace poco, demasiado poco tiempo, tan poco que aún no se conocen realmente. La escena termina con la muerte de uno de ellos. Vivir bien implica muchas veces morir mal. Uno de los dos, Dickie, es un rico heredero americano que vive la vida en el dolce far niente que puede permitirse gracias a los cheques de su padre. Con esta filosofía ha llegado hasta Amalfi, en la costa de una Italia que se quita el sombrero ante los americanos, su dinero y su música. Los clubs suenan a jazz. El joven heredero toca el saxo y sueña con tocar la batería. El más joven de ellos, Ripley, fue convencido por el padre-proveedor-de-cheques para convencer al hijo pródigo de que debe volver a América. Lo que no saben ni el padre ni el hijo es que Ripley es sólo un miserable superviviente sin más oficio ni beneficio que un insólito don que está descubriendo precisamente ahora: es capaz de imitar a cualquiera. Como un camaleón, adopta poses y nombres con la facilidad con la que se aprenden los idiomas. Es su talento. Hacerse amigo del heredero, conmover a su novia, fingirse antiguo condiscípulo; todo en él lo conduce a un camino en el que descubre el sabor del dinero, un mundo del que no querrá salir. 


El argumento proviene de una novela que Patricia Highsmith escribió tras su primer viaje a Italia, viaje que hizo gracias al dinero que obtuvo vendiendo al cine los derechos de Extraños en un tren. Gracias al hábil guión de Anthony Minghella, compartimos la pasión por vivir de Dickie, que se ve aumentada con la llegada del falso amigo, de quien se propone convertirse en tutor, en maestro, en cicerone espiritual. Así, Dickie le muestra a Ripley las ventajas de tener dinero y el placer de vivir en todas sus facetas: el alcohol, la playa, la vela, la despreocupación y la música que le apasiona: el jazz. En este sentido, la película gana en ritmo y en profundidad con respecto a la original (A pleno sol de René Clément, 1960). El escenario intemporal de la Italia mediterránea se transforma en la Italia de finales de los 50, con sus jóvenes deslumbrados por la moda y por la música americana. Entre ellos, Dickie es un héroe. Le permiten subir a sus escenarios y le invitan a sus fiestas. El mejor momento musical de la película ocurre en el escenario del club, donde Dickie y sus amigos italianos interpretan una canción de Renato Carosone que habla de la pasión de éstos por todo lo que viene de América: Tu vuo' fa' l'americano:


Ripley, conocedor de su pasión por el jazz (ya se lo había advertido el padre de Dickie al decirle que al chico sólo le gustaba el jazz, aunque para él "El jazz es sólo ruido, un ruido insolente", frase que nos inspiró el nombre de este blog), se introduce en el tema estudiando los discos de moda ("The champ" de Dizzy Gillespie, por ejemplo) en una especie de solitario blindfold test. Otros temas que aparecen en la película son "Nature Boy" tocado por Miles Davis, "Ko-ko" por Bird y Dizzy, "Moanin'", "Four" y "You Don't Know What Love Is" a cargo de Guy Barker y, de forma determinante, "My funny Valentine"


(Spoiler:) Desgraciadamente, la trama lo exige y la avaricia de Ripley termina enfrentándose a lo único que le impide ser Dickie: el propio Dickie. Y en una escena memorable, lo asesina en la barca y lo hace desaparecer. A partir de ese momento, haciendo uso de su talento, Ripley se convierte en el rico Dickie Greenleaf, se hace con su vida, con su nombre y con su dinero. El efecto secundario es terrible: al matar a Dickie, Ripley ha matado también el jazz, que desaparece de la película definitivamente.